Sin lugar a discrepancias
Ricardo Garc¨ªa Damborenea, ex secretario general de los socialistas vizca¨ªnos, denuncia en esta carta dirigida al presidente del Gobierno y secretario general del PSOE, Felipe Gonz¨¢lez, las contradicciones que ve en este partido. Por otra parte, le comunica la constituci¨®n de la corriente de opini¨®n Democracia Socialista.
Querido Felipe:Aprovecho el comienzo del curso pol¨ªtico para informarte, como secretario general, de que he adoptado la resoluci¨®n, con otros compa?eros, de difundir una corriente de opini¨®n en el seno del partido, de acuerdo con las previsiones de nuestros estatutos.
La experiencia demuestra que cualquier esfuerzo de buena voluntad que intente, desde la mayor¨ªa actual, variar el curso de los acontecimientos, es est¨¦ril. El inmovilismo ha cegado los caminos donde debiera ser posible exponer una opini¨®n o sostener un debate. Por ejemplo, el Comit¨¦ Federal opera como un coro del equipo directivo; las organizaciones territoriales se han convertido en meras delegaciones de Ferraz; en el grupo parlarnentario cunde una sospechosa equiescencia, los tres ¨²ltimos congresos han degenerado en simples escenificaciones triunfal¨ªstas de una representaci¨®n ensayada antes y en privado. Es decir, nuestras estructuras organizativas, que no parecen dise?adas para encauzar las contradicciones, sino para anularlas, son muy eficaces para transmitir consignas o recoger adhesiones, pero inoperantes cuando se pretende tomar decisiones desde el pluralismo. As¨ª es como, entre el desencanto de buena parte de los socialistas, se nos ha transformado el partido en un simple aparato al servicio del poder, en una m¨¢quina electoral.
Todo esto, naturalmente, no es casual. Si ha desaparecido el debate no es porque los militantes est¨¦n distra¨ªdos, carezcan de inter¨¦s o les falte imaginaci¨®n. No queda lugar para la discrepanc¨ªa porque no quer¨¦is que exista. Tener opini¨®n y expresarla se ha convertido en un delito punible que muchos purgan, porque no se les ofrece m¨¢s alternativas que callar, largarse o sufrir las consecuencias. Resulta peligroso hablar, no conviene parecer inteligente y hasta la eficacia puede ser sospechosa. En suma, estamos propiciando una militancia pasiva y silenciosa all¨ª donde tendr¨ªa que bullir la libertad y la imaginaci¨®n.
Letra muerta
Parece, pues, deseable difundir entre los compa?eros la necesidad de evitar que contin¨²e degrad¨¢ndose la situaci¨®n, y animarles a que defiendan sus opiniones y sostengan unos derechos que se van convirtiendo paulatinamente en letra muerta.Se trata de defender un partido que naci¨® para propiciarlos y extenderlos a toda la sociedad; que sin duda est¨¢ representado por la direcci¨®n, pero que es mucho m¨¢s que ella, lo constituye una militancia viva, una historia centenaria -hecha de sacrificios,y, sobre todo, un sistema de valores caracter¨ªsticos de socialismo democr¨¢tico. Se trata de defender todo eso, que no forma parte del patrimonio personal de nadie. Y de defenderlo en la pr¨¢ctica, no ¨²nicamente de palabra.
Creo que una buena parte del problema radica en la excesiva Concentraci¨®n de poder que hemos favorecido. La estructura org¨¢nica, la rentabilidad electoral y el conformismo de los beneficiarios permiten hoy que una sola persona haga, deshaga, acierte, yerre o rectifique, sin que al resto le corresponda m¨¢s papel que el de comparsa propagandista. Y esto hasta una grado en que, como nadie discute, aunque quiera, porque no se le da oportunidad, dicho poder carece de control. De manera que hemos permitido que se transforme el partido en una organizaci¨®n personal desprovista de opini¨®n -o que renuncia a ejercerla por conveniencia- y que se limita a sostener la de su l¨ªder. Convendr¨¢s conmigo en que la situaci¨®n es arriesgada. De seguir as¨ª bien pudiera ocurrir que efect¨ªvamente el partido quede reducido a tu figura y a tus criterios, con lo que, si un d¨ªa dejas de dirigirlo, tal vez no quede nada.
