Dinast¨ªa
La impresionante lecci¨®n de lucidez hist¨®rica que est¨¢n dando casi todos los gobernantes de pa¨ªses socialistas no parece afectar a Ceaucescu. Es m¨¢s, ahora se adivina que el distanciamiento entre Rumania y los dem¨¢s pa¨ªses del Este (?por d¨®nde para ahora el Este?) en los a?os sesenta fue un movimiento t¨¢ctico para que nunca llegara a Bucarest el contagio de la raz¨®n dial¨¦ctica. As¨ª, mientras los otros reg¨ªmenes socialistas recurrieron al modelo original de la leninista dictadura del proletariado, Ceaucescu buscaba otra legitimaci¨®n imperecedera, y ninguna como la monarqu¨ªa absoluta. Es sabido que Ceaucescu prepara a su hijo como presunto heredero de su corona de acero, seg¨²n la l¨®gica de un providencialismo cromosom¨¢tico evidentemente laico.La ca¨ªda del domin¨® alzado en la Europa oriental en 1945 parece detenida en las murallas de Ruman¨ªa, dentro de las que se ha instalado un Estado prisi¨®n que ni siquiera necesita de las coartadas est¨¦ticas de las pesadillas de Orwell. Cuanta m¨¢s sinraz¨®n din¨¢stica acumule Ceaucescu m¨¢s cruel ser¨¢ su ca¨ªda, mientras las dulces ni?as gimnastas de anta?o aprovechan los saltos mortales para aterrizar en Hungr¨ªa y pedir asilo pol¨ªtico en las nuevas tierras v¨ªrgenes de la libertad. El dictador construye enemigos interiores, vigila cada noche las fornicaciones de sus s¨²bditos porque no quiere quedarse sin ellos por culpa de una demograf¨ªa deprimida, y convoca adhesiones inquebrantables en las m¨¢s duras plazas de Oriente.
Le bast¨® a Gorbachov sugerir a los h¨²ngaros que cortaran las alambradas que les separaban de los austriacos para que se desencadenara una procesi¨®n de cambios sin precedentes desde las revoluciones liberales de] XIX. Sobre las almenas de Rumania, Ceaucescu se?ala con un puntero los cuatro puntos cardinales usurpados y le dice a su hijo: "Todo esto alg¨²n d¨ªa ser¨¢ tuyo". Alg¨²n d¨ªa el chico pegar¨¢ un salto y pedir¨¢ asilo pol¨ªtico en Albania.
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