Las caquitas
No ten¨ªa bastante el pobre Gorby con mandar una Uni¨®n Sovi¨¦tica menos unida y menos sovi¨¦tica que nunca. Ahora, encima, ha de recibir a los marcianos. Parece ser que llegaron hace unos d¨ªas a Voronezh y se pasearon por el parque. Ya se sabe que con eso de la perestroika los turistas andan despendolados por la taiga. De acuerdo con la descripci¨®n de Tass sabemos que se trata de marcianos fet¨¦n, a saber, viajan en platillo, tienen la cabeza peque?ita, asustan a los ni?os y son altos y delgados como su madre, moren¨¢ y salad¨¢. Los marcianos tienen un gran olfato para aparecerse en momentos delicados. Tambi¨¦n aqu¨ª, en las postrimer¨ªas del franquismo, el cielo se cubr¨ªa de se?ales y aparec¨ªan caras indelebles sobre los azulejos. El marciano es un lubricante de la historia. Su presencia es el ¨®rdago de la incomprensi¨®n que nos redime de nuestras peque?as incomprensiones dom¨¦sticas, el pajarito al que hay que mirar para que la foto del mundo no nos salga borrosa del todo.Parece ser que los extraterrestres de Voronezh no ven¨ªan para nada serio. Alg¨²n adicto al vodka debi¨® de confundirles con jugadores de la NBA en pos de una pelota que se les fue de la mano y cruz¨® la verja del estrecho de Bering. Pero no era una pelota lo que tra¨ªan, sino una piedra rojiza que dejaron tirada en el lugar del aterrizaje y que ahora est¨¢ siendo analizada por los cient¨ªficos.
?Pobres sabios! Necesitados como est¨¢n de entusiasmarse se empecinan en encontrar las claves de su futuro en esa roca lejana. Ni siquiera sospechan que la tal roca no es ni un regalo de buena voluntad ni un olvido de marcianos despistados. El d¨ªa que la ciencia se perfume con la humildad del pobre entender¨¢ que lo ¨²nico que se abandona tras un pic-nic son las caquitas del perro o las de su amo. Y ah¨ª, en esa bo?iga marciana, la segunda potencia del planeta intenta encontrar la esperanza de un mundo tal vez mejor. Nos cre¨ªmos el faro del universo y tal vez no somos m¨¢s que su retrete. Y encima est¨¢ atascado.
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