Dimensi¨®n pol¨ªtica de la acci¨®n sindical
Como han puesto de relieve distintos analistas sociales, es evidente que durante la etapa de expansi¨®n econ¨®mica los pa¨ªses beneficiarios del actual orden econ¨®mico internacional lograron la consolidaci¨®n de sus sistemas sociales y pol¨ªticos. Las masas trabajadoras conquistan una serie de servicios en el campo de la sanidad, de la vivienda y de la educaci¨®n. La sociedad de consumo impulsa el esp¨ªritu de gasto y se crean e incentivan necesidades para la adquisici¨®n y uso de objetos. La actividad publicitaria se convierte en el gran agente que agrede a la libertad y manipula al hombre. Se va moldeando,un hombre apto para consumir los productos de la industria. El poder se siente, seguro de s¨ª mismo, admite una dosis prudente de contestaci¨®n e integra las aportaciones cr¨ªticas en un universo unidimensionalizado.Durante la etapa de expansi¨®n econ¨®mica los sindicatos son un elemento esencial tanto para integrar a los trabajadores en el orden social como para obtener ventajas de la denominada nueva sociedad industrial. El Estado del bienestar, el pleno empleo, las prestaciones sociales y la igualdad de oportunidades parecen consolidar un orden social donde el crecimiento econ¨®mico parece continuo y el progreso t¨¦cnico ilimitado.
Es cierto'que el Estado del bienestar es solidario del Estado de guerra y que las fronteras del capitalismo avanzado estuvieron erizadas de conflictos en la etapa de expansi¨®n econ¨®mica, pero tambi¨¦n lo es que la felicidad consumista hab¨ªa llevado a una exaltaci¨®n neocapitalista que presentaba a esta sociedad como el despliegue m¨¢ximo de las posibilidades humanas.
Los sindicatos, a lo largo del per¨ªodo, tienen una cierta tendencia a desentenderse de la realidad social global, a especificar sus estrategias, intentando des?deologizar al m¨¢ximo -sus propuestas.
Con la crisis econ¨®mica, la incitaci¨®n al consumo y al lujo no pueden ser satisfechos en cada vez m¨¢s amplias zonas sociales. La tensi¨®n entre el espect¨¢culo del consumo y los bc'sillos vac¨ªos de los parados parece invitar a ¨¦stos (y especialmente a la juventud sin perspectivas) a una situaci¨®n de competitividad salvaje, de resignaci¨®n o de delincuencia. La sociedad de la escasez no puede proporcionar los bienes y servicios gratificantes e ¨ªntegradores.
Esta descripci¨®n de la sociedad actual plantea un primer interrogante: ?es posible mantener las conquistas de un Estado del bienestar (empleo, servicios sociales)? El aumento del paro, la intensidad de las desigualdades sociales, la disminuci¨®n de las prestaciones asistenciales y el descenso de la calidad de vida hace que este tipo de interrogantes se vuelvan a plantear en el propio centro del capitalismo avanzado.
Frente a las ilusiones de algunos sobre un crecimiento ininterrumpido y sobre un pacto social duradero entre capital y trabajo, la verdadera realidad del capitalismo avanzado ha aparecido mostrando la dura faz de una crisis implacable. La crisis ha aparecido y ha provocado una fragmentaci¨®n en la respuesta que los sindicatos hemos dado. Frente a brotes importantes de resistencia dura a los procesos de ajuste y reconversi¨®n, llegamos a una situaci¨®n en que la resignaci¨®n ante lo dado parec¨ªa el mandamiento de nuestro tiempo. Los medios de comunicaci¨®n presionan sobre las conciencias y repiten machaconamente la imposibilidad de ir m¨¢s all¨¢ del capitalismo o, lo que es lo mismo, la inevitabiidad de la pol¨ªtica econ¨®mica neoliberal que se realiza para salir de la crisis.
Resultados desalentadores
La situaci¨®n espa?ola es, en este sentido, especialmente preocupante. Los resultados sociales de la pol¨ªtica econ¨®mica de los Gobiernos, desde la transici¨®n, siguen siendo extraordinariamente desalentadores. A las altas cifras de paro y de pobreza real debemos a?adir la situaci¨®n de todos aquellos sectores que est¨¢n siendo golpeados m¨¢s duramente por dicha crisis (tercera edad, juventud, mujer, marginados sociales).
En este contexto es en el que hay que preguntarse sobre el modelo sindical que deseamos paranuestro pa¨ªs. ?Qu¨¦ papel nos est¨¢ reservando a los sindicatos si se adoptan formas neoliberales para salir de la crisis? Es evidente que, para ¨¦stas, los sindicatos no son sino elementos retardatarios que dificultan el libre juego de las fuerzas del mercado. Los sindicatos, sin embargo, quiz¨¢ tengamos que preguntarnos si se puede aceptar que una pol¨ªtica econ¨®mica que genera m¨¢s paro y m¨¢s desigualdad es la ¨²nica posible. La salida de la crisis econ¨®mica plantea problemas a las estrategias sindicales que no aparec¨ªan en la etapa de expansi¨®n econ¨®mica, cuando el crecimiento econ¨®mico parec¨ªa continuo y el desarrollo tecnol¨®gico ilimitado. Algunos de estos problemas son los siguientes. En nuestro pa¨ªs podemos constatar que existen, dadas las condiciones de acumulaci¨®n de capital producidas por el aumento de los excedentes empresariales, posibilidades de invertir para generar empleo. Los empresarios privado? ?tienen voluntad de invertir o prefieren sustituir la fuerza de trabajo por maquinarias m¨¢s sofisticadas y eficientes? Si esto es as¨ª, la pregunta que debemos hacernos es inevitable: ?una revoluci¨®n tecnol¨®gica, guiada y sostenida por la iniciativa privada seg¨²n las reglas del mercado, va a generar empleo o va a aumentar el n¨²mero de parados?
