El asedio sevillano
Los Comit¨¦s de Apoyo sevillanos ya se ol¨ªan la tangana. El viernes estaba convocado un acto de HB y corr¨ªan papelinas con este texto: "Vamos a echarles. Hoy, los asesinos etarras de Herri Batasuna vienen a Sevilla. Esto no puede consentirse. Ay¨²danos a echarlos. A por ellos. Corre la voz".La cita era en el colegio de San Pablo. El edificio est¨¢ rodeado por un patio cuya frontera se?ala una simb¨®lica valla. Cinco minutos antes de las nueve de la noche, se presentan repentinamente una sesentena de ultras gritando vivas a la polic¨ªa, "Espa?a entera y una sola bandera" y "Los vamos a matar". Tales alivios verbales y una menguada presencia de antidisturbios les animan a intentar el asalto. La quincena de pol¨ªticos y simpatizantes de HB se refugian en el interior. "Oye, que ya ha empezado el foll¨®n", informa por radio un mando, quien pide m¨¢s hombres. A las 20.50, un grupo rodea por detr¨¢s el colegio y salta al patio -"No queremos basura" Los refuerzos policiales -con dos bajas leves por petardo limpian el patio sin disolver el alboroto y se estudia la evacuaci¨®n de los sitiados que, a las 10.15, salen en un furg¨®n carcelario machacado por una lluvia de piedras. Dentro, Esnaola y nueve camaradas, dos periodistas -uno de ellos el que suscribe- y un desconocido sin uniforme, de quien se perder¨¢ la pista en comisar¨ªa. Y detr¨¢s, los ultras. La camioneta llega a la Jefatura Superior tras 15 minutos de persecuci¨®n. Una vez all¨ª, tras otros 15 minutos de sudar la camiseta en el furg¨®n, el grupo es trasladado a una terraza donde tiene una larga hora para repasar los detalles de la jornada. La formularia identificaci¨®n y el jefe superior de Polic¨ªa informa que est¨¢n all¨ª por su propia seguridad porque en el exterior contin¨²a la bronca del personal y de algunos m¨¢s que, seg¨²n otro polic¨ªa, se "apuntan a cualquier bombardeo". Con artima?as y camuflajes, se consigue trasladar el grupo, a trozos, a otra comisar¨ªa donde todo termina entre las cuatro y las cinco de la madrugada, salvo para tres militantes que son detenidos acusados de presuntas agresiones. Un polic¨ªa a quien, coloquialmente, se le pregunta que le parece todo eso se refugia en un "no me tire de la lengua, no me tire de la lengua".
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