Por la libertad sindical y la democracia, Ant¨®n
MANUEL ZAGUIRREAnte la propuesta planteada recientemente por el secretario de organizaci¨®n de UGT, sobre la sindicaci¨®n obligatoria de los trabajadores, el autor se pregunta en qu¨¦ fuerzas pol¨ªticas piensa apoyarse para lograr una reforma constitucional que le d¨¦ amparo, proponiendo a cambio mayor libertad e imaginaci¨®n.
No es nada grato a estas alturas tener que escribir un art¨ªculo con este t¨ªtulo. Pero no hay m¨¢s remedio.Hay muy pocos d¨ªas. Ant¨®n Sarac¨ªbar, n¨²mero dos de UGT, al parecer se descolg¨® con unas declaraciones harto significativas e inquietantes, pese al escaso eco que obtuvieron, tal vez debido esto ¨²ltimo a que agosto ha estado cargado de platos fuertes informativamente hablando.
Escud¨¢ndose en una deseable potenciaci¨®n de los sindicatos, ven¨ªa a proponer Ant¨®n, lisa y llanamente, la sindicaci¨®n obligatoria de los trabajadores como tr¨¢mite simult¨¢neo a la obtenci¨®n de un puesto de trabajo (aunque no lo explicitaba, cabe pensar que la, obligatoriedad se aplicar¨ªa tambi¨¦n a los que ten¨ªan trabajo antes de su entrada en vigor). A?ad¨ªa Ant¨®n a esa sugestiva propuesta la de que se terminaran para siempre las elecciones sindicales y se suprimieran los comit¨¦s de empresa y delegados que de ¨¦stas emanan, y que el actual status quo de representatividad sindical se diera por v¨¢lido a perpetuidad sin el engorroso tr¨¢mite electoral cuatrienal. Sin duda cur¨¢ndose en salud, Ant¨®n adobaba estas ideas luminarias confesando que estaban al corriente de ellas CC OO y ELA-STV, que ten¨ªan por objeto homologar nuestro sindicalismo a los modelos europeos (qu¨¦ man¨ªa ¨¦sta de inventarse Europas para justificar- aberraciones dom¨¦sticas), y que la terapia de la obligatoriedad sindical era la m¨¢s adecuada para unos trabajadores enfermos de individualismo e insolidaridad, males end¨¦micos de esta plaga liberal que no cesa.
Quiero enjuiciar brevemente estos mensajes que emite la direcci¨®n de UGT (no creo que Ant¨®n hable a t¨ªtulo personal ni fruto de pasajeras turbaciones caniculares).
En primer lugar, a m¨ª no me produce sorpresa ni esc¨¢ndalo esta nueva andanada. La tentaci¨®n neoverticalista de UGT viene de lejos, y con esto no pretendo ofender: es una cuesti¨®n de modelos, como ellos dicen. Hace muy pocos a?os se descolgaron con el llamado "canon por negociaci¨®n colectiva", una f¨®rmula de cuota obligatoria a expensas de que la negociaci¨®n colectiva es un supuesto servicio sindical. Nuestra dur¨ªsima reacci¨®n, entre otras, contra ese canon les disuadi¨® no tanto a abandonar la idea como a aparcarla por considerar que no estaba madura. Creo recordar que fue el propio Ant¨®n el mayor apologeta de la ley org¨¢nica de Libertad Sindical (eran tiempos id¨ªlicos entre el Gobierno padre y el sindicato hermano), tina coartada legislativa para consolidar el bisindicalismo y cerrar a las minor¨ªas todo cauce para acceder a la condici¨®n de "m¨¢s representativas",, Y, por supuesto, Ant¨®n y el cuadro directivo del que forma parte han sido impulsores en exclusivo provecho de leyes expolio como la del patrimonio sindical acumulado, o de normativas electorales groseramente antidemocr¨¢ticas y propiciadoras del fraude.
Reforma constitucional
Con estos antecedentes todo es posible. Pero, no obstante, ¨¦stos ¨²ltimos destapes son crudos de verdad. Tanto como incongruentes. ?Conoce Ant¨®n la Constituci¨®n? ?Conoce que consagra la libertad sindical en la m¨¢s amplia y matizada acepci¨®n, individual y colectiva? ?Conoce que en ella el derecho al trabajo adquiere rango de derecho natural? ?Se da cuenta Ant¨®n de lo impresentable que es combatir una pol¨ªtica econ¨®mica porque niega u obstruye el ejercicio universal del derecho al trabajo, y al mismo tiempo pretender mediatizar ese derecho con la sindicaci¨®n obligatoria? Me consta, sin retint¨ªn alguno, que Ant¨®n conoce la Constituci¨®n y que ha luchado por ella como tantos. Entonces, ?en qu¨¦ fuerzas pol¨ªticas piensa apoyarse Ant¨®n para lograr una reforma constitucional que d¨¦ amparo a la sindicaci¨®n obligatoria?
