El adi¨®s de un mito musical de nuestro siglo
El director de orquesta austriaco Herbert von Karajan muri¨® ayer de un fallo cardiaco, a la edad de 81 a?os, en SaIzburgo, su ciudad natal, tras una larga historia de problemas de la columna vertebral que desde hace alg¨²n tiempo dificultaban sus movimientos. Aun as¨ª, este hombre, de extraordinaria vitalidad, estaba dispuesto a inaugurar el pr¨®ximo 27 de julio los Festivales, de Verano de Salzburgo, dirigiendo a la Filarm¨®nica de Viena. Criticado y admirado, envidiado y amado, Karajan est¨¢ considerado como el m¨¢s importante director de orquesta de la posguerra.
La muerte de Herbert von Karajan significa algo m¨¢s que la desaparici¨®n de un hombre de gemo o el adi¨®s de un mito. Con ¨¦l termina un largo cap¨ªtulo de la direcci¨®n orquestal europea: el de los herederos del romanticismo, el de los maestros estables pegados a su orquesta como un padre a un hijo, tratando de que el gran instrumento sinf¨®nico, en este caso uno de los mejores de la historia como es la Filarm¨®nica de Berl¨ªn, se identifique con sus ideas. "Estoy acostumbrado", dec¨ªa Karajan, "a escuchar cuando dirijo dos orquestas diferentes: ia que ante m¨ª hace cuanto puede para realizar mis indicaciones y la que habita en el pensamiento como una sonoridad ideal".El maestro salzburgu¨¦s pudo hacer realidad su ideal, pues cre¨® ,.na materia que se conoce en el mundo como sonido Karajan: rica en frecuencias graves, casi rugiente, tensa e intensa, din¨¢mica y palpitante, algo as¨ª como una rara potencia biol¨®gica.Dome?ar a lafiera de las cien voces, conseguir su obediencia con el leve caer de la mano ¨ª2quierda, acaudillarla con los ojos cerrados, como acostumbraba a tenerlos Karajan cuando dirig¨ªa a sus filarm¨®nicos, ten¨ªa algo de milagroso si no fuera porque se trataba de unos resultados perseguidos y elaborados a trav¨¦s de muchos a?os.Multinacional
Herbert von Karajan, desde Berl¨ªn, Viena o Mil¨¢n, desde la organizaci¨®n de conciertos o de producciones fillmicas o discogr¨¢ficas, se convirti¨® en una fuerza tremenda que, sobrepasando las fronteras de lo art¨ªstico, pisaba el terreno de la gran econom¨ªa: era, en s¨ª mismo, una multinacional. Muchos m¨²sicos, en vez de celebrar que esto se diera, por excepci¨®n, en nuestro arte, cayeron en la tentaci¨®n de criticarle hasta negarle incluso m¨¦ritos musicales. Cierto director de segunda categor¨ªa, suficientemente conocido como para citarlo, aseguraba: "Pero si Karajan no sabe ni solfeo". Por el contrario, una exigencia tan rigurosa y un car¨¢ctertan ir¨®nico como el de Sergiu Celibidache contest¨® a quien le preguntaba qui¨¦n hac¨ªa el mejor Mozart: "Karajan", se limit¨® a responder con laconismo. Y los viejos berlineses de los a?os cincuenta, que hab¨ªan conocido no s¨®lo a Furtw¨¢ngler, sino tambi¨¦n a Nikisch, consideraban a Herbert von Karajan su fiel sucesor y continuador.Hace poco, Karajan dej¨® su Filarm¨®nica, despu¨¦s de dirigirla durante 34 a?os. Todav¨ªa pens¨¢bamos escucharle, si llegaba a actuar en el festival de Berl¨ªn, su Br¨¹ckner antol¨®gico. Pero la biograf¨ªa termin¨® arrastrando, como todas las de los grandes hombres, una crecida porci¨®n de historia, y dejando en nuestra memoria recuerdos tan impresionantes que dificilmente perder¨¢n su viveza, su casi-realidad: La valkiria, El crep¨²sculo de los dioses, las sinfon¨ªas de Beethoven o Brahms, la sorprendente Bohelme, la Lucia con la Callas y Di Stefano, La consagraci¨®n de la pri . mavera, los poemas de Strauss, y tambi¨¦n Schoeriberg o Webern, cuyas obras montaba con la minuciosidad de un inspirado ingeniero.
Impresiones distintas, porque no se trataba de grandes orquestas, fueron su sorpresiva actuaci¨®n al frente de la Orquesta Filarm¨®nica de Madrid, da?ada por la guerra civil, en 1941 o 1942, o el final de sus concursos de direcci¨®n con una agrupaci¨®n internacional de m¨²sicos j¨®venes. Se convert¨ªa en otro maestro: los ojos bien abiertos, el gesto bien marcado y detallista, y los resultados, incre¨ªbles.
Cadencia final
La vida de Karajan fue extraordinariamente fecunda porque en realidad dispuso de m¨¢s horas ¨²tiles que muchos otros. Estaba en pie cada d¨ªa a las seis de la ma?ana porque si no el tiempo no le daba para nada. Y afirmaba: "S¨®lo una organizaci¨®n precisa de la vida permite el cumplimiento de una tarea'.
La tarea acab¨®: nos quedan testimonios sonoros y filmicos que poseer¨¢n siempre valor de lecciones magistrales. En muchos directores posteriores descubriremos, como ya sucede, formas gestuales y conceptuales heredadas de quien hizo largo magisterio con el ejemplo de su manera de pensar y comunicar la m¨²sica.
Y fue llegar Karajan, hasta 800 obras, a m¨¢s de 100 millones de personas, s¨®lo a trav¨¦s de medios como el disco, la casete o el compacto, con lo que provoc¨® lo que ¨¦l mismo denominaba una "explosi¨®n musical en el mundo". Desde ella actu¨® en sentido muy contrario a los artistas de elite sin necesidad de caer en grave demagogia. Recibid, pues, el p¨¦same, queridos Mozart, Brahms, Beethoven, Schumann, Strauss, Br¨¹ckner, Ravel, Stravinski. Hab¨¦is perdido a un gran mensajero. .
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