El chocolate del loro
Las recientes formaciones sobre nuevos instrumentos de financiaci¨®n del Tesoro y las v¨ªas para su comercializaci¨®n ,se enmarcar¨¢n en el intento de ¨¦ste de acelerar el proceso de desintermediaci¨®n financiera, condenado, seg¨²n los autores, al fracaso ya que se trata de la versi¨®n "ingeniero-financiera" del chocolate del loro.
A lo largo de estas ¨²ltimas semanas se ha venido comentado la pr¨®xima aparici¨®n de un nuevo instrumento de financiaci¨®n del Tesoro, las cartillas de ahorro en el Banco de Espa?a, as¨ª como una nueva v¨ªa de comercializaci¨®n de los antiguos mediante la apertura de cuentas para la suscripci¨®n de deuda directamente en el banco emisor.Estos productos, que pueden aparecer en el mercado en la segunda mitad del a?o, entroncan con la l¨ªnea innovadora y de diversificaci¨®n que el Tesoro ha venido desarrollando ¨²ltimamente. Hasta la fecha, sus objetivos se centraban en instrumentar, de la manera m¨¢s racional posible, la pol¨ªtica de financiaci¨®n del d¨¦ficit, adapt¨¢ndose a la demanda del mercado. Lo que tienen de nuevo los recientes planteamientos parece ser:
1. La b¨²squeda de nuevas v¨ªas de financiaci¨®n a plazos m¨¢s cortos, de manera que la demanda existente para estos plazos, y que actualmente se cubre con cesiones temporales de letras y bonos que efect¨²an las entidades gestoras de deuda, as¨ª como con subastas mensuales de letras a tres meses de la cartera del Banco de Espa?a, podr¨ªa atenderse a un coste inferior para el Tesoro.
2. El acceso a los niveles m¨¢s atomizados del ahorro familiar (recordemos que el saldo de las cartillas de ahorro no podr¨ªa rebasar el mill¨®n de pesetas en ning¨²n momento, lo que determina a priori la clientela a la que se pretende llegar).
3. Ofrecer un producto alternativo a los que actualmente vienen ofertando un conjunto cada vez m¨¢s numeroso de intermediarios financieros, productos bancarios o parabancarios como las cuentas de activos financieros o los fondos de inversi¨®n. El tipo de inter¨¦s podr¨ªa ser, en principio, m¨¢s atractivo al no tener que soportar comisiones de gesti¨®n.
4. Eliminar las comisiones para aquellos inversores que deseen comprar deuda del Estado directamente mediante la apertura de una cuenta en el Banco de Espa?a. El ahorro de las comisiones s¨®lo se producir¨ªa en la pr¨¢ctica si el inversor mantuviera los t¨ªtulos en su cartera hasta el vencimiento, ya que, de lo contrario, deber¨ªa liquidarlos a trav¨¦s de una entidad gestora que cargar¨ªa las comisiones.
Objeciones
Las objeciones a este cu¨¢druple objetivo podr¨ªan sintetizarse de la siguiente forma:
1. En primer lugar, es contradictorio con el objetivo tantas veces manifestado por el Tesoro de alargar la vida media de la deuda. Recordemos que, en la actualidad, de un saldo vivo de deuda p¨²blica, a 1 de junio de 1989, de 13,6 billones de pesetas, un 70% corresponde a letras y pagar¨¦s del Tesoro, es decir, activos a plazos inferiores a 18 meses, y el 30% restante est¨¢ materializado en bonos y obligaciones, cuya vida media ya es inferior a tres a?os (2,47 a finales del primer trimestre de este a?o). El retraso de m¨¢s de tres a?os en implementar esta pol¨ªtica no ha hecho sino encarecer el coste de financiaci¨®n del d¨¦ficit, habida cuenta que la curva de tipos ha estado invertida pr¨¢cticamente desde mediados de 1986 hasta mayo de 1988, encontr¨¢ndose en la actualidad de nuevo invertida.