Si contestamos que nos tememos que vaya a aumentar el n¨²mero de parados, en ese caso tendremos que replantear la tesis de que cualquier medida de desnacionalizaci¨®n es progresista. ?Podemos seguir considerando a los empresarios privados como interlocutores privilegiados de la pol¨ªtica econ¨®mica? ?No habr¨¢ que replantear el papel del sector p¨²blico y de la planificaci¨®n econ¨®mica? Todas estas preguntas que realizamos sonpol¨ªticas, pues nos interrogamos sobre la pol¨ªtica econ¨®mica deseable para nuestro pa¨ªs. La raz¨®n por la que consideramos inexorable afrontar este tipo de debates es la siguiente: o los sindicatos tenemos una respuesta a estos problemas o el Estado nos impondr¨¢ la respuesta que haya decidido.
Bienestar y guerra
Anteriormente dec¨ªamos que el Estado del bienestar es solidario del Estado de guerra. Esta afirmaci¨®n, sin embargo, no se quer¨ªa reconocer en la etapa de expansi¨®n econ¨®mica, aunque se produjesen un sinfin de conflictos allende las fronteras o aunque se explotase a sectores importantes del Tercer Mundo. Hoy d¨ªa, sin embargo, los sindicatos, no ya por un problema ideol¨®gico-moral, sino por una realidad econ¨®mico- social, tenemos que preguntarnos: con el actual aumento de los gastos militares, ?es posible mantener las conquistas del Estado del bienestar? ?Los gastos en educaci¨®n, sanidad, vivienda, cobertura de desempleo, pensiones, son asumibles por el Estado si ¨¦ste tiene que incrementar paulatinamente sus presupuestos militares?
Al enfrentarnos con estos temas, inevitablemente tenemos que referirnos a esferas aparentemente (pero s¨®lo aparentemente) muy alejadas de la estricta esfera sindical. Siempre se nos puede contestar que no hay gasto militar que no remita a una determinada pol¨ªtica de defensa, y no hay pol¨ªtica de defensa que no remita a un determinado proyecto de pol¨ªtica exterior, y, en fin, que no se sabe qu¨¦ pinta un sindicato hablando de pol¨ªtica internacional. A esta tesis, un sindicalisrrio consciente de la magnitud de la actual crisis debe contestar argumentando que la necesidad de hablar de pol¨ªtica internacional viene del hecho de que no hay salidas m¨¢gicas ni unilaterales de la crisis. Por tanto, o los sindicatos, internacionalmente, llegamos a acuerdos que permitan hacer frente. a la actual estrategia neoliberal y armamentista o veremos c¨®mo las conquistas sociales van desapareciendo en el seno de] capitalismo avanzado.
Al hablar de conquistas sociales no debemos olvidar el descenso de la afiliaci¨®n sindical en general. Ello es especialmente preocupante en Espa?a. En nuestro pa¨ªs, en contraste con otros pa¨ªses europeos, el n¨²mero de afiliados a los sindicatos es escaso. Si a esto a?adimos la gran diferencia entre la pol¨ªtica social que ha desarrollado hist¨®ricamente el Estado espa?ol en contraste con la pol¨ªtica de otros pa¨ªses europeos, podemos afirmar que el gran reto del sindicalismo espa?ol en el futuro est¨¢ en lograr aglutinar no s¨®lo a los sectores actualmente afiliados, sino en extender nuestras bases entre los empleados no afiliados y a todos los sectores sociales expulsados del proc eso de producci¨®n: j¨®venes, mujeres, tercera edad, parados, trabajadores eventuales...
Para realizar esta tarea es imprescindible que nuestra UGT ofrezca una respuesta global a la actual situaci¨®n. Una respuesta en la que los problemas como la revoluci¨®n tecnol¨®gica, el aumento de los gastos militares o el reparto de la jornada de trabajo encuentren su articulaci¨®n en una estrategia racional y cre¨ªble para los trabajadores. Esta estrategia exige una rectificaci¨®n de la funci¨®n de los sindicatos en la etapa de expansi¨®n econ¨®mica y una profundizaci¨®n en los contenidos de una nueva cultura de izquierda que para llegar a ser realidad tendr¨¢ que ser internacional, y de ah¨ª la importancia de la estrategia conjunta de los sind¨ªcatos europeos frente a la ofensiva neoliberal.
Para el sindicalismo espa?ol, dado que ha sido el pariente pobre de la transici¨®n pol¨ªtica y que, adem¨¢s, se resiente de una serie de carencias en medios, en afiliaci¨®n y en recursos t¨¦cnicos, es una tarea dificil el ir parcheando los problemas cotidianos y el divisar un nuevo horizonte. Simultanear la respuesta coyuntural y el an¨¢lisis global es dificil, pero es imprescindible si nuestra UGT quiere progresar como agente emancipatorio con peso social.
Esta simultaneidad se hace m¨¢s f¨¢cil y m¨¢s eficaz si su b¨²squeda se puede realizar conjuntamente por la rama pol¨ªtica y la rama sindical de una misma familia cual es la familia socialista.
?Es esto a¨²n posible en Espa?a?
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