El veto de Margaret Thatcher como excusa
Con la entrevista con los representantes de la patronal europea, Felipe Gonz¨¢lez cumpli¨® ayer uno de los dos requisitos formales en los que la Comisi¨®n Europea ha fundamentado la "imposibilidad t¨¦cnica" de aprobar la Carta Social Europea en la cumbre de Madrid. El otro se saldar¨¢ hoy con el encuentro con dirigentes de la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos.La tenacidad del Gobierno ha superado el tr¨¢mite del di¨¢logo social y tambi¨¦n las resistencias de la Comisi¨®n a poner tan pronto sobre la mesa el texto de la carta. Desde el punto de vista de los Estados de la CE, la relaci¨®n de fuerzas es sabida: 10 a favor, el Reino Unido en contra y Dinamarca a la espera de acontecimientos. Entre los interlocutores sociales la divisi¨®n es m¨¢s n¨ªtida. Sindicatos a favor, no de un texto general sino del desarrollo concreto de derechos, y empresarios en contra.
La patronal europea ha impulsado la supresi¨®n de fronteras comerciales, es decir, la igualdad de trato para las mercanc¨ªas. En lo que se refiere a los derechos de los trabajadores defiende el diferencial de costes que existe en la CE, lo cual significa que la mano de obra espa?ola es la mitad de cara que la alemana, por poner un ejemplo. El argumento es que en materia social no hay que imponer normas que resten dinamismo a la econom¨ªa.
Al principio del semestre Espa?a proclam¨® el "acento social" que quer¨ªa imprimir a la presidencia. La urgencia espa?ola responde a la sinton¨ªa social que debe tener un Gobierno socialista, pero, sobre todo, al anhelo de resultar vencedor moral del gran debate interno. ?Qu¨¦ argumentos podr¨ªan esgrimir los sindicatos si Europa entera saludara el ¨¦xito espa?ol de lograr aprobar los derechos fundamentales de los trabajadores de la CE?
La carta ser¨¢ un texto de m¨ªnimos, ya que ni el propio Gobierno espa?ol esta dispuesto a tirar por la borda el gran atractivo de las inversiones extranjeras. Pero la pelea no est¨¢ ya en los contenidos sino en la gran dificultad de convencer a la primera ministra brit¨¢nica. Margaret Thatcher ha empleado 10 a?os de esfuerzos en borrar del mapa el poder de los sindicatos ingleses y no esta dispuesta a renunciar a uno de los mayores triunfos de su liberalismo.
El empe?o del Gobierno espa?ol ha logrado llevar el tema a la cumbre. Si no consigue superar el veto brit¨¢nico siempre podr¨¢ esgrimir como el ¨¦xito de lo posible una declaraci¨®n en la que conste que uno impide aprobar lo que quiere el resto. La regla de la unanimidad es en el fondo un alivio. Como comentaba hace poco en privado un alto representante espa?ol, "despu¨¦s de todo tenemos a la Thatcher, aunque s¨®lo sea para ganar tiempo".
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