La guerra de las sombrillas
De repente se forma un tumult¨® en un sector de la ya ritual terraza del Guria, ap¨¦ndice del chafardeo, el cambalache y el beso de Judas, y se apercibe a Ernesto Navarri, el gerente, desalojando a unas mujeres ante la mirada severa de dos pitufos con cara de haber pasado lista a las 6 horas p. m. "Que no soy yo, se?ora, explica, levantando a pulso una mesa,"que es la polic¨ªa".Todo esto bajo la mirada muscular de un enorme Batman que roza con la bota izquierda la fachada del bar. Dice Navarri sard¨®nico: "Me han pedido que retire las mesas de m¨¢s que he preparado por lo del festival. A lo mejor es que tapan al mu?eco ese". Y luego insin¨²a ciertos manejos, casi como en una g¨¢nster, y prohibici¨®n, referidos a la marca de cerveza que campea en sus sombrillas, "por cari?o, que no por lucro", y que presuntamente le har¨ªa la competencia a otra firma espumosa enarbolada en otra terraza pr¨®xima.
Cosa municipal
Navarri se dirige a Diego Gal¨¢n, el director del certamen. El director se inhibe: "Es cosa municipal". Pero a los pitufos, seg¨²n se averigua, los han llamado los organizadores. A su modo de ver sobran mesas: no hay que mezclar el maynapax con la hosteler¨ªa. Navarri, por su parte, argumenta dolido que se va a ver obligado a despachar a las marujonas del caf¨¦ con leche fr¨ªo y eterno casi en plan parqu¨ªmetro, de hora en hora.
"Esto es una instituci¨®n en el festival, y que conste que no lo he agrandado para provecho m¨ªo, sino para la comodidad del p¨²blico, y adem¨¢s, es una vez al a?o". Y a todo esto el Batman de tablex con los b¨ªceps tensos, dilucidando qui¨¦n ser¨¢ el pillo de la pel¨ªcula.
Todos van de Batman, con gafas negras. Las Ray-Ban se entrechocan en los abrazos. A la puerta de la jefa de prensa, Genoveva Gastaminza, cola y sudor para sacar la acreditaci¨®n. Mucho acento trasnoce¨¢nico.
Al jolgorio se ha apuntado una banda de escoceses que estaban en el festival de Getxo y han pedido conocer Donostia y que aderezan estos preliminares con maullidos de gaita, pedorroteos de tambor y mugidos de sargento mayor. Gastaminza, con un tel¨¦fono en cada oreja, se inventa un tercer brazo para pedir tabaco. Pero Batman ni fuma, ni bebe cerveza ni, nos tememos, va al cine.
Lo cierto es que las secuencias se suceden a ritmo vertiginoso -"a 24 im¨¢genes por segundo, cinco minutos de retraso significan una p¨¦rdida de 7.200 im¨¢genes", se advierte con estilo cartesiano en el programa manual para rogar puntualidad y que ninguno de los realizadores aqu¨ª presentes se decide a elaborar el gui¨®n del festival, la pel¨ªcula ajena a la pantalla. Y van ya 37.
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