Espl¨¢, subalterno de lujo
El portugu¨¦s Rui Bento Vasques cont¨® con la inestimable ayuda de un subalterno de lujo, Luis Francisco Espl¨¢, que le libr¨® de un percance seguro en el quinto toro, con un quite a cuerpo limpio cuando Vasques hu¨ªa despavorido con el animal pis¨¢ndole los talones, tras haber intentado banderillearle. Es posible que a partir de ahora el portugu¨¦s ponga una foto de Espl¨¢ en su capillita particular. Porque Espl¨¢ tuvo que echarle de nuevo una mano, en realidad un capote, cuando Vasques volvi¨® a fallar con los rehiletes. Tambi¨¦n hay que destacar otro milagroso quite de el Jaro al Ni?o de la Taurina, cuando, al banderillear, el animal le tir¨® un derrote al flequillo que se lo puso tan de punta como a los espectadores, a ¨¦stos por la impresi¨®n.Fueron los momentos de mayor emoci¨®n de la tarde, s¨®lo igualada por comprobar c¨®mo la bella y a?ejada l¨¢mina de tan bellos toros era estropeada por pitones muy sospechosos de afeitado. Excepto el ¨²ltimo, que no era sospechoso sino convicto y confeso de visista barberil. Derrot¨® en chiqueros y sus dos defensas (es un decir) se abrieron en mil pedazos. El sobrero que le sustituy¨® ya era normal en este aspecto; o sea, sospechos¨ªsimo.
Bayones / Espl¨¢, Vasques, Ni?o de la Taurina
Cinco toros de los Bayones, bien presentados, sin fuerzas, de juego desigual, sexto, de Gonz¨¢lez SanroM¨¢n, terciado y manso. Luis Francisco Espl¨¢: ovaci¨®n. Oreja. Rui Bento Vasques: oreja. Aviso, y silencio. Ni?o de la Taurina: ovaci¨®n. Palmas. Plaza de ?vila. Corrida de las Fiestas de Verano. 22 de julio.
Vasques todav¨ªa presenta secuelas del grav¨ªsimo percance que sufri¨® la temporada anterior y que le hacen cojear. Ello le impidi¨® lucirse, al compartir las banderillas con los otros dos coletudos. Sin embargo, en el resto de su actuaci¨®n fue el que m¨¢s se aproxim¨® a la ortodoxia taurina. En su segundo dibuj¨® deleitosos redondos, largos naturales y mandones pases de pecho, aunque le falt¨® un punto de ligaz¨®n. Se justific¨® de sobra, a base de valor con el marrajo quinto.
Luis Francisco Espl¨¢, perfecto como director de lidia, demostr¨® su cl¨¢sico conocimiento de los terrenos en el segundo tercio, en el cual juguete¨® con el toro disfrutando de lo lindo. Como tambi¨¦n conoce a los p¨²blicos, su mandanga en el primero la transform¨® en una pantomima efectista y pueblerina en el cuarto.
Ni?o de la Taurina apunt¨® con el tercero, pero no dispar¨®. Sus iniciales muletazos mandones de sometimiento no tuvieron continuidad porque se atropell¨®. El toro se dedic¨® despu¨¦s a lo que los malos defensas centrales: a buscarle los tobillos. El sobrero era un llaverito cence?o que se raj¨® y el torero se limit¨® a porfiarle valerosamente.
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