Viejo actor
El asunto relatado por esta pel¨ªcula -y el m¨¦rito no es en este aspecto suyo, sino del novelista mexicano Carlos Fuentes, que lo ide¨®- es, siendo obvio, original¨ªsimo: la exploraci¨®n en un enigma hist¨®rico si se quiere menor, un peque?o suceso oscuro de la revoluci¨®n mexicana pero lo bastante enigm¨¢tico para que, en medio de aquel enorme torbellino pol¨ªtico, sea a su vez un peque?o torbellino novelesco en el que la realidad super¨® probablemente a toda ficci¨®n. La ideada por Fuentes es, como tal ficci¨®n, magn¨ªfica, pero deja un inevitable sabor a poco, a algo que pod¨ªa, siendo mucho, ser todav¨ªa m¨¢s.Ambrose Bierce es -y hablamos en presente porque su muerte no mat¨® su escritura, sino que le dio nueva vida- uno de los escritores norteamericanos m¨¢s grandes del ¨²ltimo tercio del siglo pasado y primeros a?os de ¨¦ste. Su influencia en la literatura contempor¨¢nea de Estados Unidos fue m¨¢s que considerable, pese a ser un escritor islote, de especie rara, due?o de una imaginaci¨®n m¨¢gica f¨¦rtil y enrevesada, cosa sorprendente si se tiene en cuenta que la celebridad le lleg¨® en vida no tanto de sus fantas¨ªas- como de sus trabajos period¨ªsticos, que hicieron de ¨¦l uno de los nombres m¨¢s conocidos de la camada de reporteros surgida alrededor de William Randolph Hearst, el ciudadano Kane de Welles.
Gringo viejo
Direcci¨®n: Luis Puenzo. Gui¨®n: Aida Bortnik y Luis Puenzo, basado en la novela de Carlos Fuentes. Fotograf¨ªa: F¨¦lix Monti. M¨²sica: Lee Holdridge. Producci¨®n: Jane Fonda. Estados Unidos, 1989. Int¨¦rpretes: Gregory Peck, Jane Fonda, Jimmy Smits. Estreno en Madrid: cines Palafox, Arlequ¨ªn y Cristal.
A edad avanzada, y quiz¨¢ por esta circunstancia, Bierce rompi¨® un buen d¨ªa sus amarras con el trabajo sedentario y, en plena guerra revolucionaria mexicana, escap¨® de su despacho, atraves¨® la frontera de M¨¦xico y se ech¨® a los caminos en busca de un encuentro con Pancho Villa y sus guerreros. Apenas se sabe a ciencia cierta nada sobre qu¨¦ le ocurri¨®. Parece ser que mantuvo contactos para concertar la entrevista en una estancia del norte mexicano. Si esta entrevista tuvo lugar, se ignora. Ambrose Bierce desapareci¨® en el ojo de la tormenta sin dejar huellas.
Gran creaci¨®n
El filme, siguiendo a Fuentes, propone una hip¨®tesis argumental al mismo tiempo verosimil y literariamente ambiciosa. Aunque s¨®lo sea por esto, la pel¨ªcula merece verse. Y hay otras razones m¨¢s concretas que a?adir a este merecimiento, pese a que la pel¨ªcula no es un acierto, sino un desacierto con aciertos parciales dentro.La primera raz¨®n est¨¢ en el buen trabajo de adaptaci¨®n del libro de Fuentes: es un enfoque vigoroso y que tiene sentido de la s¨ªntesis, por lo que la novela queda bien embutida en la linealidad del relato en im¨¢genes creado por el d¨²o argentino Puenzo-Bortnik, con evidente deuda respecto de la iconograria cinematogr¨¢fica de la revoluci¨®n mexicana puesta en pie por Hollywood en una tradici¨®n que abarca desde el Viva Villa de Raoul Walsh a Grupo salvaje de Sam Peckinpah, es decir, desde los pioneros a los ep¨ªgonos.
La primera parte del filme engancha la atenci¨®n y todo en la pantalla contribuye a ver en ella cine, ciertamente no exquisito, pero s¨ª vigoroso e incluso en ocasiones trepidante. Pero a media pel¨ªcula comienzan a interferirse los dos hilos argumentales predominantes, y uno de ellos -la historia entre Jane Fonda y el general mexicano- flojea sensiblemente, al tiempo que el otro hilo -la desgarrada aventura, entre ir¨®nica, desesperada y solitaria- de Ambrose Bierce, crece.
Y surge as¨ª en el filme un desequilibrio interior insalvable, que acaba con la buena armon¨ªa inicial y que s¨®lo se sostiene gracias a la presencia, formidable y magn¨¦tica, del gran Gregory Peck, que, asumiendo a fondo su condici¨®n de viejo actor, hace una de las m¨¢s grandes creaciones de su carrera, si no la mejor.
S¨®lo por verle actuar -la imagen de un hombre socarr¨®n y amargo que pisa el umbral de una muerte que busca, lograda por Peck, enlutado y sentado frente a una botella de tequila, es un instante de cine grande, como lo es tambi¨¦n su escena en el vag¨®n de la cantinera prostituta- merece la pena clavarse en la butaca y aguantar hasta el final un filme que sin ¨¦l ser¨ªa insatisfactorio.
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