Sobre las drogas
Ha estallado. Por fin ha estallado Colombia. El pueblo entero y los poderes p¨²blicos se han lanzado desesperadamente, decididos a acabar con una situaci¨®n insostenible para ellos: el imperio del narcotr¨¢fico.Pero nos queda muy lejos. Estamos demasiado acostumbrados a o¨ªr horrores sobre Suram¨¦rica. Nos parecen mal o bien, pero nada podemos hacer ni contra la lucha de Nicaragua, ni contra la dictadura de Pinochet, ni contra la situaci¨®n econ¨®mica de Argentina, etc¨¦tera. Esperamos que arreglen sus problemas, pero nosotros nada podemos hacer.
Por Colombia es distinto. ?Claro que podemos hacer algo! Podemos solidarizarnos con un pueblo que sufre y se destruye no consumiendo coca¨ªna. Me ca... en todos los marchosillos de turno, pol¨ªticos del tres al cuarto, yuppies reci¨¦n nacidos, integrantes de las diversas movidas y locuras veraniegas que, para pasarlo bien, toman coca¨ªna a costa de la desgracia de un pueblo.
Imagino que leer¨¢n estos d¨ªas las noticias procedentes de Colombia y ni por un momento se les helar¨¢ la sangre pensando en que est¨¢n colaborando activamente con el narcotr¨¢fico. En el mundo de la droga se pueden distinguir tres grupos: los listos, los tontos y los pobres. Los listos son los que se enriquecen a costa de ella, los traficantes con mansiones impresionantes, aviones privados, yates maravillosos y millones de d¨®lares. Despu¨¦s est¨¢n los tontos que son los consumidores, que permiten que los listos se enriquezcan a su costa. Y por ¨²ltimo est¨¢n los pobres, que son los que sufren las consecuencias de unos y otros. Son los padres y familias de los drogadictos, son sus hijos que nacen, a veces, con mono, son los hu¨¦rfanos y viudas de todos los asesinados en Colombia. Son todas esas pobres gentes que sin tener culpa de nada se encuentran siendo v¨ªctimas de este azote del siglo XX.
Se me ocurre una soluci¨®n para acabar con los listos y que dejen de sufrir los pobres: acabar primero con los tontos. S¨®lo hace falta un poco de solidaridad, de respeto a los derechos humanos y, en fin, algo de buena voluntad.-
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