La amistad de dos viejos enemigos
Los dos enemigos siguen mir¨¢ndose con recelo y desconfianza. La cent¨¦sima parte de sus arsenales nucleares sigue siendo capaz de destruir el mundo varias veces. Pero, sin duda, el clima ha cambiado. Washington ya no se refiere a Mosc¨² como el imperio del mal, como en los tiempos de Ronald Reagan, ni los dirigentes de la URSS, preocupados por el acuciante problema de dar de comer a su poblaci¨®n, piensan en enterrar el capitalismo, como en los tiempos de Leonid Breznev.El lenguaje es m¨¢s realista, y las medidas concretas de distensi¨®n son cada vez m¨¢s esperanzadoras. Como declaraba un alto funcionario de la Administraci¨®n norteamericana al t¨¦rmino de la reciente cumbre en Wyoming entre el ministro de Asuntos Exteriores sovi¨¦tico, Edvard Shevardnadze, y el secretario de Estado de Washington, James Baker, "el avance global en temas de desarme conseguido en dos d¨ªas de conversaciones supera todas las expectativas".
Por primera vez se habla abiertamente de la posibilidad de conseguir un acuerdo entre las dos superpotencias en las conversaciones START sobre armas estrat¨¦gicas, que cubren los mis?les intercontinentales, en el curso del pr¨®ximo a?o, y se asegura que en la reuni¨®n de alto nivel entre el presidente norteamericano, George Bush, y el m¨¢ximo dirigente sovi¨¦tico, Mijail Gorbachov, los dos l¨ªderes firmar¨¢n un acuerdo sobre reducci¨®n de fuerzas convencionales en Europa.
Una importante concesi¨®n sovi¨¦tica ha desbloqueado todo el tema del desarme: la disposici¨®n sovi¨¦tica a seguir adelante con las conversaciones START sin ligar un posible acuerdo de reducci¨®n de proyectiles bal¨ªsticos intercontinentales al abandono por parte de Estados Unidos de su Iniciativa de Defensa Estrat¨¦gica (SDI) o guerra de las galaxias. Una concesi¨®n matizada por Shevardnadze con la advertencia de que la URSS se considerar¨ªa desligada del cumplimiento de un acuerdo START si Estados Unidos inicia el despliegue de armas espaciales.
Terreno firme
Sin embargo, Shevardnadze pisaba terreno firme al anunciar la concesi¨®n, y el Senado norte americano le ha venido a dar la raz¨®n dos d¨ªas despu¨¦s de finalizar sus reuniones con Baker. La C¨¢mara alta asest¨® el martes un duro golpe al programa SDI al reducir su financiaci¨®n en el presupuesto de defensa de 1990 de 4.900 millones a 4.100 millones de d¨®lares, un recorte de 800 millones (unos 96.000 millones de pesetas) que es el primero que sufre el programa desde su entusi¨¢stico lanzamiento por Reagan hace seis a?os.
En el fondo, lo que ocurre es que, en opini¨®n de analistas militares, la guerra de las galaxias, cuyo objetivo principal es el despliegue de un sistema antibal¨ªstico en el espacio que haga imposible un ataque con proyectiles nucleares a Estados Unidos, ha dejado de constituir la pieza central de la estrategia militar norteamericana como ocurr¨ªa en la anterior Administraci¨®n, y que la actual prefiere concentrar sus esfuerzos presupuestarios en armas menos problem¨¢ticas, como el avi¨®n B-2, el Stealth, o la nueva serie de submarinos nucleares Trident II.
Otro ejemplo del nuevo clima de entendimiento entre Washington y Mosc¨² lo ofrecen las propuestas norteamericana y sovi¨¦tica sobre armas qu¨ªmicas. Bush habl¨® el lunes de eliminar totalmente de la faz de la Tierra en un plazo de 10 a?os estas "horribles armas", y ofreci¨®, si la Uni¨®n Sovi¨¦tica estaba de acuerdo, reducir inmediatamente el 80% del arsenal norteamericano. Shevardnadze se mostr¨® de acuerdo al d¨ªa siguiente, entre otras razones porque la Administraci¨®n norteamericana est¨¢ obligada por acuerdo del Congreso a eliminar sus arsenales qu¨ªmicos en un 90% antes de 1997.
Sin embargo, un acuerdo global sobre este tipo de armamento es problem¨¢tico, y no precisamente por culpa de las grandes potencias.
Tanto Washington como Mosc¨² condicionan la firma de un tratado global a la aceptaci¨®n del mismo por parte de una serie de pa¨ªses poseedores en estos momentos de arsenales qu¨ªmicos o con capacidad para producirlos. En la mente de todos est¨¢ la utilizaci¨®n de estos mort¨ªferos gases por Irak en la guerra del Golfo y el descubrimiento de unas instalaciones capaces de ser destinadas a la producci¨®n de armas qu¨ªmicas en Libia.
Acciones concretas
"Hemos pasado de un clima de confrontaci¨®n a otro de cooperaci¨®n", declar¨® Baker en Wyoming. "Hay que traducir la cooperaci¨®n en acciones concretas", contest¨® Shevardnadze antes de dedicarse con su colega norteamericano a la pesca de la trucha en un escenario digno de la mejor pel¨ªcula del Oeste, una escena inimaginable hace s¨®lo unos a?os. Los hechos recientes demuestran que esa cooperaci¨®n se va consiguiendo lenta pero progresivamente. La mejor muestra del nuevo clima puede encontrarse en el manual que anualmente publica el Pent¨¢gono destinado a analizar el poder¨ªo militar sovi¨¦tico, y que constituye una especie de biblia del pensamiento militar de Washington con relaci¨®n a Mosc¨².
El de este a?o se public¨® el mi¨¦rcoles, y su lectura es reveladora. Aparte de la detallada enumeraci¨®n del armamento sovi¨¦tico, destinada principalmente a convencer a los congresistas para que aprueben el presupuesto de defensa pedido por la Casa Blanca, el manual afirma en su ep¨ªlogo: "Hoy la posibilidad de un conflicto entre Estados Unidos y la Uni¨®n Sovi¨¦tica es quiz¨¢ la m¨¢s baja que ha existido en todo el per¨ªodo de la posguerra. No existe ninguna duda de que en la URSS se est¨¢n registrando cambios significativos y a veces dram¨¢ticos". La ret¨®rica sobre los deseos de "dominaci¨®n mundial" por parte de Mosc¨² incluida en todas las ediciones durante la ¨¦poca de Reagan ha desaparecido.
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