El final de un monopolio
EL FINAL del monopolio p¨²blico televisivo en Espa?a comenz¨® ayer: el Consejo de Ministros decidi¨® los nombres de los concesionarios de las tres nuevas redes privadas. Antena 3, Telecinco y Canal Plus tienen la obligaci¨®n de emitir a pleno rendimiento, todo lo m¨¢s, dentro de siete meses. Pero tampoco en esta ocasi¨®n se celebrar¨¢n unas elecciones generales bajo el signo de la pluralidad televisiva.Los agraciados por la decisi¨®n gubernamental -entre los que se encuentra una empresa, Canal Plus, participada al 25% por la sociedad editora de EL PA?S- han mostrado su satisfacci¨®n, como es l¨®gico. Los excluidos se sienten, tambi¨¦n l¨®gicamente, defraudados. Y uno de ellos, Univisi¨®n -participada al 25% por el grupo de prensa Zeta-, ha anunciado recursos contra la decisi¨®n gubernamental. Por encima del agrado de unos y el disgusto de otros, lo cierto es que todos se han visto abocados a competir en un marco legal restrictivo y que constituye una carrera de obst¨¢culos para los aspirantes, primero, y para los que han obtenido la concesi¨®n, despu¨¦s: reducci¨®n a no m¨¢s de tres canales privados; concesi¨®n por plazo determinado -10 a?os- de la utilizaci¨®n de una red que sigue siendo gestionada por el Gobierno; l¨ªmites a la participaci¨®n del capital; fijaci¨®n de cuotas para la emisi¨®n de producciones extranjeras; determinaci¨®n de los espacios destinados a la publicidad; obligatoriedad de emitir para una determinada extensi¨®n territorial con el objeto de impedir la formaci¨®n de televisiones locales o regionales, etc¨¦tera. Con el agravante de que, adem¨¢s, permanecen dos varas de medir; la televisi¨®n p¨²blica, que es tan comercial o m¨¢s que la privada, y que Se nutre tambi¨¦n de los Presupuestos del Estado o de las comunidades aut¨®nomas, sigue estando regida por una legislaci¨®n distinta en la que no se establecen las mismas limitaciones.
Estos l¨ªmites no empecen el reconocimiento de que ha sido finalmente este Gobierno -y no los anteriores de Su¨¢rez o Calvo Sotelo, ni mucho menos los de la dictadura- quien ha sacado a la luz las concesiones privadas de televisi¨®n. Ello constituye un avance indudable en el panorama informativo y en la pluralidad de medios de comunicaci¨®n en Espa?a: una contribuci¨®n a la modernizaci¨®n social, a la democracia pol¨ªtica y a la participaci¨®n de un mayor n¨²mero de ciudadanos. Para hacerlo, el PSOE ha tenido que renunciar a posiciones de r¨ªgido doginatismo que luc¨ªan en sus primeros programas electorales. El avance tecnol¨®gico habido en el campo de las comunicaciones y el papel preponderante que han pasado a desempe?ar el derecho a la informaci¨®n y la libertad de expresi¨®n en las sociedades democr¨¢ticas han obligado a los poderes p¨²blicos a una profunda revisi¨®n de sus criterios respecto de la televisi¨®n. Esto ha sucedido especialmente en los pa¨ªses europeos, en los que el control estatalista y la exclusiva gesti¨®n p¨²blica ejercidos desde el principio han saltado hechos trizas. Las exigencias de la opini¨®n estaBan adem¨¢s contra el monopolio. Los socialistas espa?oles, aferrados a un desfasado concepto de la televisi¨®n como servicio p¨²blico, han sabido no obstante buscar caminos -por estrechos que resulten- que mejoren la pluralidad de la oferta y aumenten la independencia de la misma.
La cadena participada y gestionada por el grupo PRISA, Canal Plus, ha escogido la modalidad de servicio mixto, con tiempos de emisi¨®n codificados, a los que tendr¨¢n acceso ¨²nicamente sus abonados, y otros abiertos a toda la audiencia. Este tipo de televisi¨®n, basada en la experiencia de Canal Plus de Francia, est¨¢ teniendo un ¨¦xito sin precedentes en el panorama televisivo mundial; su car¨¢cter mixto hace que se reduzcan considerablemente los riesgos financieros y que el mercado publicitario no se vea tan castigado por la-¨¢parici¨®n de nuevas cadenas. Pero, adem¨¢s, la presencia de Canal Plus en Espa?a -despu¨¦s de Francia, B¨¦lgica y probablemente la Rep¨²blica Federal de Alemania- incide en la construcci¨®n de un verdadero canal de televisi¨®n europeo. Se trata de una contribuci¨®n, al espacio audiovisual de la Europa sin fronteras. Con vistas al 1 de enero de 1993, cuando el mercado ¨²nico sea una realidad, es imprescindible que Espa?a cuente con grupos de comunicaci¨®n independientes y solventes que eviten la colonizaci¨®n absoluta de la industria cultural de nuestro pa¨ªs y maticen, cuando menos, la hasta ahora irresistible penetraci¨®n de los gigantescos conglomerados multinacionales.
PRISA ha acudido a la televisi¨®n con los mismos criterios de independencia, rigor intelectual y moral y profesionalidad que rigen en los otros medios de comunicaci¨®n en que est¨¢ presente, comenzando por EL PA?S. Las tres sociedades que han obtenido la concesi¨®n est¨¢n avaladas por grupos y empresas no s¨®lo con probada solvencia financiera sino, sobre todo, con una larga trayectoria a sus espaldas de servicio a la comunidad y de ejercicio profesional. Son de ideolog¨ªa diversa y contribuir¨¢n con ello a potenciar el pluralismo de opiniones en nuestro pa¨ªs. Por eso es de lamentar la actitud irascible de uno de los perdedores en el concurso, que, en nota hecha p¨²blica, ha acusado de diversos delitos al Gobierno -fraude de ley y prevaricaci¨®n, entre ellos-, asegurando que interesesparticulares de algunos ministros se hab¨ªan involucrado en el r¨¦gimen de concesiones. Nos preguntamos si no estamos ante los resultados del amarillismo creciente en sectores de la Prensa espa?ola. Lanzar sin ninguna prueba acusaciones de ese g¨¦nero -que implican al Gobierno y a los concesionarios- supone ejercitar la calumnia y la difamaci¨®n. Cosas as¨ª recuerdan al jugador que, cuando pierde, tira la mesa por los aires y acusa de trampas a los dem¨¢s. Es urgente saber si todos los socios de Univisi¨®n participan de ese gesto. Pero no podr¨ªa encontrar el Gobierno mejor explicaci¨®n de su decisi¨®n de negarle un medio de comunicaci¨®n tan sensible a quien con tanta ligereza se comporta.
El monopolio ha tocado su fin. La libertad televisiva merece desde luego horizontes m¨¢s amplios que la estricta concesi¨®n de tres canales. Y la libertad a secas merece tambi¨¦n un esfuerzo de todos por no invadir la libertad del otro a la hora de defender la propia. Lecci¨®n que todav¨ªa tenemos pendiente la Prensa y los medios de la Espa?a de la democracia.
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