El irrepetible Celibidache
Con la actuaci¨®n de Sergiu Celibidache al frente de la Filarm¨®nica de M¨²nich, de la que es director titular desde 1979, entramos en la zona m¨¢s alta y c¨¢lida de nuestra temporada musical, pues si los m¨²sicos b¨¢varos son de excelente categor¨ªa, su director es ¨²nico e irrepetible.¨²nica result¨® tambi¨¦n su versi¨®n de la S¨¦ptima sinfon¨ªa de Bruckner, que qued¨® analizada hasta el ¨²ltimo detalle, tensada en todo su fervor emocional, serena, apasionada, ¨ªntima y monumental. Durante casi 90 minutos el p¨²blico que abarrot¨® el auditorio de Pr¨ªncipe de Vergara casi no respir¨®. Parec¨ªa que el maestro nos llevaba a todos de la mano por el inmenso e imaginario museo sonoro que es la S¨¦ptima sinfon¨ªa para decirnos: mira este rinc¨®n, mira este detalle, observa la genialidad de este trazo, contempla el contraste de estas luces o el tono, ni excesivo ni apagado, de estos colores. Pero despu¨¦s pod¨ªamos alejarnos, tomar perspectiva y medir la magnificencia de la forma en su totalidad, el equilibrio y la suma de casi secretas relaciones que unifican todos sus tiempos.
Orquestas del mundo
Orquesta Filarm¨®nica de M¨²nich. Director: S. Cefibidache. S¨¦ptima sinfon¨ªa de Bruckner. Auditorio Nacional.Madrid, 24 de octubre.
En una versi¨®n literalmente genial, en la que Celebidache no parte de mitoman¨ªa alguna ante el compositor sino de la realidad radical de su obra, descubrimos tambi¨¦n los hilos que enlazan a Bruckner con la historia. Est¨¢ presente Wagner, no s¨®lo por la circunstancia biogr¨¢fica de todos conocida, sino tambi¨¦n por alg¨²n detalle que podr¨ªamos interpretar como homenaje; pero sobre todo aparece la aceptaci¨®n de una herencia centrada en dos nombres principales: Haydn y Schubert.
Es curioso, aunque no casual, que tanto ¨¦stos como Bruckner hayan sido tratados con cierta condescendencia durante mucho tiempo (padrecito, aldeano, beat¨ªfico, alma de Dios, fueron adjetivaciones constantemente usadas). Y todo porque la pasi¨®n o el fervor, t¨¦rmino que usaba el inolvidable Massimo Mila, no es violenta, ni el lamento desesperanzado, ni la aventura personal digna de llevar a la novela o la pantalla. Anticipadamente, en 1906, nuestro Felipe Pedrell dej¨® escrito: "Sin pasiones violentas, su m¨²sica se desliza serena, ol¨ªmp¨ªcamente; lejos de la melod¨ªa continua, que en Wagner es frase de esperanza, amor, pasi¨®n atormentada o triunfante, la de Bruckner se despliega amplia y llena de serenidad, magnificada por un sentimiento religioso intenso que proporciona a sus obras un car¨¢cter de grandeza y majestad que s¨®lo tiene precedentes en los polifonistas del Siglo de Oro".
Resolver con m¨¢ximo acierto y veracidad los problemas sustanciales de una m¨²sica as¨ª es mucho m¨¢s dificil que dejarse arrastrar por oleadas emocionales que tienen m¨¢s de sensaci¨®n f¨ªsica que de profunda experiencia art¨ªstica. Sergiu Celibidache sit¨²a cuanto dirige en el nivel m¨¢s elevado de la jerarqu¨ªa art¨ªstica, tal y como hizo ahora con la S¨¦ptima de Bruckner.
En cuanto a la Orquesta Fil¨¢rm¨®nica de M¨²nich, se identifica con su director en grado m¨¢ximo. No en vano Celibidache, pese a su origen rumano, posee una formaci¨®n alemana y comenz¨® su sorprendente carrera como director de la filarm¨®nica berlinesa. La orquesta muniquesa es una de las que han contribuido a. crear una manera de hacer el sinfonismo, Incluso un ideal sonoro, caracter¨ªstico de su estilo y en. general de la tradici¨®n germana desde Mahler a nuestros d¨ªas. La llegada de Celibidache signific¨® para los filarm¨®nicos recobrar su gran estilo a trav¨¦s de una perfecci¨®n y seguridad de pensamiento musical, que sabe infundir a la colectividad como reflejo de su propia personalidad.
La cr¨ªtica casi me parece ociosa. No resta sino lanzarse, junto a todos, a la marea de los bravos.
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