Una furtiva l¨¢grima
El autor de este art¨ªculo, ferviente seguidor del Betis, analiza la grave situaci¨®n que atraviesa su equipo tras la abultada derrota que sufri¨®, el pasado mi¨¦rcoles, ante el Tenerife, en el primer partido de la promoci¨®n a Primera Divisi¨®n.
A ver qu¨¦ les digo ahora a mis hijos. Mis hijos, que han heredado la inteligencia pr¨¢ctica de su madre, aunque son receptivos a mi porosidad apasionada, en cuanto tuvieron uso de raz¨®n se hicieron del Real Madrid, como si supieran precozmente la diferencia que existe entre un s¨¢dico y un masoquista. Despu¨¦s, compadecidos por mi sufrimiento, comenzaron a acompa?arme en la desgracia dominguera de ser b¨¦tico, una desgracia que ahora se acrecienta. El Betis, mi Beti g¨¹eno, se la juega hoy, y no lleva ni un solo n¨²mero para que le toque la loter¨ªa. Pero, como dec¨ªa Chesterton, lo curioso de los milagros es que, a veces, suceden, y en ¨²ltima instancia desesperada, no hay al que por bien no venga: si no lo remedia Dios, que en este caso es el se?or Plaza, presidente del Colegio Nacional de ?rbitros, el a?o que viene seremos campeones de Segunda. Pumpido y Rinc¨®n ya no est¨¢n para estos trotes milagrosos y, para colmo de males, el Tenerife se ha agenciado a un tal Rommel, que nos va a convertir el Benito Villamar¨ªn en un desierto. No me refiero a hoy, sino a la pr¨®xima temporada, durante la cual, en pura l¨®gica, Retamero no tendr¨¢ que quedarse en la caseta porque el sentido com¨²n lo habr¨¢ hecho dimitir de toda tila; ni Pedro Buenaventura que este a?o no parece hab¨¦rnosla echado tan buena, arrancarse por rocieras devocionadas de su rico estro rengo y amateur, y menos a¨²n mi querido e intermitentemente admirado Jos¨¦ Rodr¨ªguez de la Borbolla ponerle una vela a Pablo Iglesias y otra al Cachorro de Triana, sino para que le salga bien la Expo, que va camino de verse como el Betis. ?Y por qu¨¦ este papirotazo del destino? ?Por qu¨¦ nos vemos como nos vemos, en la parrilla -o en el desierto- de la Segunda y con el porvenir m¨¢s negro que Luis Aguil¨¦, el cantante? Hace tres temporadas ten¨ªamos un equipo que era el m¨¢s elegante que hayan visto las cr¨®nicas, revolc¨®n y envidia de sevillistas ¨¢grafos y oficinescos. El portero se llamaba Cervantes y el extremo izquierda Calder¨®n, tan s¨®lo para abrir y cerrar, ah¨ª es nada. Pero Retamero hizo una de las suyas, y no nos fich¨® para sustituirlos a Vizca¨ªno Casas de pura chiripa, imag¨ªnense. Total, que ahora nos toca la china, y no es la Preysler. Aquellos polvos trajeron estos Iodos y ahora tenemos la parte manca de Cervantes, en todo caso El veneno y la triaca de Calder¨®n, aunque m¨¢s de los sevillistas, y la desolaci¨®n, moment¨¢nea, porque sabremos reaccionar de acuerdo con nuestra filosof¨ªa fatalista, propia de quienes todo lo ganaron y todo lo perdieron.No s¨¦ qui¨¦n dijo que una persona inteligente se sobrepone pronto de un fracaso y un mediocre no se repone jam¨¢s de un triunfo, pero tengo claro que e grado de elegancia depende de la magnitud de un coraz¨®n ante la adversidad o el logro. ?se es mi Betis y ¨¦sos son mis b¨¦ticos, capaces de decir, ante el navajazo de la adversidad, que ni el Madrid ni el Barcelona van a ser nunca, como nosotros, campeones de Tercera. Y esos mismos mientras los toreros de arte se ponen un poco de luto disimulado y a las v¨ªrgenes sevillanas se les nubla la vista, los que esta misma noche van a gritar "?Viva er Beti!", ya en Segunda. Aunque vaya usted a saber. .
La ¨²nica esperanza que esta vez no hemos perdido es la Esperanza de Triana, pero lo mismo suena la flauta m¨¢gica del Puma Rodr¨ªguez o del Pato Y¨¢?ez, virgen santa, que m¨¢s que una delantera tenemos un zool¨®gico. Y, qu¨¦.quieren que les diga, ojal¨¢ sea as¨ª. Porque siendo de esa manera gozosa no voy a tener que extenderme en explicaciones a mis hijos de que perdiendo se aprende, etc¨¦tera, mientras, con toda probabilidad, no pueda contener, rostro abajo, una furtiva l¨¢grima.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.