Meyer desaf¨ªa a Thatcher en la batalla por el liderazgo conservador brit¨¢nico
Margaret Thatcher se va a encontrar hoy con el primer conservador que se atreve a hacerle frente desde que en 1975 derrot¨® a Edward Heath en la batalla por el liderazgo de los tories. Sir Anthony Meyer confirma este mediod¨ªa que desafiar¨¢ a la dama de hierro en una elecci¨®n interna que ha de celebrarse el pr¨®ximo martes y que ha hecho sonar todas las alarmas en el Partido Conservador brit¨¢nico
Nadie duda que Thatcher va a arrasar al quijotesco Meyer. La clave del reto est¨¢ en el n¨²mero de votos y abstenciones que pueda cosechar el aspirante.Meyer se autodefine a sus 69 a?os como un conservador de la vieja escuela: paternalista e idealista. Le repugna el darwinismo social y econ¨®mico introducido por Thatcher en la vida p¨²blica brit¨¢nica, el extraordinario valor dado al ¨¦xito econ¨®mico y el desprecio hacia quienes no llegan a alcanzar unos m¨ªnimos socialmente aceptables. El liberalismo salvaje de Thatcher est¨¢ en las ant¨ªpodas de lo que Meyer considera es el genuino esp¨ªritu conservador.
Nada de eso es nuevo en el credo de la primera ministra, y el hecho de que alguien se arroje ahora al palenque para combatirlo es sintom¨¢tico del malestar que algunos sienten en el seno. del partido por un estilo de liderazgo que, a juzgar por los sondeos de opini¨®n, no garantiza el ¨¦xito electoral.
Fue Harold Wilson quien dijo que una semana es mucho tiempo en pol¨ªtica. Un a?o puede parecer una eternidad. Hace 12 meses, Thatcher era un hurac¨¢n pol¨ªtico al que s¨®lo una econom¨ªa entristecida pod¨ªa debilitar. Es lo que ha ocurrido. El encandilamiento se ha roto con la adopci¨®n de medidas econ¨®micas impopulares -en particular la subida de los tipos de inter¨¦s- para combatir el d¨¦ficit comercial y acotar una inflaci¨®n que sigue despuntando con fuerza.
Otras decisiones, como la introducci¨®n a partir de abril del poll tax, un impuesto local que sustituye a la vigente contribuci¨®n urbana, los planes para someter la sanidad p¨²blica a principios propios de la econom¨ªa de mercado y la privatizaci¨®n del agua y la electricidad son rechazadas por un alto porcentaje de los brit¨¢nicos, que creen que Thatcher est¨¢ yendo demasiado lejos y no es la persona ideal para desarrollar la pol¨ªtica menos agresiva que van a requerir los a?os noventa dentro y fuera del pa¨ªs.
Los sondeos de opini¨®n son demoledores, y por primera vez desde que fueran barridos por Thatcher hace 10 a?os, los laboristas cuentan con una intenci¨®n de voto del 51%, suficiente para gozar de una holgada mayor¨ªa absoluta en el Parlamento. "Me gustar¨ªa acabar con ella", ha dicho Meyer al diario The Independent. "No creo que nos haga ganar las pr¨®ximas elecciones. Creo que sus pol¨ªticas son un desastre, y son un insistente desastre en lo que se refiere a Europa".
En este punto, la primera ministra- no parece estar tan fuera de sinton¨ªa con el electorado como en las otras cuestiones, tal y como probaba un reciente sondeo sobre el europe¨ªsmo de los brit¨¢nicos, pero existe la impresi¨®n de que el hierro de Thatcher empieza a padecer la fatiga de los metales. Su anuncio a principios de mes de que podr¨ªa retirarse tras los pr¨®ximos comicios -inequ¨ªvoco, por mucho que, en su mejor estilo, haya echado la culpa de la interpretaci¨®n a los dem¨¢s- cre¨® un terremoto y demostr¨® que o ha perdido el instinto pol¨ªtico o est¨¢ necesitando un descanso, como dec¨ªa en privado un parlamentario conservador.
La presi¨®n que el aparato del partido ha infligido a Meyer estos d¨ªas para hacerlo desistir de su desaf¨ªo ha sido enorme. Es imposible predecir cu¨¢ntos votos y abstenciones, que han de computarse como rechazo hacia Thatcher. Lo m¨¢s probable es que el resultado final sea una abrumadora muestra de apoyo a la dama de hierro.
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