Virtuosismo espectacular

El cielo de Grandes Orquestas que organiza Iberm¨²sica es hoy la columna vertebral del sinfonismo madrile?o, con extensi¨®n a otras muchas capitales y ciudades. El s¨¢bado apareci¨® en la escena del Auditorio Nacional la Filarm¨®nica de Israel, con su director titular desde 1977, Zubin Mehta. Comenz¨® el primer programa de los que ofrece en Madrid con una novedad israelita: Memories, de Mark Kopytman, de origen ucraniano, nacido en 1929 y con gran parte de su actividad repartida entre Mosc¨² y Moldavia.Incorporado a Israel en 1972, Kopytman ha extendido sus amores hacia la m¨²sica tradicional. As¨ª, la canci¨®n yemenita que sirve de base a Memories, entonada a las mil maravillas por la cantante, tambi¨¦n de Yemen, Gila Beshari (1955). Tan hermosa es la melod¨ªa que se torna amenazadora para el conjunto de la obra, pues constituye, sin duda, el momento m¨¢s bello de un trabajo realizado con experiencia, buen oficio artesanal, certero sentido de lo variativo y controlada modernidad.

Zubin Mehta y la Filarm¨®nica de Israel hicieron en esta partitura, al igual que en Daphnis et Chlo¨¦ y la Sinfon¨ªa en re menor n¨²mero 7, de Dvorak, un alarde de posibilidades en todos los sentidos: afinaci¨®n, cohesi¨®n, brillantez, claridad y disciplina. Pero la po¨¦tica no ray¨® a la misma altura y nos pareci¨® estar ante una exhibici¨®n orquestal virtuos¨ªstica que nos llegaba a trav¨¦s de unas sonoridades orquestales entre mediterr¨¢neas y estadounidenses, m¨¢s para vencer nuestro ¨¢nimo que para convencerle. Especialmente la segunda suite del ballet de Ravel careci¨® de sosiego y de ese tono contemplativo, pastoril y er¨®tico tan inmensamente nonchalante que caracteriza la pantomima. De hecho, a lo largo de toda la jornada, no escuchamos un aut¨¦ntico pian¨ªsimo.

En la s¨¦ptima sinfon¨ªa, Dvorak, muy influido por su admirado Brahms, no alcanza la cota que le estaba reservada a la octava y novena, pero es evidente que se sit¨²a en los umbrales de su definitiva madurez. Con todo, el espect¨¢culo de una orquesta como la israelita, impulsada por una fuerza motriz como la de Zubin Mehta, constituye algo fascinante y justifica la reacci¨®n tan c¨¢lida del p¨²blico.