La feliz pareja
JAVIER DE CAMBRA El d¨²o formado por el guitarrista Tuck Andress y la cantante Patti Catchart llega a fundirse en una unidad de h¨¢bitos austeros. A escenario desnudo, una tabla para el pie de Tuck, el amplificador de m¨²sicos de la calle y el solo, concurso de una voz y una guitarra. Ah¨ª construyen su espacio, en el que Tuck ha desarrollado hasta la perfecci¨®n el arte de acompa?ar a una voz, de simultanear cada una de las inflexiones de Patti hasta dar con ese organismo vivo que genera su precioso sonido. Las relaciones de este d¨²o con el jazz pueden ser m¨¢s bien tangenciales, y su opci¨®n y repertorio est¨¢n igual de pr¨®ximos a otras m¨²sicas de hoy. Sus fuentes est¨¢n tanto en el blues como en la m¨²sica de caf¨¦, y en la explotaci¨®n de la f¨®rmula del d¨²o -a la que han dedicado los ¨²ltimos 11 a?os- han llegado a constituir un mundo evidentemente personal.
Tuck and Patti
Auditorio Nacional de M¨²sica. Sala de C¨¢mara. Madrid, 10 de noviembre.
Patti tiene f¨¢cil en su voz la expresi¨®n de la belleza, y sabe llenar todo el espacio. En este concierto apenas se movi¨® del registro medio, sin lanzarse a alturas y profundidades, una de sus virtualidades, seg¨²n se ha podido apreciar en disco y en otros conciertos. Esta falta de tensi¨®n se fijaba en un universo musical de muy fuerte delimitaci¨®n, pero parece que a pocos llevaron al aburrimiento. El timbre de Patti es naturalmente bello, y a¨²n puede aprender mucho de su voz. El pulgar de Tuck, que asoma sobre el m¨¢stil de su guitarra, y alg¨²n desempe?o vocal de Patti revelan a dos encantadores autodidactos de talento.
Lo que hacen parece invitar a la ¨¢tmosfera del club, y aun en la rigidez de una sala de c¨¢mara, a luces encendidas y el p¨²blico entrometi¨¦ndonos visualmente en el espect¨¢culo, lograron ese grado de comunicaci¨®n: la ceremonia de la intimidad compartida.
Gustaron much¨ªsimo desde My romance al Time after time, que no nos dio Miles -Patti logr¨® que el p¨²blico cantara-; desde un bonito trabajo de Tuck sobre Europa, de Carlos Santana, al siguiente Round midnight, abordado exactamente igual que el precedente. Fueron aclamados hasta el cuarto bis, y uno pod¨ªa preguntarse a qu¨¦ frenes¨ª y exaltaci¨®n puede llegar cada cual en su casa cuando escuche a una gran cantante de jazz: tal vez hasta sea el camino de entrada que sugieren Tuck and Patti.
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