"S¨ª, ministro..."

El sector p¨²blico es una vasta maquinaria. Administrar un presupuesto de 12 billones de pesetas en gastos m¨¢s otros 10 billones en ingresos y una plantilla de algo m¨¢s de un mill¨®n de funcionarios m¨¢s otros seis millones de pensionistas es como para poner en un brete al m¨¢s capacitado de los gestores. El control de toda esta potente estructura, es decir, c¨®mo se gasta el dinero p¨²blico en qu¨¦ y por qui¨¦n, ha resucitado una vieja pol¨¦mica en cuyo trasfondo se adivina un choque de poderes.

El ministro de Administraciones P¨²blicas, Joaqu¨ªn Almunia, ahora en funciones, no se ha sentido c¨®modo en el papel de patr¨®n de los funcionarios. Porque ni siquiera en esta tarea ha podido actuar a sus anchas. La sombra del Ministerio de Hacienda y de su titular, Carlos Solchaga, es tan alargada que ni en los sueldos del personal al servicio de la Administraci¨®n p¨²blica Almunia ha podido llevar, por s¨ª solo, la iniciativa. "Con Hacienda hemos topado". Esta frase suele o¨ªrse entre altos cargos de diferentes ministerios. Encierra una preocupaci¨®n latente: no se mueve una peseta en ninguna dependencia de la Administraci¨®n sin el benepl¨¢cito del macroministerio de Hacienda. Y esto es bueno y es malo, seg¨²n se mire.Si el control fuera eficaz y se evitaran actuaciones irregulares, nada que objetar. Pero "s¨®lo se ponen impedimentos, lo que dificulta que la Administraci¨®n p¨²blica funcione con agilidad", se?ala un alto cargo de Administraciones P¨²blicas. "A m¨ª que me den unos presupuestos por cap¨ªtulos aprobados por las Cortes, yo los distribuyo seg¨²n las necesidades y despu¨¦s rindo cuentas ante quien sea menester: si lo hago mal, que me cesen", se?ala otro alto cargo.

?sta es, en t¨¦rminos coloquiales, la esencia de la propuesta de modernizaci¨®n de la Administraci¨®n P¨²blica. La pol¨¦mica ha resurgido en un momento en que las aguas pol¨ªticas andan revueltas, aunque nadie se atribuye ser el factotum que las ha enturbiado a¨²n m¨¢s con este asunto y en este preciso momento. En algunos medios se sospecha que al resucitar la pol¨¦mica sobre el descontrol del gasto p¨²blico -cada a?o se gasta un bill¨®n m¨¢s de lo presupuestado- se ataca de lleno a Carlos Solchaga. Almunia ser¨ªa, seg¨²n estas interpretaciones, calificadas de "mal¨¦volas", quien puede poner las cosas en su sitio. La propuesta de Almunia se plante¨® en una reuni¨®n celebrada elpasado mes de mayo en el castillo de Magalia (?vila). All¨ª estaba toda la plana mayor de la Administraci¨®n p¨²blica: Almunia, Jos¨¦ Borrell, todos los secretarios de Estado y subsecretarios, m¨¢s los directores generales de Presupuestos y de Retribuciones y el interventor general de la Administraci¨®n del Estado.

La 'cumbre' de Magalia

Lo que Almunia defendi¨® en aquella cumbre se puede resumir en lo siguiente: "Menos poder para Hacienda y, m¨¢s autonom¨ªa para los restantes ministerios en la gesti¨®n del gasto."Casi al mismo tiempo, la Intervenci¨®n General de la Administraci¨®n del Estado -org¨¢nicamente dependiente del Ministerio de Hacienda y funcionalmente del Consejo de Ministros- preparaba su propia alternativa para mejorar los sistemas de control del gasto p¨²blico.

Con su propuesta de reglamento de control financiero se da cuerpo jur¨ªdico a la tarea que desde hace 150 a?os vienen desempe?ando los interventores del Estado: mantener el actual control previo -cuando se adopta un compromiso de pago, cuando se liquida y cuando se paga- y realizar un control posterior mediante auditor¨ªas que midan, entre otras cosas, si la actuaci¨®n de los funcionarlos p¨²blicos en esta materia ha sido eficaz.

Son las famosas auditor¨ªas de infarto con que Felipe Gonz¨¢lez azuz¨® a la oposici¨®n nada m¨¢s acceder a la presidencia del Gobierno. "El proyecto de Administraciones P¨²blicas se carga el control previo porque considera que es formalista", se?alan fuentes de la Intervenci¨®n. "Si por formalismo enten dendemos que alguien verifique que hay dinero para hacer un gasto, que este gasto es necesario , que su destino es el que se dice y que se cumplen las normas legales, nos tendr¨¢n que explicar qu¨¦ es lo que entienden en Administraciones P¨²blicas por realismo", a?aden las mismas fuentes.

Lo que en este ministerio entienden por realismo es "lo que se percibe en la calle: que existe un descontrol sobre el gasto p¨²blico, que los m¨¦todos de supervisi¨®n son anticuados y no sirven para el funcionamiento de la Administraci¨®n". No se pretende, "cargarse a los interventores, sino integrarlos en una estructura menos burocratizada". Nada que objetar al control posterior. De hecho, a?aden las mismas fuentes, "un asunto como el de Pilar Mir¨® salt¨® a la luz p¨²blica por una verificaci¨®n posterior; antes no se pudo evitar".

La nueva estructura que propone Administraciones P¨²blicas consistir¨ªa en organizar la Administraci¨®n por m¨®dulos que ngloben ¨¢reas concretas, manteniendo los actuales ministeios. El control posterior seguir¨ªa como hasta ahora, en la ¨®rbita de Hacienda. El bocado al todopoderoso Ministerio de Hacienda puede ser de muchos kilos de poder. Este departamento perder¨ªa las competencias en la elaboraci¨®n de los presupuestos y el control econ¨®mico previo sobre el gasto. En cuanto a las retribuciones de los ftincionarios, la p¨¦rdida ser¨ªa compartida por ambos departamentos.

Ser¨¢ el nuevo Ejecutivo quien tome una decisi¨®n: continuar como hasta ahora o coger por los cuernos el toro de la eficacia y la transparencia en los dineros p¨²blicos.