Fugaz y memorable aparici¨®n de Marlon Brando en un filme contra el 'apartheid'
Una ¨¢rida estaci¨®n blanca es una nueva pel¨ªcula norteamericana contra el r¨¦gimen surafricano del apartheid. Es un relato radical que, aunque cae en alg¨²n convencionalismo de cine de g¨¦nero, tiene inter¨¦s. Pero este inter¨¦s se convierte en fascinaci¨®n durante los 10 minutos en que Marlon Brando reaparece en la pantalla despu¨¦s de a?os de retiro.
El genio de Brando, que interpreta a un personaje secundario, hace que la pel¨ªcula adquiera una enorme fuerza cuando el actor aparece en la pantalla.Dirige la pel¨ªcula una mujer muy joven y bella, de raza negra y origen caribe?o, cuyo nombre (ahora desconocido, pero por poco tiempo) es Euzhan Palcy. Sus protagonistas son Donald Shutherland, Janet Suzman y Susan Sarandon, hasta que Marlon Brando, mediada la pel¨ªcula, aparece y borra de la pantalla todo lo que no sea ¨¦l.
Muy envejecido y con una obesidad tan desmesurada que casi le impide andar -s¨®lo da dos o tres pasos ayudado por una muleta-, el legendario actor norteamericano se limita a poner el rostro frente a la c¨¢mara y hablar. Le basta con esto para hacerse due?o casi desp¨®tico de la imagen.
Son las suyas dos peque?as escenas de transici¨®n, pero sus portentosas dotes expresivas las convierten en lo mejor de la pel¨ªcula, y de paso, en el mejor cine que se ha visto hasta ahora en la secci¨®n oficial de la Seminci.
Dominio de los matices
Este monstruo de inteligencia fotog¨¦nica interpreta a un abogado defensor de negros en el infierno racista del apartheid. Casi se limita a mantenerse de manera aparentemente pasiva ante la c¨¢mara. Pero detr¨¢s de su abultada presencia hay tanto dominio de los matices, una iron¨ªa tan penetrante y una capacidad para crear est¨ªmulos de la tensi¨®n del espectador que una vez desaparecido de la pantalla Brando sigue presente en ella, pues la imaginaci¨®n del espectador contin¨²a vi¨¦ndole, y su personaje sobrevive a su salida de la imagen.Es la marca de un genio del cine, la demostraci¨®n irrefutable de que Brando sigue desarrollando -con gran inteligencia, pues la modifica en funci¨®n de su deterioro risico evidente- una manera de actuar que no tiene equivalencia alguna en la historia del cine y que morir¨¢ con ¨¦l.
Por esta causa, sabe a poco la fugaz reaparici¨®n del actor, que por suerte es el comienzo de una nueva y probablemente ¨²ltima etapa -por los s¨ªntomas, riqu¨ªsima- de su fascinante y arr¨ªtmica carrera.
Y mientras tanto, siguen vi¨¦ndose en la pantalla del teatro Calder¨®n pel¨ªculas interesantes, como Cinco d¨ªas en junio, del m¨²sico franc¨¦s Michel Legrand; El ¨²ltimo viaje de Waller, del alem¨¢n Christian Wagner, y otros filmes de los que nos ocuparemos con m¨¢s detalle en cr¨®nicas posteriores.
El excelente nivel medio de la selecci¨®n oficial de la Semana de Cine de Valladolid ha tropezado hasta ahora ¨²nicamente en el prmencioso y trivial filme austriaco Caracas, dirigido por Michael Schottenberg, que cuenta una retorcida historia de pasiones y cr¨ªmenes con evidente desajuste entre la an¨¦cdota y la imagen, lo que la convierte en una obra mediocre.
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