El voto vasco de 'herr' Klepsh
Carlos Garaikoetxea y Jon Gangoiti pugnan por el solar nacionalista
, Eusko Alkartasuna (EA) y el Partido Nacionalista Vasco (PNV) ponen con su pugna particular una pizca de sal y pimienta en una campa?a sin sabor, olor ni color. Al mismo tiempo que los esca?os europeos, se disputan la colocaci¨®n en l¨ªnea de salida para la siguiente carrera electoral, sea las generales o las auton¨®micas. Unos votos de m¨¢s pueden conceder ventaja y ventilar el liderazgo entre el nacionalismo templado de Xabier Arzalluz y el nacionalismo reivindicativo de Carlos Garaikoetxea. En esas estaban cuando, sin invitaci¨®n, irrumpi¨® en la campa?a Egon Klepsh, un profesor alem¨¢n de 59 a?os, rechoncho y de aspecto saludable. Su existencia era desconocida en Euskadi. Ahora, Klepsh puede influir mucho, sin pretenderlo, en la adjudicaci¨®n del mayorazgo nacionalista.
Flanqueado en Estrasburgo por Fraga y Rup¨¦rez, el teut¨®n de apellido impronunciable invitaba al Partido Popular el 25 de mayo pasado a sumar sus eurodiputados al grupo parlamentario democristiano por ¨¦l presidido. El influyente grupo popular comunitario, segundo de la C¨¢mara tras el socialista, con 113 esca?os, es la ubicaci¨®n natural del PNV, partido fundador de la Internacional Democristiana.
La hip¨®tesis de ver a su candidato, Jon Gangoiti, obligado a codearse en los esca?os con la derecha espa?ola m¨¢s vinculada a la memoria del franquismo provoca estremecimientos en las filas peneuvistas. Para Arzalluz, presidente del PNV, es el segundo contratiempo debido al contacto con la derecha popular espa?ola, ahora por mor de un encuentro indeseado.
Fraga y la autodeterminaci¨®n
La crisis y la ruptura del partido en 1986 se gestaron dos a?os antes. El PNV de Navarra fue desmantelado por negarse a aceptar un pacto para llevar a la presidencia de la comunidad foral al aliancista Jos¨¦ Luis Monge. Garaikoetxea presid¨ªa el Gobierno vasco y simpatizaba con la rebeli¨®n antifraguista de sus paisanos.
Ahora Garaikoetxea es presidente de EA y candidato a la renovaci¨®n de su esca?o en Estrasburgo y espera obtener ventaja del inc¨®modo papel de vecindad con Fraga adjudicado por Klepsh y la democracia cristiana europea a sus socios vascos. El m¨¢s desconcertado en las filas peneuvistas es el candidato. Gangoiti, economista, 37 a?os, celebraba en mayo como "un paso muy importante", capaz de "alegrar mucho" a su partido, la hipot¨¦tica integraci¨®n del PP espa?ol en el grupo democristiano.
Previamente, argumentaba, deber¨ªa pasar bajo las horcas caudinas del derecho de autodeterminaci¨®n, recogido en el apartado 422 del programa. El obst¨¢culo le parec¨ªa un cintur¨®n de hierro m¨¢s impenetrable para Fraga que el de Bilbao en la Guerra Civil para las tropas de Franco. Pero era un farol.
El antiguo embajador de Espa?a en Londres se apresuraba a deshacerse de aquella barrera mediante un manotazo dial¨¦ctico. En Estrasburgo reconoc¨ªa el principio de autodeterminaci¨®n en los t¨¦rminos de la carta de la ONU" y negaba a rengl¨®n seguido, con su vehemencia caracter¨ªstica, "el derecho a declararse independiente de cada aldea y cada parroquia".
El sonriente e infiel Klepsh aparece fotografiado junto a un no menos risue?o Gangoiti en una imagen utilizada con profusi¨®n por el PNV en la campa?a. El reclamo, preparado sin duda antes del 25 de mayo, subraya el apoyo al candidato vasco de "importantes personalidades europeas". Su empleo no ha ayudado a dar credibilidad a los desmentidos sobre la futura intimidad parlamentaria del candidato peneuvista con el popular Marcelino Oreja.
La intervenci¨®n de Klepsh en la campa?a vasca le viene que ni de encargo al ex lehendakari Carlos Garaikoetxea. Refuerza sus tesis en la disputa del espacio nacionalista y le permite repetir los codazos con el brazo derecho, cuando no los directos al h¨ªgado del rival.
El PNV, clama, "ha ca¨ªdo en una actitud claudicante", sus dirigentes "se agarran al poder en vez de reivindicar el pleno desarrollo del Estatuto", ya no es aquel palad¨ªn capaz de guerrear por las aspiraciones insatisfechas de los vascos. "?C¨®mo va a defender a Euskadi el PNV desde el mismo sitio que Fraga?", se pregunta Garaikoetxea. El p¨²blico aplaude. Consiste en varios centenares de personas. Han aguantado de pie tres cuartos de hora en una plaza de Amorebieta (Vizcaya) el arreglo de la megafon¨ªa, pero merec¨ªa la pena.
La pugna por de los dos partidos nacionalistas por colocarse en colocarse en el Parlamento de Estrasburgo anima algo una campa?a sin muchedumbres. Los candidatos se esfuerzan en ilustrar mediante problemas lecheros, pesqueros o sider¨²rgicos la importancia de la C¨¢mara.
