Homenaje a Ernesto Halffter
Ernesto Halffter recibi¨® anoche en el Festival de Santander -para el que escribi¨® en 1970 su ¨²ltima obra grande, Los gozos de Nuestra Se?ora, con texto del marqu¨¦s de Santillana- el primer homenaje despu¨¦s de su muerte, ocurrida el pasado d¨ªa 5 de julio. Se trataba de revisar su obra de plano, de lo que se encarg¨® un pianista muy unido al compositor, el canario Guillermo Gonz¨¢lez.Como Alb¨¦niz, Granados, Falla y Turina, Halffter entra en contacto con la m¨²sica a trav¨¦s del piano. Su profesor, el h¨²ngaro Fernando Ember, dio a conocer en 1922 sus primeras cosas: unos Crep¨²sculos, tocados de cierta influencia germana y sobre los que se alza t¨ªmidamente la sombra de Mussorgski. Antes hab¨ªa escrito una piececilla, que Ernesto recordaba y tocaba para los amigos, El cuco, y un Minuetto que regal¨® a Xim¨¦nez de Sandoval, amigo de El Escorial.En 1921 -el a?o en que Garc¨ªa Lorca dedica a Halffier su poemilla Cortaron los tres ¨¢rboles- compone Tres piezas inf¨¢ntiles, para piano a cuatro manos (serenata, vals y marcha), que pasan en versi¨®n guitarr¨ªstica a las manos de Segovia con el t¨ªtulo ingl¨¦s de Peacock-pie. En mayo de 1922 fecha Halfi`ter la Marche joyeuse, que se publica -como la suite- con una portada de Dal¨ª. En noviembre, Salazar, el c¨¦lebre cr¨ªtico de El Sol, comunica a Falla su descubrimiento. Dos a?os m¨¢s tarde, Halffter har¨¢ su primer viaje a Granada para convertirse en disc¨ªpulo de don Manuel.
Jos¨¦ Cubiles, el pianista gaditano que hab¨ªa estrenado las Noches en los jardines de Espa?a, programa las Danzas de la pastora y de la gitana, del ballet Sonatina, ejemplos del neoscarlattismo imperante puesto en circulaci¨®n por Falla.
Se public¨® al fin la Sonata de 1932, de estructura m¨¢s extensa y fantaseada, y en la que Kastrier ve un modelo de pianismo espa?ol. En ella est¨¢ la sombra de Scarlatti junto a, otras muy queridas por Halffter, incluido el romanticismo casticista de Granados. Para la Exposici¨®n de Par¨ªs 1937 nace La'espagnolade, visi¨®n ir¨®nica del t¨®pico pintoresco seg¨²n se entend¨ªa m¨¢s all¨¢ y m¨¢s ac¨¢ de los Pirineos.
Hay una gran pausa en la creaci¨®n pian¨ªstica del compositor, aun cuando no pueda olvidarse la preciosa Rapsodia portuguesa, para piano y orquesta, en la que los maestros dilectos de Halffter -Falla y Ravel- transparentan no pocos rasgos de su estilo junto a soluciones vecinas al Par¨ªs de los seis, Milhaud sobre todo. Con destino a su parentela germana, traza Ernesto un breve saludo pian¨ªstico, nunca editado y titulado Gruss. Tres bellas piezas con cierto regusto de sal¨®n (procedentes de partituras f¨ªlmicas y esc¨¦nicas) sirven en 1950 para acallar la impaciencia del editor, Max Eschich, de Par¨ªs. Se trata del interesante Preg¨®n y la Habanera (extra¨ªdas de Bamb¨²) y de la Serenata a Dulcinea, nacida en la m¨²sica incidental para la Dulcinea de Salvagem en 1944.
Un Llanto por Ricardo Vi?es, de 1945, preludia rasgos de Atl¨¢ntida, oratorio absolutamente desconocido entonces por Halffter, quien a partir de 1974 vuelve con mayor asiduidad al piano: Preludio y danza, del citado a?o; la Sonata homenaje a Scarlatti, inicialmente escrita para clave, en 1985; el Nocturno oto?al, en memoria de Rubinstein, encargo de la Fundaci¨®n Alb¨¦niz (1987), y tres homenajes m¨¢s dedicados a m¨²sicos desaparecidos (Mompou, Turina en su centenario y Rodolfo Halffter) deben situarse en 1988-1989. Ser¨ªa injusto olvidar la muy bien realizada transcripci¨®n plan¨ªstica de las Siete canciones populares, de Falla, que estrena Antonio Iglesias en La Coru?a el a?o 1950.
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