El turismo, cuesti¨®n de Estado
La publicaci¨®n de las ¨²ltimas cifras del turismo, relativas al mes de julio y que confirman la crisis del sector, no han deparado sorpresas. El autor recuerda que el sector lo ven¨ªa anunciando reiteradamente desde hac¨ªa meses, y afirma que Espa?a no puede permitirse el lujo de dejar de ser competitiva a dos a?os de la realizaci¨®n del gran mercado de 1992 y a cuatro meses del A?o Europeo del Turismo.
En un marco de inflaci¨®n creciente, d¨¦ficit exterior galopante y ausencia pr¨¢cticamente total de est¨ªmulos al ahorro, s¨®lo faltaba la guinda del deterioro de los ingresos por turismo.En este panorama inquietante de la realidad, que no entelequia, de la econom¨ªa nacional, se constata que es necesario atajar cuanto antes el deterioro de la imagen tur¨ªstica de Espa?a.
No hac¨ªa falta ser profeta, sino estar informado de la evoluci¨®n del ejercicio 1988 y previsiones para el presente para intuir que de no coordinarse eficazmente los esfuerzos en aras de "una pol¨ªtica de realidades, y no de meras intenciones" se iba a ir de mal en peor. ,
En todas las reuniones profesionales se detectaban los problemas que iban a acontecer. Sin embargo, las administraciones competentes no ofrecieron una respuesta r¨¢pida y eficaz, infravalorando los posibles efectos que se podr¨ªan derivar de tales circunstancias.
No obstante, desde la Administraci¨®n central se dice apostar por un turismo de mayor calidad, quiz¨¢ como objetivo prioritario para salir de "este alarmismo aritm¨¦tico", seg¨²n declar¨® recientemente el ministro del ramo (ver hemeroteca de la primera quincena de agosto). No s¨®lo desde el Gobierno se reconoce, sino por la propia sociedad, que el turismo es una de nuestras principales industrias, que representa aproximadamente el 10% del PIB y m¨¢s del 8% del consumo privado, que genera centenares de miles de puestos de trabajo directos y otros tantos inducidos, y que es el b¨¢lsamo que ven¨ªa enjugando hasta la fecha los males cr¨®nicos de nuestros intercambios de bienes y servicios.
Ante estas evidencias, resulta sorprendente que la cantidad total invertida o gastada por Tur Espa?a -organismo competente de nuestra promoci¨®n exterior asciende en el presente ejercicio a 4.750 millones de pesetas, frente a los 8.531 de Fasa Renault, los 5.953 de Citro?n y los 5.522 de El Corte Ingl¨¦s, cantidades todas ellas invertidas en publicidad nacional durante el pasado a?o.
?De qu¨¦ sirve al sector tur¨ªstico ser la principal fuente de ingresos de divisas de nuestro pa¨ªs? ?Qu¨¦ importancia social, y ya no s¨®lo econ¨®mica, tiene el que contribuya significativamente a la lucha contra el paro y al desarrollo de las peque?as y medianas empresas?
Cuando la alta temporada tur¨ªstica -?qu¨¦ eufemismo!- est¨¢ ya en su recta final, cuando los ciudadanos regresan mayoritariamente de su descanso estival, necesitan que se les diga claramente, tienen derecho a ello, sin p¨²dicos ambages macroeon¨®micos, preciosismos literarios o disquisiciones dial¨¦cticas, qu¨¦ es lo que pasa con nuestra vital industria nacional. ?C¨®mo, de la noche a la ma?ana, esto se ha podido torcer!
Diagn¨®stico de la situaci¨®n
Ante el simple ejercicio de repasar lo mucho que se ha escrito y comentado en los medios de comunicaci¨®n, tan s¨®lo en el ¨²ltimo mes de agosto, el ciudadano est¨¢ perplejo y le sorprenden las estad¨ªsticas farragosas y contradictorias barajadas, los sofismas y afirmaciones que se han vertido a lo largo y a lo ancho de esta entra?able piel de toro que es Espa?a. A la hora de hablar de turismo, constatamos que a todos, como consumidores, nos afecta.
Hablar de turismo es, sin duda, hablar de ocio y cultura, de descanso y diversi¨®n. Por si esto fuera poco, la industria tur¨ªstica, como se conoce y reconoce, al menos en teor¨ªa, es un pilar insustituible de nuestra econom¨ªa y factor de bienestar socioecon¨®mico.
Por ello, el turismo no es s¨®lo una pieza importante en el engranaje del motor de nuestra econom¨ªa, sino tambi¨¦n una cuesti¨®n de Estado, que los poderes p¨²blicos garantizar¨¢n, como queda patente a lo largo del t¨ªtulo tercero de nuestra Constituci¨®n.
?Cu¨¢l es el diagn¨®stico de la situaci¨®n en que se encuentra el sector? Todos coincidimos pr¨¢cticamente en afirmar que se ha producido un deterioro de la imagen del turismo acompa?ado de una ca¨ªda de competitividad.
?Y sus causas principales?
Partimos de la premisa de lo hipersensible que es el turismo y c¨®mo acusa cualquier problema que se plantee o detecte, para que se produzcan, casi en cascada, cancelaciones o desv¨ªos a otros mercados receptores competitivos que est¨¢n en la mente de todos. En concreto, los motivos van desde la oferta pintoresca de alojamientos extrahoteleros no legalizados, pasando por las deficiencias en los transportes y comunicaciones, hasta la inseguridad ciudadana, la sanidad, la big peseta, etc¨¦tera. ?ste es el marco de la triste realidad sobre la que nos movemos. Adem¨¢s, las guerras de precios de los operadores tur¨ªsticos extranjeros, lejos de beneficiar al consumidor, deterioran la calidad de los servicios a prestar. ?Con estos mimbres se puede aspirar a captar un turismo de mayor calidad? ?C¨®mo lograr paliar los efectos nocivos del panorama descrito?
No creemos que sean imprescindibles almuerzos multitudinarios, aislados en el tiempo con la Administraci¨®n, sino trabajo planificado, serio y eficaz, en el que todos unidos -empresarios, administraciones p¨²blicas y sociedad- permita conservar y acrecentar este oro negro que es el turismo. Queremos que se haga un seguimiento de los problemas, profesionalizando los estudios con el fin de obtener resultados pr¨¢cticos.
Cualquier tipo de soluci¨®n pasar¨¢ por el trabajo coordinado de todos los sectores con quienes tienen la responsabilidad ¨²ltima en la gesti¨®n pol¨ªtica del turismo.
No podemos permitirnos el lujo de dejar de ser competitivos en un pa¨ªs como el nuestro, a dos a?os de la realizaci¨®n del gran mercado de 1992 y a escasamente cuatro meses del A?o Europeo del Turismo.
No debemos olvidar lo que el turismo nos reporta al bienestar socioecon¨®mico y pol¨ªtico del pa¨ªs. El problema es, sin duda, complejo, pero no por ello irresoluble.
es ahogado y profesor de universidad.
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