Moral de victoria

JOAQUIN VIDAL, De los tres espadas hab¨ªa uno con moral de victoria. Se llama Fernando C¨¢mara, que hace dos semanas sali¨® a hombros por la puerta grande. Por la puerta grande de Las Ventas no sale quien quiere sino quien puede, y entre la torer¨ªa militante pueden muy pocos. Cierto que en la salida por la puerta grande aquella colaboraron de consuno un turismo aplaudidor y un presidente triunfalistade ligero pa?uelo, pero ya est¨¢ registrada en los anales de Las Ventas y todas las explicaciones huelgan. Todas, excepto las del propio Fernando C¨¢mara, que ayer volvi¨® al coso con moral de victoria y dispuesto a demostrar que 15 d¨ªas antes no le hab¨ªa sonado la flauta por casualidad (con perd¨®n).Lo demostr¨® Fernando C¨¢mara, 15 d¨ªas despu¨¦s. Si nos apuran, la flauta (con perd¨®n) le son¨® a¨²n m¨¢s afinada y gustosa que 15 d¨ªas antes. No siempre, claro, porque su primer novillo, de tardo acometer, dificultaba el acabado temple en los derechazos, y a veces la flauta-con-perd¨®n hac¨ªa pedorretas, hasta que al final de la largu¨ªsima faena se le ocurri¨® torear con la izquierda, y entonces son¨® mejor.

En el sexto, de suficiente nobleza, lleg¨® la flauta a cantar m¨²sica de ¨¢ngeles, principalmente cuando Fernando C¨¢mara interpretaba el toreo en su versi¨®n pura, echaba la patita7ante, vaciaba suave y sincr¨®nico para ligar los pases. As¨ª de bien construy¨® su ¨²ltima faena de ffluleta, que se premi¨® s¨®lo con una vueltecita al ruedo, por matar mal.

Lo de matar mal ya es vicio.Da la sensaci¨®n de que el volapi¨¦ ha pasado a ser suerte de segunda y cualquier espadazo vale, as¨ª asesine. A Domingo Valderrama, que pegaba unos bajonazos horribles, le llegaron a llamar toricida, y era verdad, aunque toricidas ya son casi todos. Soro II, con mal lote, s¨®lo pudo estar voluntarioso.,en sus trasteos de muleta y con la espada fue toricida. Domingo Valderrama, que tampoco tuvo g¨¦nero propicio, mostr¨® detalles de torero bueno, carg¨® la suerte, arrim¨® valiente al asta su peque?o cuerpo, no ve¨ªa la hora de terminar y cuando la ve¨ªa era peor, pues afrentaba imp¨ªo la sagrada tauromaquia en su cap¨ªtulo principal, que llama suerte suprema.Todo reo de toricidio deber¨ªa sentir moral de derrota tras la comisi¨®n del delito, pero est¨¢n los tiempos tan revueltos dentro de los cosos como fuera y a¨²n pretenden los toricidas que por el bajonazo les den premios. Y el caso es que muchas veces se los dan. De estos tiempos revueltos es v¨ªctima el mism¨ªsimo Don Mariano, que ya ni puede explicar a la salida, bajo la luz de un farol en los aleda?os del coso, el canon del volapi¨¦: le atracan.