2. Para la puesta en pr¨¢ctica de este proyecto se nos ocurre que las autoridades podr¨ªan utilizar cualquiera de estas tres alternativas: a) la comercializaci¨®n a trav¨¦s de la red de sucursales del Banco de Espa?a (unas 500); b) la utilizaci¨®n de toda la red comercial de la banca p¨²blica (Banco de Espa?a, Caja Postal y bancos del ICO), y c) la incorporaci¨®n a este fin de la red de la banca y cajas de ahorros.
Las dos primeras tendr¨ªan el inconveniente del reducido n¨²mero de puntos de venta, que provocar¨ªa problemas de gesti¨®n y colas impracticables y que, adem¨¢s, no evitar¨ªa el repercutir, como m¨ªnimo, los costes de administraci¨®n en que incurrir¨ªan las entidades mencionadas, so pena de que se subvencione encubiertamente la comercializaci¨®n de los t¨ªtulos p¨²blicos y se penalice de rechazo a las entidades que los distribuyen.
Peque?os inversores
Por todo ello y si, tal y como ha manifestado el Tesoro, este nuevo activo est¨¢ destinado a los peque?os inversores, raz¨®n de m¨¢s para que su difusi¨®n sea lo m¨¢s amplia posible, para lo cual la tercera alternativa ser¨ªa la m¨¢s acertada ya que proporciona una extensa red de comercializaci¨®n (naturalmente, ¨¦sta exigir¨ªa el cobr¨® de unas comisiones tanto m¨¢s altas cuanto que se tratar¨ªa de un producto al por menor, con lo que remitir¨ªamos el problema al punto de partida).
3. Lanzar un producto financiero que compita con los ya existentes pasa por la remuneraci¨®n a tipos superiores a los que ya existen, si es que se desea que el producto tenga ¨¦xito.
Ahora bien, las recientes medidas adoptadas para las cuentas financieras y cesiones de activos (RDL 5/1989 sobre medidas financieras y fiscales urgentes, OM sobre cuentas financieras relativas a Deuda del Estado Anotada y Circular n¨²mero 13/1989 a entidades de dep¨®sito, sobre participaciones y transferencias de cr¨¦dito, todas ellas de 7 de julio de 1989) suponen un fuerte impacto en estos productos, ya que la aplicaci¨®n de retenci¨®n en los rendimientos que generen da?ar¨¢n la rentabilidad de estas cuentas financieras.
Mencionemos tambi¨¦n que la cartilla de ahorro del Tesoro jugar¨ªa en desventaja con otros productos afines si la retirada de fondos exige, como parece, un preaviso de 24 horas.
4. Pero, quiz¨¢, el tema m¨¢s discutido se centre en las comisiones que vienen cobrando las entidades gestoras a sus clientes. En nuestra opini¨®n, el Tesoro deber¨ªa dar publicidad de las distintas comisiones que las gestoras aplican, y el mercado, encargarse de eliminar a los menos competitivos (l¨¦ase comisiones m¨¢s elevadas para igual calidad de servicio). Aunque las comisiones abusivas da?an al mercado, su erradicaci¨®n debe lograrse mediante informaci¨®n p¨²blica a los inversores que contribuya a una mayor transparencia y competencia y, en definitiva, al establecimiento de comisiones ajustadas: es el inversor quien tiene que decidir a qu¨¦ entidad dirigirse.
No hay que olvidar que la comisi¨®n constituye el pago de un servicio que comprende no s¨®lo la administraci¨®n y gesti¨®n de la operaci¨®n sino tambi¨¦n la posibilidad de tener una sucursal pr¨®xima al domicilio familiar o laboral y, por supuesto, la de contar con un mercado secundario ¨¢gil y desarrollado. La prestaci¨®n de estos servicios de manera eficiente no hubiera sido posible sin el desarrollo de un sistema de entidades gestoras de deuda p¨²blica, por lo que el intento del Tesoro de acelerar a su manera el omnipresente proceso de desintermediaci¨®n financiera parece condenado de antemano al fracaso y no puede dejar de contemplarse como la versi¨®n ingeniero-financiera del chocolate del loro.
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