Para paladares selectos
Fernando C¨¢mara hizo ayer un toreo de gusto exquisito, para goce de paladares selectos. S¨®lo para paladares selectos era su toreo. Ahora bien, todo el p¨²blico deb¨ªa de tener selecto el paladar, porque todo el p¨²blico gozaba con ese toreo, y algunos tanto, que chasqueaban la lengua, o se relam¨ªan, y hab¨ªa quienes ya ped¨ªan caf¨¦, copa y puro, en cuanto Fernando C¨¢mara remat¨® en el centro del redondel una fantas¨ªa de ayudados, trincheras, cambios de mano y pases de la firma.Eran las tantas de la noche y Don Mariano a¨²n estaba pegando pases a la luz mortecina de un farol por las callejas de la barriada de las Ventas. "Deber¨ªa irse ya a casa, Don Mariano, que le va a salir un navajero", le advert¨ªa el se?or Sabatini, que es siempre su ¨²ltimo espectador. "Para navajeros, los de la plaza", respond¨ªa Don Mariano, y se le iba la inspiraci¨®n. Luego la recuperaba, y volv¨ªa a dar los ayudados, las trincheras, los cambios de mano y los pases de la firma aquellos con que Fernando C¨¢mara prolog¨® su primera faena.
?lvarez / Luguillano, Posada, C¨¢mara
Novillos de Manuel ?lvarez, muy bien presentados, varios flojos y otros con poder, desiguales de juego.David Luguillano: bajonazo escandaloso (pitos); dos pinchazos, estocada y tres descabellos (aplausos y tambi¨¦n pitos cuando saluda). Antonio Posada: pinchazo y otro hondo escandalosamente trasero y bajo (algunos pitos); estocada trasera ca¨ªda (silencio). Fernando C¨¢mara: estocada corta baja y rueda de peones (oreja con algunas protestas);estocada corta (oreja); sali¨® a hombros por la puerta grande. Plaza de Las Ventas, 29 septiembre. Primera corrida de la feria de oto?o.
Toda la esencia del toreo bueno estaba encerrada en aquella teor¨ªa de muletazos, en los que Fernando C¨¢mara plasm¨® el arte cabal que el rito encierra, a la vez que desarrollaba su cabal t¨¦cnica y dejaba al novillo sometido y embrujado... en el centro del redondel. Si, tras llevarlo tan toreado, entre el clamor de oles, desde la orilla de las tablas hasta el centro del redondel, cuadra y mete la espada por el hoyo de las agujas, esa habr¨ªa sido una gran faena, de triunfo, y de salida por la puerta grande en el acto.
La moderna concepci¨®n de la tauromaquia, en cambio, requiere otros despliegues, que el art¨ªfice ejecute lo que se ha dado en llamar pases fudamentales -el natural y el derechazo, faltar¨ªa m¨¢s- y era l¨®gico que Fernando C¨¢mara se empleara a conciencia en ellos cual si lo anterior hubiera sido el aperitivo. Lo hizo as¨ª, desde luego; le salieron mejor los naturales que los derechazos, y el conjunto result¨® una hermosa faena.
Tambi¨¦n result¨® una hermosa faena la del quinto, con la diferencia de que ahora fueron mejores los derechazos -dos de ellos, sensacionales- y se embriag¨® de inspiraci¨®n el artista ligando trincherillas con una armon¨ªa y una profusi¨®n asombrosas. Entre tanta belleza intercal¨® un circular, que nada pintaba all¨ª, meti¨® piquito, que sobraba, y sufri¨® desarmes, mas esos borroncillos se le cargan a la inexperiencia que es propia de movilleros.
El mejor lote le correspondi¨® a Fernando C¨¢mara, mientras a sus compa?eros les sal¨ªa ganado deslucido. Tambi¨¦n la suerte influye en las cuestiones de la tauromaquia. Antonio Posada estuvo demasiado impaciente y crispado para resolver los problemas que le planteaban sus novillos. Y Luguillano perdi¨® un poco el rumbo de torero artista que se ten¨ªa marcado. La casta del primero le vino ancha a Luguillano y la mansedumbre del cuarto, estrecha. La verdad es que a ese manso violento le ahorm¨® con muletazos de castigo, y tuvo gran m¨¦rito. Luego le embarc¨® al natural, y ah¨ª estaba hecha la faena, pero se empe?¨® en prolongarla, y acab¨® achuchada, pues la cabra tira al monte y el novillo volvi¨® a sacar su topona moruchez.
Hubo toreo bueno, pero no basta. El buen toreo requiere buena estocada. A Don Mariano le daban alferec¨ªas- cuando Fernando C¨¢mara peg¨® un bajonazo, Luguillano un espadazo cerca de la bovina patorra, Posada una pu?al¨¢ por los aleda?os de la tripa. Si el toreo aquel hab¨ªa sido s¨®lo para paladares selectos, esta forma de matar era intragable. Y la afici¨®n sensata no se la trag¨®.
Babelia
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