Fiesta en casa de los Morgan
La gran banca se desentiende del Plan Brady para reducir la deuda de los pa¨ªses en desarrollo
El Plan Brady, la gran esperanza de los pa¨ªses endeudados, se desvanece. Sus planteamientos (reducci¨®n de la deuda y aportaci¨®n de nuevos cr¨¦ditos) fueron bien recibidos por los deudores y los dirigentes pol¨ªticos m¨¢s poderosos. Pero la banca comercial, la que deb¨ªa encajar en sus activos una moderad¨ªsima contracci¨®n, dice que no. Y pide incentivos fiscales y contables para condescender a negociar con esos malos pagadores, mientras curiosamente se revitaliza el mercado secundario de la deuda, en el que la banca compra y vende porciones de cr¨¦dito y exprime gotas de rentabilidad adicional al dinero que ofreci¨® alegremente hace una d¨¦cada.
Dennis Weatherstone, presidente del banco J. P. Morgan, prodigaba amplias sonrisas y joviales apretones de manos mientras paseaba, triunfal, entre la multitud de ilustres financieros, influyentes pol¨ªticos y emperifolladas se?oras de unos y otros. Nadie falt¨® a su fiesta, la tradicional reuni¨®n que Morgan convoca cada a?o en Washington, coincidiendo con la asamblea del Fondo Monetario Internacional (FMI) y del Banco Mundial. Su fiesta es la m¨¢s sonada entre los numerosos fastos bancarios que se hacen coincidir con tal asamblea. Un detalle la distingue: el caviar. No debe confundirse el caviar de los Morgan con esas min¨²sculas porciones de exquisitez a las que, en contadas ocasiones, acceden ciertos mortales. No, el caviar de los Morgan no se saborea: se engulle a cucharadas mientras docenas de camareros acarrean cajas de malossol iran¨ª, en un solemne rito de adoraci¨®n a un ignoto dios de la riqueza.
Cita en el Tesoro
Cinco d¨ªas antes de la fiesta, el viernes 22 de septiembre, Dennis Weatherstone hab¨ªa acudido a la mastod¨®ntica sede del Departamento del Tesoro de Estados Unidos, como jefe natural de una expedici¨®n de banqueros que quer¨ªa aclararle las ideas al secretario del Tesoro, Nicholas Brady. Acababan de sentarse cuanto Weatherstone aclar¨® el aut¨¦ntico significado de la gigantesca provisi¨®n de reservas (cercana a los 2.000 millones de d¨®lares) concluida por su banco.Los 2.000 millones cubr¨ªan casi el 100% de los riesgos que
J. P. Morgan tiene contraidos con Latinoam¨¦rica. Algunos pensaban que, con un balance tan reforzado, Morgan adoptar¨ªa una actitud m¨¢s clemente frente a sus deudores del sur. Se equivocaban: lo que Weatherstone comunic¨® a Brady fue que Morgan daba por cerrada la d¨¦cada de los 80, la d¨¦cada de la deuda. Tal vez no llegara a recuperar los cr¨¦ditos, pero ni hablar de perdonarlos, reducirlos, reestructurarlos o dulcificar los intereses. Y mientras los deudores no pagaran, no soltar¨ªa un d¨®lar m¨¢s. Sus colegas se adhirieron, con m¨¢s o menos rudeza, a la postura de Weatherstone. S¨®lo el Manufacturers Hannover, un banco con problemas de liquidez, que tiene inmovilizada m¨¢s de la mitad de sus pr¨¦stamos en Argentina y necesita que el Tesoro y la Reserva Federal le mimen, guard¨® silencio.
La rebeli¨®n de los banqueros sacudi¨® las sesiones que el Fondo y el Banco Mundial celebraban en el Hotel Sheraton. Ni siquiera M¨¦xico, que hab¨ªa alcanzado en julio un acuerdo con el comit¨¦ de acreedores, tras un excepcional esfuerzo para ajustar su econom¨ªa (ver cuadro) las tiene todas consigo ante la actitud de la banca. Y eso que el acuerdo mexicano no resultaba especialmente duro para los bancos. Su deuda, cercana a los 100.000 millones de d¨®lares, pod¨ªa reducirse mediante dos opciones, a elecci¨®n del acreedor, y avalada cada una de ellas por un mecanismo de garant¨ªa.
La sustituci¨®n de t¨ªtulos de deuda vieja por otros de deuda nueva a 30 a?os, con nominal a la par pero menos inter¨¦s (de un promedio del 10% se pasar¨ªa a un 6,25%, a 30 a?os) quedaba avalada por la adquisici¨®n, por parte de M¨¦xico, de bonos del Tesoro estadounidense con ven cimiento en 2019. La ventaja consist¨ªa en que, descontando en origen los intereses, cada bono de 100 d¨®lares cuesta en estos momentos poco m¨¢s de ocho.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Gesti¨®n empresarial
- Condonaci¨®n deuda
- Consejo administraci¨®n
- Tercer mundo
- JP Morgan
- Comercio internacional
- Estados Unidos
- Deuda externa
- Relaciones econ¨®micas
- Finanzas internacionales
- Geopol¨ªtica
- Empresas
- Relaciones exteriores
- Econom¨ªa
- Pol¨ªtica
- Comercio
- Gestoras fondos
- Fondos inversi¨®n
- Mercados financieros
- Finanzas