Sin embargo, debiera ser obvio que ni el PSOE, ni el socialismo, se reducen a tus planteamientos y, por tanto, que no pensar como t¨² no s¨®lo no perjudica al partido, sino que lo enriquece hoy y asegura la supervivencia de ma?ana. Urge, pues, se?alar claramente las diferencias para desmantelar esa ramplona impresi¨®n de unanimidad que ofrecemos y evitar que la confusi¨®n se perpetue.
Porque la acumulaci¨®n de poder no alcanza s¨®lo a las decisiones. Conlleva el monopolio del discurso, de las ideas y de los valores. Autoriza para definir el bien y el mal, lo socialista y lo progresista (tanto si se trata de modelo de sociedad, la tasa de beneficios, el tipo de banca o el papel de los sindicatos) y conjurar las discrepancias con el sambenito de la ignorancia o la mala intenci¨®n.
No quiero que entiendas esto como una censura. La situaci¨®n que describo la hemos creado entre todos. Pero pienso que no es buena, por muy recta que fuere tu intenci¨®n. No conviene que cualquiera que se halle en tus circunstancias redefina el partido seg¨²n su peculiar y personal manera de ver las cosas y de entender lo que es la izquierda el progreso, la libertad o la democracia.
Claro est¨¢ que sostener esta afirmaci¨®n obliga a ofrecer opciones alternativas que sean o¨ªdas (desde el respeto a la igualdad de oportunidades). Eso es lo que vamos a intentar para combatir la confusi¨®n actual, que no nos parece deseable ni para el partido, ni para el socialismo, ni para el pa¨ªs en su conjunto.
Corriente de opini¨®n
Porque, adem¨¢s, es que no estamos de acuerdo en los hechos. Por eso, aunque todo lo dicho no bastara, se justificar¨ªa la difusi¨®n de una nueva corriente de opini¨®n por las diferencias de criterio que provoca la pol¨ªtica que desarrollamos desde el Gobierno con el aval (que no el control, y a veces ni el conocimiento) del partido.Tiempo habr¨¢ de pormenorizar sobre aciertos, errores, carencias y grados de eficacia o ineficacia administrativa. Tampoco voy a insistir ahora en qu¨¦ cosas y cu¨¢les sobran en la pol¨ªtica del Gobierno. S¨ª te adelanto que, en mi opini¨®n, ni estamos en el buen camino ni existen indicios de que podamos recuperarlo. Ya s¨¦ que la pol¨ªtica es el terreno de lo opinable y, en consecuencia, que las cosas que a uno le parecen excelentes pueden no gustar a otros. As¨ª es que, sin pretender poseer la verdad, creemos necesario un cambio de rumbo que ser¨¢ preciso reclamar porque no pareces dispuesto a realizarlo. Y no me refiero s¨®lo a la pol¨ªtica socioecon¨®mica. Hay otras muchas cosas que no nos gustan porque parece que perjudican nuestros objetivos o que est¨¢n re?idas con nuestros valores, no nos gusta que se persiga el poder por el poder. No nos gusta que se fomenten los monopolios, sean financieros, pol¨ªticos o informativos. No nos gusta tu aversi¨®n por los contrapoderes. No nos gusta que se desmovilice a los ciudadanos, que se estimule su pasividad. No nos gusta que pasemos a trav¨¦s de la estructura social del tardofranquismo sin modificarla. No nos gusta que un pa¨ªs donde no ha tenido jam¨¢s ocasi¨®n de germinar una cultura de izquierda tengan que ser nuestro dirigentes quienes la agoten reci¨¦n nacida. No nos gusta que en Espa?a se mantengan o crezcan desigualdades en renta, en libertad o en informaci¨®n. No nos gusta que vivamos bajo la carga de una permanente contradicci¨®n entre lo que ofrecemos y lo que damos; lo que sostenemos en Estocolmo y lo que pr¨¢cticamos en Espa?a; lo que predicamos en las campa?as electorales y lo que realizamos desde el Gobierno...
