Becker cerr¨® a Lendl por tercera vez el camino de Wimbledon en un duelo de bombarderos
La final masculina de Wimbledon tendr¨¢, por segundo a?o consecutivo, a Boris Becker (RFA) y Stefan Edberg (Suecia) como protagonistas. Ayer, Boris Becker, en un sensacional duelo de bombarderos, derrot¨® a Ivan Lendl (Checoslovaquia) por 7-5, 6-7 (2-7), 2-6, 6-4 y 6-3, en cuatro horas de partido. La lluvia volvi¨® a perturbar el desarrollo normal del torneo y no pudo disputarse la final femenina, Steffi Graf-Martina Navratilova, que se juega hoy (dos de la tarde, televisiones auton¨®micas) antes que la masculina.
Ivan Lendl fall¨® en su tercer intento de superar la barrera que forma frente a ¨¦l Boris Becker. En 1986, Becker le derrot¨® en la final en tres sets; en 1988 le gan¨® en semifinales en cuatro, y ayer le venci¨® en cinco mangas. La ¨²nica esperanza que le queda a Lendl, de 29 a?os, es que cada vez gana un set m¨¢s, y que, seg¨²n los c¨¢lculos matem¨¢ticos el a?o pr¨®ximo le tocar¨ªa ganar.La semifinal fue un ejemplo de violencia subliminal. En el tenis no hay contacto f¨ªsico entre los jugadores, pero la potencia de los servicios de Lendl y Becker, y los tremendos golpes desde el fondo, no ten¨ªan ayer ninguna delicadeza. Era una violencia presente en cada golpe, en cada gesto de los jugadores. El duelo se asemejaba al que pueden tener dos tipos que abandonan un bar de baja estofa a altas horas de la madrugada, dispuestos a dirimir a pu?etazos sus diferencias. Una pelea parecida a la de John Wayne en El hombre tranquilo, en la que todos los pu?etazos van directos al rostro, sin defensa alguna. Y, de repente, despu¨¦s de cuatro horas de violencia, uno de los dos recibe un ya d¨¦bil pu?etazo y cae al suelo, inconsciente, pero con los ojos a¨²n abiertos. Ese, ayer, era Lendl.
El saque, clave
Los dos jugadores basaron su estrategia en el saque. Era incluso peligroso estar al borde de la pista, porque las bolas eran dif¨ªciles de seguir incluso con la mirada por la velocidad que alcanzaban. Becker fue el que comenz¨® m¨¢s tranquilo, y, despu¨¦s de 47 minutos de bombardeos, acert¨® a romper el saque en el decimosegundo juego, en el ¨²nico mimento de debilidad de Lendl. Pero a partir de ese momento, Lendl recuper¨® la iniciativa. Se le ve¨ªa m¨¢s extrovertido que de costumbre, m¨¢s ambicioso, con m¨¢s ganas de vencer a una hierba que nunca se le ha rendido. Esa decisi¨®n le llev¨® a ganar la segunda manga en el juego decisivo (tie-break), y a escaparse con un 3-0, y dos roturas de servicio a su favor, en el tercer set antes de que apareciese la lluvia cuando se hab¨ªa jugado durante dos horas y 18 minutos.
Interrupci¨®n salvadora
El partido estuvo interrumpido durante una hora y 14 minutos, y eso seguramente salv¨® a Becker, que tuvo tiempo para reflexionar y para darse cuenta de que estaba cerca de pasar por la puerta de salida del torneo. Y aunque Lendl gan¨® la tercera manga por 6-2, Becker reencontr¨® parte de su ambici¨®n perdida.
El momento clave del partido estuvo en el sexto juego de la cuarta manga. Becker hab¨ªa perdido su saque en el juego anterior, pero acert¨® a recuperarlo con una doble falta final de Lendl. Ah¨ª Becker puso en marcha el juego que le llev¨® a ser comparado con los panzer en las finales victoriosas de 1985 y 1986. Sirvi¨® ya sin concesiones, y no permiti¨® que Lendl tuviese ni una sola oportunidad de volver a romperle el saque. Y cuando Lendl se encontr¨® con 4-5 al final del cuarto set, su resistencia mental se quebr¨®. Estaba m¨¢s cerca que nunca de al canzar la final del torneo que m¨¢s desea en la vida, y que posiblemente nunca ganar¨¢. Pero, tras salvar tres bolas de set, se encontr¨® de nuevo muy lejos de su sue?o.
Y esa sensaci¨®n se apoder¨® ya de ¨¦l en la quinta manga. Ya no se encorajinaba a s¨ª mismo; ahora se enfadaba con todas las decisiones de los jueces. El partido se le iba poco a poco, y Becker, sin piedad, mimando la raqueta antes del saque con la frialdad con la que un asesino profesional cuida su rifle, le rompi¨® primero el servicio en blanco en el cuarto juego -con la s¨¦ptima doble falta de Lendl [Becker hizo 11]-, para cerrar el partido con un juego en blanco con dos aces y un punto directo de saque.
Lendl perd¨ªa as¨ª su tercera oportunidad de ganar Winibledon ante el jugador alem¨¢n. Becker, pese a su frialdad, a¨²n tuvo oportunidad en alguna ocasi¨®n de ejercitar sus saltos en plancha, como en sus mejores momentos del torneo a?os pasados. Pero a diferencia de entonces, donde casi todo eran gestos, la madurez le ha dado otras alas, las de la seriedad y la concentraci¨®n para dar la vuelta a situaciones comprometidas.
Al n¨²mero uno del mundo, por su parte, contin¨²a escap¨¢ndosele el torneo m¨¢s prestigioso. Ha mejorado con su profesionalidad innegable en la hierba, pero no puede arrasar como en otras superficies.
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