S¨®lo hay una respuesta: m¨¢s y m¨¢s libertad, m¨¢s y m¨¢s imaginaci¨®n creativa para organizar una clase trabajadora dispersa y rota, para recomponer y actualizar su quebrantada estructura de valores ideales, para restablecer su unidad y solidaridad esenciales.
Contra los males profundos que aquejan al movimiento sindical espa?ol y a su relaci¨®n org¨¢nica y representativa con las clases trabajadoras y las mayor¨ªas sociales, aplicar la sindicaci¨®n obligatoria ser¨ªa equipararnos a aquel doctor quevediano que curaba a los pacientes mat¨¢ndolos. Convencer en libertad, no vencer negando ¨¦sta; de eso se trata siempre en democracia.
Respecto a la necesidad de encontrar otras f¨®rmulas de legitimaci¨®n representativa de los sindicatos, estoy de acuerdo con Ant¨®n, y ¨¦l lo sabe. Sugiero, por ejemplo, que se tenga en cuenta el comportamiento de cada sindicato en el per¨ªodo de la resistencia antifascista; ello unido a la comprobaci¨®n fehaciente del n¨²mero de afiliados al corriente de cuota de cada sindicato; y tambi¨¦n, por supuesto, el de la audiencia electoral de cada quien. Ser¨ªa un sistema m¨¢s diverso y ponderado de legitimaci¨®n representativa, tanto a nivel nacional como sectoriales, o de empresa incluso.
Elecciones sindicales
En lo que no puedo estar de acuerdo es en que un nuevo zarpazo legislativo suprima las elecciones sindicales- y con ellas los comit¨¦s- y los porcentajes actuales se mantengan a perpetuidad sin ravalidarlos nunca m¨¢s. Suena como a mucho morro, que dir¨ªa el castizo. Sobre todo, porque el actual estado de privilegios representativos emana de un solo baremo, el electoral, y las elecciones sindicales entre 1978 y hoy han estado basadas, como dec¨ªa, en normativas objetivamente antidemocr¨¢ticas, fraudulentas per se y propiciatorias del fraude.
No se trata de suprimir las elecciones como una de las f¨®rmulas de medici¨®n representativa, sino de garantizar la celebraci¨®n libre y democr¨¢tica de las mismas, as¨ª como la pureza de sus resultados y el control de los mismos. Hay que acabar, eso s¨ª, con procesos electorales que est¨¢n bajo el arbitrio del Gobierno y de los dos sindicatos mayores; hay que democratizar en profundidad la ley electoral sindical que garantice igualdad de oportunidades e iniciativa a, todos los sindicatos; hay que confiar al poder judicial la tutela del proceso electoral y sus resultados, no al Ministerio de Trabajo m¨¢s UGT-CC OO como ahora ocurre.
Por estos m¨ªnimos principios democr¨¢ticos venimos clamando desde la USO para que la representatividad sindical de cada sindicato quede fuera de toda sospecha, y para que los mismos presidan el desarrollo sindical en nuestro pa¨ªs. Para nosotros, la actual configuraci¨®n sindical est¨¢ seriamente viciada en su legitimidad gen¨¦rica. Y, por tanto, de olvidar el pasado y darlo por bueno ad eternum, nada de nada. Eso ser¨ªa cegar toda v¨ªa democr¨¢tica de futuro a un desarrollo arm¨®nico y libre del movimiento sindical en nuestro pa¨ªs.
Finalmente, en l¨®gica con todo lo anterior, dejar muy claro que desde la USO hemos optado por un sindicalismo basado en la afiliaci¨®n libre y no en el voto apa?ado. Ello supone que hemos optado por la supremac¨ªa de las secciones sindicales respecto a los comit¨¦s de empresa.
Pero aplicamos esa opci¨®n como un proceso de sindicalizaci¨®n progresiva, de pr¨¢ctica sindical coherente y aceptando que los comit¨¦s -como expresi¨®n representativa de todos los trabajadores en la empresa- ni son incompatibles con el papel preponderante que al sindicato debe corresponder en la empresa, ni son eliminables de un plumazo sin entrar en colisi¨®n con el texto constitucional y otros de menor rango.
Lo dicho, para dar plena legitimidad a las exigencias sindicales un¨¢nimes de una mayor democracia social y econ¨®mica, de un cambio profundo en los h¨¢bitos gubernamentales y pol¨ªticos en general (recordemos el 14-D), los sindicatos debemos ser aut¨¦nticos baluartes testimoniales en la defensa y el ejercicio de la libertad sindical, indivisible de todas las dem¨¢s.
es secretario general de Uni¨®n Sindical Obrera (USO).
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