Lope busca casa en Madrid
Cuesta abajo hacia el paseo del Prado, en el ensanche de la primera mitad del siglo XVII, hoy calle de Cervantes, est¨¢ la casa donde vivi¨®, am¨® y muri¨® Lope de Vega, el genial dramaturgo y exquisito poeta. Son ya muy abundantes por la geograf¨ªa europea las casas que, convertidas en museo o en lugar de trabajo, recuerdan el paso por sus ¨¢mbitos de personalidades ilustres. Pero pocas hay tan emotivas y pr¨®ximas como la madrile?a de Lope de Vega.Lope compr¨® la casa en 1610, cuando a¨²n viv¨ªa su segunda mujer, Juana de Guardo. En esa casa muri¨® de siete a?os Carlos F¨¦lix, el hijo a quien Lope: dedic¨® una eleg¨ªa de estremecedora hermosura, y tambi¨¦n muri¨® Juana, al nacer Feliciana, la ¨²ltima hija leg¨ªtima. La vivienda asisti¨® al tumultuoso proceso de la ordenaci¨®n de Lope y alberg¨® despu¨¦s los amores sacr¨ªlegos con Marta de Nevares, quien tambi¨¦n muri¨® en la casa, a vueltas con la ceguera y la locura. Extraordinarias p¨¢ginas de nuestra literatura andan ce?idas a esta casa, hoy disimulada en el f¨¢rrago de los ruidos y la contaminaci¨®n, la circulaci¨®n ca¨®tica, barullos nocherniegos y griter¨ªo de noct¨¢mbulos, casa replegada sobre s¨ª misma, a la espera de la decisi¨®n generosa que sepa devolverla a su funci¨®n de relicario de admiraciones y nostalgias.
Porque la casa donde se han escrito El castigo sin venganza, Perib¨¢?ez y el comendador de Oca?a, El caballero de Olmedo, El perro del hortelano y Fuenteovejuna, entre otras muchas obras de caudalosa poes¨ªa, ha sufrido, como no pod¨ªa ser menos, el paso del tiempo, agrav¨¢ndose su vejez d¨ªa a d¨ªa. La casa fue enajenada en 1674 por el ¨²ltimo heredero familiar, Luis de Us¨¢tegui, nieto de Lope; cambi¨® de manos varias veces durante los siglos XVIII y, XIX y sufri¨® serias transformaciones, que la llevaron finalmente a cenvertirse en la t¨ªpica casa de cerredores madrile?a, corredo res a?adidos sobre el hueco del jard¨ªn primitivo. En los primeros a?os de este siglo tan s¨®lo la l¨¢pida de la fachada (hoy en el vest¨ªbulo), que la Real Academia Espa?ola hizo poner por sugerencia de Mesonero Romanos, recordaba a Lope. Una disposici¨®n testamentaria de la ¨²ltima propietaria, se?ora Garc¨ªa Cabrejo, anticuaria especializada en encajes, cre¨® una fundaci¨®n e hizo patrono de ella a la Real Academia Espa?ola. Desde entonces, la corporaci¨®n ha venido desvivi¨¦ndose para cuidar el recinto e ir acomod¨¢ndolo a nuevos horizontes.
El edificio fue restaurado (1931) con indudable acierto, bajo la direcci¨®n de Pedro Muguruza. Declarada monumento nacional, se inauguraba en 1935, coincidiendo con el tercer centenario de la muerte del poeta. Se allegaron incluso muebles y cuadros que le hab¨ªan pertenecido y que, depositados por los familiares en el vecino convento de las Trinitarias (donde era monja Marcela, hija de Lope y de Micaela de Luj¨¢n), fueron cedidos por la Comunidad para el naciente museo. Hasta la inscripci¨®n del dintel de la puerta principal responde a la verdad: un trozo de ella apareci¨® entre los materiales que rellenaban el pozo. Las jambas de granito aparecieron utilizadas en las reformas posteriores en otros lugares de la casa. Fue surgiendo as¨ª, en el meollo del callejero madrile?o, una aut¨¦ntica casa del siglo XVII, con salas y capilla, desahogado estudio -biblioteca, estrado para las mujeres y el jard¨ªn-, huertecillo con frutales, las pocas flores que Lope cuidaba, el palomar... Y un naranjo. A Lope le desazonaban los inviernos, que, helada tras helada, nos lo cuenta Montalb¨¢n, acababan con el naranjo. Hoy est¨¢ frondoso, acostumbrado a mimos que Lope no alcanz¨® a conocer.
