Las consecuencias de la inteligencia
El poeta Barral pertenece de pleno a la generaci¨®n de los a?os cincuenta, tambi¨¦n llamada en tratados y en universidades de verano la generaci¨®n de la poes¨ªa social, la del realismo cr¨ªtico o socialrealismo, la de los ni?os de la guerra y, aunque apuntando m¨¢s a los novelistas que a los poetas, la generaci¨®n de la berza. Puestos a cristianar, lo m¨¢s justo ser¨ªa bautizar a este grupo die escritores la generaci¨®n pacifista, porque no hay pacifismo m¨¢s aut¨¦ntico que el de quienes vivieron su infancia en guerra, durante la edad propicia nunca combatieron y en la paz eligieron el bando de los vencidos.( ... )Carlos Barral pertenece a la generaci¨®n de los a?os cincuenta en su veriliente escuela de Barcelona. Es; m¨¢s, a poco que se contin¨²e la investigaci¨®n, Barral es, despu¨¦s de Jos¨¦ Mar¨ªa Castellet por supuesto, uno de los creadores y te¨®ricos de esta generaci¨®n, nuevo siglo de oro de la literatura castellana, como suele a?adirse para acabar de rizar el rizo. En realidad, y como es notorio, Barral fue un decisivo impulsor y difusor de la literatura que en aquellos a?os anteriores y posteriores al desarrollismo escrib¨ªan los j¨®venes desconocidos.
De las complejas relaciones de Carlos Barral con su oficio de editor tendr¨¢ noticia el lector de esta antolog¨ªa a poco que se demore en, poema Apellido industrial. Con todo, hasta cuando lo detesta, en ese oficio alcanz¨® Barral la justa fama y la debida gloria por m¨²ltiples causas que se resumen en un epifonema anaf¨®rico: porque lo hac¨ªa muy bien.
Semejanza con Aguirre
Lo que no es de extra?ar, siendo Barral tan hombre de letras (en el sentido de animal racional literaturizado) que ejerci¨® la edici¨®n como una m¨¢s de sus actividades creat¨ªvas, recibiendo, ya que no los silencios que la poes¨ªa suscita, las heridas que provocan las dotes imaginativas en ese mundo tan contable. En esto se asemejan Carlos Barral y Jes¨²s Aguirre, companeros de generaci¨®n gracias a que Aguirre pertenece a dos generaciones, aunque la m¨¢s notable afinidad de estos dos germanistas de los cincuenta radique en su cultura cl¨¢sica, virtud com¨²n-que, con m¨¢s frecuencia de la recomendable en las veladas felices de la alta noche, despe?a a ambos por los abismos de la genealog¨ªa. ( ... )
Fuera de sus horas anacr¨®nicas, Aguirre es un m¨²sico frustrado, y Barral, un pintor de domingo. Curiosamente, estas gentes de los cincuenta tienen m¨¢s vista que o¨ªdo, si se except¨²an el Duque y el m¨²sico ambulante ?ngel Gonz¨¢lez, cuya poes¨ªa es la m¨¢s musical de sus colegas de generaci¨®n. Todos, curiosamente hasta los m¨¢s duros de o¨ªdo, y Barral con severidad barroca, son rigurosos en la composici¨®n y ninguno de ellos escribe el poema hasta que encuentra la tonalidad que el poema requiere. ( ... )
Precisamente en 1988, la generaci¨®n po¨¦tica de los a?os cincuenta ha sido iluminada por un estudio espl¨¦ndido de Carmen Riera, La Escuela de Barcelona. Barral, Gil de Biedma, Goytisolo: el n¨²cleo po¨¦tico de la generaci¨®n de los cincuenta. Con meticulosidad y con agudeza admirables, en s¨ª y m¨¢sa¨²n en quien escribe novelas y, por tanto, ha debido tirar de las riendas a la loca de la casa, Carmen Riera analiza el pensamiento y los sentimientos (ideas y creencias, que dec¨ªa Ortega), incluso la conducta de esos tres poetas que la autora denomina nucleares. Irremediablemente, en las muchas y amenas p¨¢ginas de este libro, la generaci¨®n de los cincuenta queda, para bien y para menos bien, en cueros vivos y con una copa de m¨¢s. Es probable que por mucho tiempo esta obra de Carmen Riera sea irriprescindible para el estudio de la poes¨ªa de Carlos Barral, Jaime Gil de Biedrna y Jos¨¦ Agust¨ªn Goytisolo, as¨ª como para Austraci¨®n sobre aquellos a?os de enga?osa claridad.
Poeta herm¨¦tico
Y es tambi¨¦n seguro que desde 1958 no se ha escrito mejor comentario al largo poema al que Barral en mayor medida debe su fama de poeta herm¨¦tico que Metropolitano. La visi¨®n po¨¦tica de Carlos Barral, que Jaime Gil de Biedrria escribi¨® con conocimiento de causa y de poes¨ªa. ( ... )
Buen narrador oral, sin alcanzar la brillantez de Gil de Biedina, ni con mucho la milagrosa persuasi¨®n de Juan Mars¨¦ (quien no s¨®lo cuenta estupendamente, sino que luego lo escribe y parece nuevo), Barral ha usado siempre en sus poemas sistemas y t¨¦cnicas narrativas. Con voz propia y rica en registros, la obra de Barral no elude articularse sobre el nudo de experiencias hist¨®ricas, propias y comunes a las gentes de su ¨¦poca. ( ... )
Estas ventajas de tener una moral, de las que generaciones posteriores se han visto privadas, se pagar¨¢n al terminar un veranofeliz / ... el ¨²ltimo verano de nuestra juventud. Forzados a ser j¨®venes mientras viviera el dictador, las gentes de los cincuenta alcanzan su madurez a una edad impropia y, en virtud de la ley cronol¨®gica de la ca¨ªda acelerada de los a?os, acumulan, como quien despierta demasiado tarde y en mi¨¦rcoles, las evaporaciones de los sue?os y las inquietudes de la prernura.(...)
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