Los vascos, pese a todo, parecen dispuestos a acudir a las urnas con m¨¢s disciplina que entusiasmo. Los nacionalistas, con m¨¢s inter¨¦s en defender al lehendakari Jos¨¦ Antonio Ardanza en Ajuria Enea o aupar a Garalkoetxea hacia el mismo palacio, que por construir la Europa unida. Tampoco es que los dirigentes se muestren enfervorizados con el proyecto. El tono de la m¨²sica del PNV lo resume su presidente: "Ante Europa, s¨¢lvese el que pueda", dice Arzalluz.
Gangoiti, respaldado desde las vallas publicitarias por Ardanza y Arzalluz en un retrato de familia, habla de aprovechar la unidad comunitaria para convertir Euskadi en capital Industrial de una macrorregi¨®n de 50 millones de habitantes, articulada en torno a un "eJe atl¨¢ntico" desde Breta?a al sur de Portugal.
Su persona y su discurso est¨¢n lejos de suscitar pasiones entre el p¨²blico, ni siquiera el incondicional que ha perdonado una hora de retraso en Matiena (Vizcaya) para asistir a la inauguraci¨®n de una sede del partido o batzoki que funciona desde hace meses. La oratoria es plana. La palabra m¨¢s repetida es "realmente" y al hablar del Estatuto de Gernika el candidato dice que el balance resulta "terriblemente positivo".
Para darle amparo, el PNV ha movilizado un formidable aparato propagand¨ªstico dispuesto a endulzar el trago con un mill¨®n de caramelos, mill¨®n y medio de pegatinas y m¨¢s de cuatro millones de papeletas. El fervor militante llega a agotar la ¨²ltima fachada para pegar 100.000 carteles, demostrativos de la capacidad del aspirante para la sonrisa sin ocultar ni los molares.
El mensaje peneuvista
Es ¨¦sta la campa?a de los autobuses, y Gangoiti recorre la geografia vasca en uno verde de dos pisos. Su mensaje es halagador para la audiencia: "Queremos que Euskadi sea una naci¨®n de primera divisi¨®n como Gran Breta?a, Francia, Alemania o Italia". Dice que no polemiza y elude las arremetidas de su m¨¢s directo rival con llamamientos a la unidad en lo fundamental.
Apela al "estilo Ardanza", por obvia contraposici¨®n al de su antecesor, y se declara partidario de un "nacionalismo de realidades". Se ofrece para defender los intereses de Euskadi. "Los partidos estatales andar¨¢n por Estrasburgo y Bruselas ocupados en otras cosas. ?Qui¨¦n ha defendido a los pescadores, a los agricultores? Que se lo pregunten a ellos. Ha sido el PNV". Gangoiti deja siempre bien claro que el importante no es ¨¦l, sino el partido.
Arzalluz le presenta como un experto europe¨ªsta, trabajador en la sombra desde su puesto en la Diputaci¨®n de Vizcaya, donde fue colocado tras perder el esca?o hace dos a?os. "No ser¨¢ el de m¨¢s relumbr¨®n", reconoce Arzalluz con el mismo aplomo con que se pas¨® una campa?a anterior advirtiendo que Ardanza no era el m¨¢s guapo. "Pero desde la teor¨ªa y la pr¨¢ctica es quien mejor domina los entresijos del Parlamento".A los 51 a?os, cumplidos en plena brega electoral, Garaikoetxea derrocha el glamour de sus mejores tiempos por m¨¢s que las heridas de la pol¨ªtica le hayan dejado un aire melanc¨®lico. Nada que ver con la vocaci¨®n de un eurofuncionario de lujo ah¨ªto en su esca?o de carpetas, dict¨¢menes y directivas. El presidente de EA se encarga de recordar que no es un aspirante m¨¢s, ya que acaba de llegar de Estrasburgo.
Introduce en cada discurso un recordatorio de sus iniciativas y pide perd¨®n "por la inmodestia" cada vez que se cita a s¨ª mismo. Sucede con frecuencia. Transita una geograf¨ªa electoral ampliada, con escapadas no s¨®lo a Navarra sino al Pa¨ªs Vasco franc¨¦s, precedido de antediluvianos autobuses londinenses pintados de blanco y convertidos en reclamo de los "abertzales de verdad, los abertzales progresistas".
M¨¢s all¨¢ de la frontera
El ba?o europeo ha permitido al ex lehendakari emparentar la rancia tradici¨®n sabiniana con la "Europa de los pueblos" del profesor Guy Heraud. Ha llevado a Behovia a Antoine Waechter, el candidato de los verdes franceses. Eusko Alkartasuna concurre en Francia coligado con los ecologistas. Los dos l¨ªderes se han hecho una foto bajo una ikurri?a de dimensiones colosales despu¨¦s de denunciar la existencia de fronteras, "que no sirven para unir sino para separar".
Garaikoetxea se proclama en cada mitin "abertzale como el que m¨¢s", pero quiere dejar claro su repudio a la violencia. Su compa?ero de candidatura Joseba Azkarraga denuncia "las armas, las de los milis y las de la mili" El eurodiputado no pierde ocasi¨®n para exigir el derecho de los vascos a autodeterminarse y expone lleno de convencimiento la letra de su progresismo: "Una Europa pac¨ªfica, sin bloques ni despilfarro en gastos militares, respetuosa del medio ambiente, tanto como de la cultura y del autogobierno de sus pueblos".
La audiencia presta un respetuoso inter¨¦s. Luego, llegado el momento oportuno, Garaikoetxea inflexiona la voz, eleva varios grados el tono, habla de Euskadi y sus derechos o de las claudicaciones de los dirigentes del PNV. El clima cambia. Estalla el ardor de la ovaci¨®n.
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