Por desgracia, el ¨¢cido conjunto de circunstancias actuales ha desmantelado la salud de la casa. La trepidaci¨®n, la contaminaci¨®n, las construcciones nuevas, medianeras, la avalancha de turistas... El tiempo no pudo con las venerables losas de barro cocido, pero s¨ª les han afectado gravemente las pisadas de innumerables curiosos an¨®nimos. La f¨¢lta de cimientos profundos y las excavaciones para edificar a su lado han contribuido a quebrantar su fortaleza. Y las humedades. Y el viejo, sugeridor museo, pide a gritos un buen repas¨®n. Nuevamente urge la reconstrucci¨®n escrupulosa, con criterios diferentes a los que se aplicaron en la primera, celosamente conservadora de todo lo antiguo. Pero ?de d¨®nde sacar la ayuda necesaria? Es obra costosa y lenta, a la que no se deben aplicar nuestras acreditadas chapuzas, ni salvar el escollo con un embustero lavado de cara. Madrid necesita reabrir la casa de uno de sus m¨¢s preclaros hijos y convertirla en lugar de respetuosa y emocionada peregrinaci¨®n. Y sus instituciones han de asumir la convicci¨®n de que se trata de una empresa nacional, que no puede estar al alcance de la corporaci¨®n propietaria y encargada actualmente del edificio, la Real Academia Espa?ola (la Academia ya hizo, por otra parte, una atinada restauraci¨®n de urgencia hace unos a?os, y sigue vigilante, y todo el mundo sabe que sus medios son notoriamente escasos). S¨¦ que algun entidad se dispone a encargarse de la tarea, pero ?se hace esperar tanto ... ! Bienvenida sea cuando llegue. Tenemos contra¨ªda una gran deuda con Lope de Vega, al que tenemos sin techo ni cobijo, errante por el viejo barrio de representantes... No podemos dejar as¨ª al hombre que hizo a Madrid gran personaje literario de muchas de sus comedias: El acero de Madrid, El marqu¨¦s de las Navas, La dama boba, Las fer¨ªas de Madrid, Las bizarr¨ªas de Belisa, las dedicadas a San Isidro... Lope, que llamaba a su ciudad "la hermosa Babilonia en que he nacido", y lo dec¨ªa pasmado ante su r¨¢pido crecimiento y su confuso vivir, necesita, hoy m¨¢s que nunca, ese rinc¨®n de sosiego que tanto se nos niega y al que desde todoslos lugares conscientes del mundo de las letras se aproximan viajeros a¨²n deslumbrados por el eco de la obra lopesca. Todos saben que Lope estuvo muy orgulloso de su casilla, en la que ve¨ªa granados sus anhelos de comodidad, respetabilidad, bienestar admirado. Saben tambi¨¦n que alhaj¨® con cierto lujo sus salas, supo protegerse con la presencia callada de cuadros, libros, esculturas... Todo se nos puede hacer humo, ceniza vana entre los dedos, como ¨¦l mismo insinu¨® en verso inolvidable, escrito en la muerte de Marta de Nevares: "Resuelta en polvo ya, mas siempre hermosa...". S¨ª es muy urgente que esa casa, ahora maltrecha, se desperece y renueve antes de que el sonrojo de nuestra desidia nos venza.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.