La paradoja nacionalista
Los partidos galleguistas tienen poca fuerza electoral, pero deciden Gobiernos.
Enfrentados por mil ininteligibles batallas, los partidos nacionalistas gallegos han languidecido durante la ¨²ltima d¨¦cada. La fortaleza de las grandes formaciones estatales les ha impedido desde la transici¨®n acercarse siquiera al nivel de apoyo popular conseguido en la II Rep¨²blica por el hist¨®rico Partido Galeguista. Sin embargo, esta debilidad electoral no ha evitado que los nacionalistas se hayan convertido en una pieza clave para la constituci¨®n del Gobierno aut¨®nomo gallego. Los nacionalistas gallegos viven instalados en una, paradoja permanente.
En las elecciones legislativas del 29 de octubre, perdieron su ¨²nico representante en el Congreso de los Diputados, pero dentro de u?a semana pueden tener en sus manos la decisi¨®n sobre el futuro pol¨ªtico de Galicia en los pr¨®ximos cuatro a?os. Su intervenci¨®n ya fue decisiva en septiem bre de 1987, cuando colaboraron con el PSOE para desbancar de la Xurita al aliancista Gerardo Fern¨¢ndez Albor, y ahora se perfilan como los ¨²nicos aliados posibles para que los socialistas puedan evitar un Gobierno de Fraga tras los comicios del pr¨®ximo d¨ªa 17. Es la paradoja de quien no tiene poder pero s¨ª influencia. Adem¨¢s de ocupar una estrat¨¦gica posici¨®n pol¨ªtica, el nacionalismo gallego posee una notable capa cidad de movilizaci¨®n, sobre todo a trav¨¦s de los sindicatos Internacional Sindical de Trava lladores Galegos, Confederaci¨®n Xeral de Traballadores Galegos y la organizaci¨®n agraria Comisiones Labregas. Es tambi¨¦n una ideolog¨ªa de importante peso en los ambientes culturales.
Los propios partidos nacionales han experimentado una pro gresiva galleguizaci¨®n en su imagen y actitudes exteriores. En esta campa?a hasta Manuel Fraga se declara nacionalista y utiliza mayoritariamente el gallego en sus intervenciones p¨²blicas, el idioma que usa habitualmente un 70% de la poblaci¨®n. Hasta hace cuatro a?os el nacionalismo era patrimonio casi exclusivo de la izquierda, que se quejaba habitualmente de la ausencia de un partido burgu¨¦s auton¨®mico, al estilo de Catalu?a y Euskadi. En 1983 surgi¨® Coalici¨®n Galega (CG), la primera fuerza no socialista que asum¨ªa la bandera del socialismo. Coalici¨®n Galega era un intento de reorganizar los restos de UCID en Galicia bajo el mando del empresario orensano fallecido en 1988, Eulogio G¨®mez Franqueira, el hombre que hizo famosa la frase los caciques somos gente honrada". El nuevo partido logr¨® un gran ¨¦xito en las municipales de 1983 y sobre todo en las auton¨®micas de 1985, en las que sus 11 diputados permitieron al nacionalismo en su conjunto tocar techo electoral: m¨¢s de 315.000 votos, el 25 ' % del total de sufragios emitidos. Coalici¨®n Galega se convert¨ªa adem¨¢s en la llave para la formaci¨®n de Gobierno. Esta privilegiada situaci¨®n acab¨® convirti¨¦ndose en una trampa para el nacionalismo moderado. Las disputas entre los partidarios de pactar con Alianza Popular y los que propugnaban un acuerdo con el PSOE desembocaron un a?o despu¨¦s de las elecciones en una escisi¨®n encabezada por el que fuera candidato a la presidencia de la Xiinta Pablo Gonz¨¢lez Mari?as. El grupo que abandon¨® CG form¨® el Partido Nacionalista Galego (PNG), al que m¨¢s tarde se unir¨ªa lo poco que quedaba del viejo Partido Galeguista.
Falta de sincron¨ªa
El motivo que desencaden¨® la ruptura de Coalici¨®n Galega acab¨® por hacer compa?eras de viaje a las dos facciones que meses antes se peleaban casi a bofetada limpia. El art¨ªfice fue Xos¨¦ Luis Barreiro, que tras abandonar Alianza Popular- encontr¨® acomodo en CG, se hizo con su liderazgo, radicaliz¨® su discurso y apoy¨® junto con el PNG la moci¨®n de censura socialista. Los dos grupos han compartido tareas de gobierno durante dos a?os y apenas mantienen diferencias ideol¨®gicas, pero eso no ha sido suficiente para lograr la reunificaci¨®ni Cuando uno quer¨ªa, el otro no estaba dispuesto, y entre meses de interminables juegos dial¨¦cti cos han tenido que pasar por amargos trances electorales: *en los ¨²ltimos comicios legislativos no llegaron- a 60.000 votos entre los dos, 20.000 menos que en la misma convocatoria de 1986 y la tercera parte del apoyo consegui do en las auton¨®micas de 1985. Su esperanza es la tradicional Jendencia de los gallegos a mostrarse m¨¢s nacionalistas a la hora de elegir su propio Parlamento,'pero algunos temen que puedan correr la misma suerte que Unidade Galega, una erimera coalici¨®n de centro-izquierda que en las municipales de 1979 obtuvo la alcald¨ªa de La Coru?a. Por contra, el nacionalismo de izquierda est¨¢ en condicionesde recuperar de nuevo la hegemon¨ªa-perdida. Partido Socialista Galego-Esquerda Galega (PSG-EG) y Bloque Nacionalista Galego (BNG), hasta ahora con tres escaflos el primero y uno el segundo, se configuran como dos fuerzas decisivas para la formaci¨®n del pr¨®ximo Gobierno si Fraga no consigue la mayor¨ªa absoluta. El PSG-EG representa el socialismo democr¨¢tico, muy mim¨¦tico de Euskadiko Ezkerra (EE), y aunque reclama el desarrollo del autogobierno, acepta el marco auton¨®mico. El BNG es un frente articulado en torno a un partido marxista-leninist¨¢, la Uni¨®n do Pobo Galego, que considera inservible el actual estatuto y reclama el derecho a la autodeterminaci¨®n. Sin embargo,' en los dos ¨²ltimos a?os ha moderado sensiblemente su lenguaje y se ha abierto a la colaboraci¨®n con otras fuerzas nacionalistas.
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