Botha anticipa su renuncia a la presidencia surafricana enfrentado a su sucesor
El jefe de Estado de Sur¨¢frica, Pieter Botha, anunci¨® anoche la dimisi¨®n a su cargo. se?alando que no le quedaba otra alternativa, ya que hab¨ªa sido ignorado por los miembros de su Gabinete. Botha atribuy¨® su renuncia a que no estaba de acuerdo en autorizar la visita de dos representantes del Gobierno surafricano a Zambia. Botha, un hombre resentido y violento, no supo seguir su propio credo pol¨ªtico: adaptarse o morir. Se hab¨ªa quedado progresivamente al margen de la corriente pol¨ªtica nacional. Fuentes del gobernante Partido Nacional (PN) temieron durante meses los estragos que Botha a¨²n pudiera infligir al partido durante la campa?a electoral, debido a su aparentemente irreflexivo y vengativo actuar.
Botha no pudo acostumbrarse a la p¨¦rdida de poder que provoc¨® su renuncia a la presidencia del Partido Nacional en el pasado mes de febrero. A¨²n no ha felicitado a Frederik de Klerk, que fue elegido como su sucesor y que hoy asumir¨¢ provisionalmente la jefatura del Estado surafricano. Pero a¨²n gozaba de una gran dosis de poder y su capacidad para crear problemas era grande.Cuando Botha accedi¨® hace 11 a?os a la jefatura del Gobierno surafricano (cargo que desde 1984 simultanea con la jefatura del Estado) augur¨® importantes transformaciones en el r¨¦gimen segregacionista de apartheid, al declarar que, si no se produc¨ªa un cambio pol¨ªtico, el pa¨ªs morir¨ªa. Ayer, en su discurso de dimisi¨®n, Botha rechaz¨® el plan de su sucesor de entrevistarse el 28 de agosto con el presidente de Zambia, Kenneth Kuanda. "No aprobar¨¦ una visita a Kuanda en esta fase", afirm¨®.
Botha dijo que Zambia apoya el prohibido Congreso Nacional Africano (ANC), que ten¨ªa previsto llevar a cabo acciones violentas durante la presente campa?a electoral para las elecciones del pr¨®ximo 6 de septiembre.Sin embargo, el encuentro del propio Botha el pasado mes con el l¨ªder encarcelado del ANC, Nelson Mandela, fue lo que posibilit¨® que en dos semanas se concretara la cumbre de Lusaka.Con su sorprendente encuentro con el l¨ªder del ANC preso, Botha anul¨® el papel atribuido al ANC durante a?os de ser el "peligro negro" que atacaba en el coraz¨®n del pa¨ªs desde los pa¨ªses vecinos. Botha hizo lo que sus opositores liberales hab¨ªan estado pidi¨¦ndole durante a?os, e inst¨® al Gobierno a que hiciera lo mismo: hablar con "el enemigo". Botha y Mandela manifestaron su compromiso con el desarrollo pac¨ªfico de Sur¨¢frica y no proclamaron una nueva pol¨ªtica. Pero Botha hab¨ªa elevado a Mandela al nivel de estadista y caus¨® a De Klerk importantes quebraderos de cabeza en cuanto a c¨®mo regir la situaci¨®n, que evolucionaba m¨¢s r¨¢pidamente de lo previsto, incluso respecto a la l¨ªnea reformista que se trasluc¨ªa este a?o en sus discursos. Pero el presidente Botha se hab¨ªa convertido en lo que varios expertos pol¨ªticos hab¨ªan llegado a llamar un "misil no guiado": dif¨ªcil de predecir y peligroso.
"Me est¨¢n ignorando"
Botha hab¨ªa empezado a anteponer su propia imagen a la del partido. En su discurso televisivo, se refiri¨® ayer a que los miembros del Gobierno le "ignoraban". "Es evidente para m¨ª que despu¨¦s de todos estos a?os de realizar un m¨¢ximo esfuerzo para el Partido Nacional y para el Gobierno y la seguridad de este pa¨ªs, ministros del Gabinete me est¨¢n ignorando. Consecuentemente, no tengo otra alternativa que la de anunciar mi renuncia a la Presidencia".
Los ministros hab¨ªan intentado que pusiera fin a su carrera pol¨ªtica con una mentira, sugiri¨¦ndole que dimitira por "motivos de salud". En su discuro, Botha alud¨ªo a la cuesti¨®n: "Les pregunt¨¦ qu¨¦ motivaci¨®n pod¨ªa tener para dar ese paso. Me contestaron que pod¨ªa haber dicho que era por mi salud". Una excusa que, de todas formas, nadie hubiera cre¨ªdo. El encontronazo frontal entre Botha y De Klerk hab¨ªa estado latente desde que ¨¦ste fuera elegido l¨ªder del Partido Nacional, el pasado mes de febrero. De Klerk hab¨ªa hecho un gran esfuerzo de delicadeza hacia Botha. El encuentro inicialmente previsto entre De Klerk y Kaunda fue aplazado por cortes¨ªa hacia Botha, hasta que ¨¦ste se hubiera retirado. Pero su resentimiento y falta de tacto ha restado apoyo al presidente saliente, incluso entre sus m¨¢s fervientes seguidores.
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