?Son todos los pol¨ªticos iguales?
Es opini¨®n com¨²n que detr¨¢s de la expresi¨®n que afirma que todos los pol¨ªticos son iguales se esconde una ideolog¨ªa o al menos una actitud conservadora. Lo repiten diariamente los pol¨ªticos (especialmente si est¨¢n en campa?a electoral), tratan de inculcarlo los medios de difusi¨®n p¨²blica, y se comenta, con aire de fatal preocupaci¨®n, por parte de aquellos que ver¨ªan en formulaciones semejantes el callej¨®n sin salida a la democracia, la incitaci¨®n a la no participaci¨®n o la simplificaci¨®n que mide una instituci¨®n pol¨ªtica exclusivamente por sus efectos aparentes. El director de este mismo diario se sumaba a la contracampa?a en un art¨ªculo dominical.Pero ?qu¨¦ se quiere decir cuando se contraataca respondiendo de esta manera? ?Qu¨¦ significa eso de que no todos los pol¨ªticos son iguales, como querr¨ªa el bienpensante dem¨®crata? Es de suponer que no se intercambia afirmaci¨®n por afirmaci¨®n, ya que tal procedimiento es demasiado pobre e infantil. Responder a quien me llama tonto que no lo soy no es ninguna muestra de inteligencia. Por otro lado, cuando se dice que no todos los pol¨ªticos son. iguales es improbable que se est¨¦ intentando mostrar que los *hay m¨¢s altos, m¨¢s viejos o de distinto color. Ser¨ªa tambi¨¦n demasiado obvio, incluso aunque se a?adiera que unos son mejores personas que otros. Tampoco debe de estar en la esencia de la afirmaci¨®n la constataci¨®n de que podr¨ªamos estar mejor, pero si perdi¨¦ramos a los pol¨ªticos que tenemos, por malos que ¨¦stos fueran, ya que en tal caso se podr¨ªa responder, lisa y llanamente, que eso no tiene por qu¨¦ ser as¨ª.
?Qu¨¦ es, entonces, lo que se quiere decir? Parece que en el fondo de esa reivindicaci¨®n de los pol¨ªticos est¨¢ el miedo a que se deteriore el sistema democr¨¢tico. Y ¨¦ste se deteriorar¨ªa si la gente pensara, por ejemplo, que una dictadura es mejor, que el funcionamiento democr¨¢tico no tiene posibilidad alguna de salir de sus errores. La frase que contraataca, en suma, contendr¨ªa una advertencia ante un miedo razonable y una cl¨¢usula pedag¨®gica dirigida a gobernantes y gobernados. A los primeros les pedir¨ªa que fueran mejores pol¨ªticos. A los segundos, que entonaran sus protestas a trav¨¦s de los medios a disposi
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ci¨®n, sin cacofon¨ªas o desesperaciones. Se tratar¨ªa, en fin, de evitar la abstenci¨®n, la despolitizaci¨®n, el pasotismo o la ridiculizaci¨®n de aquella f¨®rmula de convivencia que hoy por hoy -y a lo que parecer¨ªa, por ma?ana- ser¨ªa insustituible.
Ciertamente, si es esto lo que quiere decir la f¨®rmula defensiva, sigue siendo poco, muy general y en muchos aspectos falso. Es poco porque suena a canci¨®n paternalista o a letra o¨ªda. Es muy general, puesto que se queda en los m¨¢rgenes del problema, encerrando todo en una frase vac¨ªa de tan usada. M¨¢s a¨²n, si vac¨ªa es la que dice que todos los pol¨ªticos son iguales, vac¨ªa ha de ser, l¨®gicamente, la que dice lo mismo s¨®lo que negando. Y es falso porque se puede contestar al menos de estas dos maneras. Primero, se?alando que en cuestiones importantes, todos o casi todos los pol¨ªticos que a uno le han tocado en suerte en un determinado momento hist¨®rico se parecen demasiado. Y en segundo lugar, no es respuesta suficiente indicar que las deficiencias en la realizaci¨®n de los programas pol¨ªticos no afectan a la bondad democr¨¢tica; es decir, que la bondad democr¨¢tica contiene esencialmente una dosis considerable de imperfecci¨®n. Eso no es verdad. Se puede exigir la adecuaci¨®n precisamente como criterio de forma que, si no se cumple, uno puede afirmar con raz¨®n que todos los pol¨ªticos son iguales.
Pero es que adem¨¢s una actitud tan militante a favor de la diferencia entre los pol¨ªticos es un s¨ªntoma de prematura vejez y una mala ayuda al sostenimiento real de los h¨¢bitos democr¨¢ticos. Respecto a los primeros, llama la atenci¨®n que se sea tan timorato, tan amedrentado y tan pusil¨¢nime a la hora de se?alar lo que sucede.
Nunca ha ido en contra de la democracia llamar a las cosas por su nombre o ser tan exigente que se choque contra los l¨ªmites del sistema. Si tales l¨ªmites se muestran estrechos, la cuesti¨®n no es estrecharlos m¨¢s. La cuesti¨®n es ampliarlos. Respecto a lo segundo-, es cierto que los parches, los llamamientos a una supuesta cordura y el estrechar filas pase lo que pase dan fuerza al sistema. Es muy dudoso, sin embargo, que eso tenga que ver con la democracia, con el conveniente escepticismo desde el que construir una convivencia digna y con los m¨ªnimos para que el enga?o no sea el punto (le apoyo de la sociedad.
Por mi parte, tal y como est¨¢n las cosas, creo que ser¨ªa m¨¢s democr¨¢tico no votar; es decir, abstenerse o votar de tal manera que aquellos pol¨ªticos que son iguales -pr¨¢cticamente todos los pol¨ªticos en curso- se sientan tocados o ridiculizados. La abstenci¨®n o el voto radical tienen un muy higi¨¦nico sentido democr¨¢tico. Porque que todos los pol¨ªticos; no son iguales puede ser un deseo. Es adem¨¢s un deber. Pero est¨¢ por ver que sea un hecho. Aunque diga lo contrario el director de EL PA?S.
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