Como ves, proponemos una reflexi¨®n global que alcance al fondo y a la forma, a los objetivos y a los m¨¦todos. Pretendemos corregir el proyecto, para realizar otra pol¨ªtica y aplicarla con otros modos, sin ambig¨¹edades calculadas, sin contradicciones, estimulando la participaci¨®n, desarrollando contrapoderes; en una palabra, pensando tambi¨¦n en el futuro del pa¨ªs. Porque lo que verdaderamente importa es asegurar que las cosas van a ir mejor incluso cuando no estemos en el Gobierno. El paso de los socialistas por el poder tiene que dejar huella, y nuestros cambios no se pueden limitar, siendo ello bueno e indispensable, a la mejor gesti¨®n de las cuentas del reino (que tampoco van bien). Responsabilidad nuestra es dejar arraigados h¨¢bitos de comportamiento democr¨¢tico, controles de la gesti¨®n administrativa, mecanismos de participaci¨®n para los trabajadores, el buen funcionamiento de los servicios p¨²blicos, y, por encima de todo, una normativa que asegure la correcci¨®n progresiva de las desigualdades e inculque en los ciudadanos, no s¨®lo la conciencia de sus derechos, sino la voluntad de sostenerlos y el marco legal que los ampare. Si no dejamos a nuestra espalda una sociedad m¨¢s justa, m¨¢s igualitar¨ªa, ?para qu¨¦ estamos en el Gobierno? Se?alo todas estas cosas a vuelapluma, porque van a constituir los ejes principales de nuestra actividad como corriente. Ya s¨¦ que el discurso no es nuevo. No son declaraciones de intenci¨®n lo que reclamamos, sino una pol¨ªtica que en su pr¨¢ctica diaria plasme esas intenciones.
En una palabra, esta humilde disidencia se va a constituir para mejor servir al partido, como instrumento de cambio social, a su coherencia y a los intereses que protege. Creo que dentro de nuestra organizaci¨®n existen puntos de vista alternativos para todo, en una l¨ªnea moderada que tenga algo que ver con lo que en Europa se hace. Debemos intentar difundirlos para que dispongan de ellos -Y puedan escoger con m¨¢s fundamento- quienes en ¨²ltimo t¨¦rmino deciden, sean militantes o electores.
Vaya por delante que una disi dencia, tal y como la entendernos, no implica discordia, sino muy saludable pluralismo. Ya sabes que en cuanto de nosotros dependa no es de temer la menor deslealtad hacia el partido del que formamos parte, y con cuyos postulados y militantes nos sentimos solidar¨ªos. Al fin y al cabo, nacemos como corriente para mejor defenderlo. Pero no somos capaces de concebir nuestra organizaci¨®n sin asociar a su imagen la idea de libertad, el esp¨ªritu cr¨ªtico y el af¨¢n por combatir los abusos
de quienquiera que mande.
Como por fuerza hemos de seguir hablando de estas cosas, no quiero distraer m¨¢s tu atenci¨®n de hoy. En lo personal sabes que sigues contando con mi aprecio y mi amistad.
Te ruego comuniques a la Comisi¨®n Ejecutiva la constituci¨®n de esta corriente para los efectos oportunos. Vamos a operar bajo la denominaci¨®n de Democracia Socialista. Ya s¨¦ que es una redundancia, pero lo que sobreabunda no da?a. Como proclamaba no hace mucho el compa?ero Willy Brand: ?Osemos m¨¢s democracia!.
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