Laszlo Tokes
El pastor rumano, bajo una amenaza constante
Laszlo Tokes, el pastor cuya amenaza de deportaci¨®n sac¨® a las calles de Ruman¨ªa durante el pasado fin de semana a m¨¢s de 10.000 personas, ha sufrido persecuciones constantes y violentos ataques, e incluso un intento de asesinato. ?ste es el destino de las personas que se oponen al r¨¦gimen pol¨ªtico de Ruman¨ªa. Tokes critic¨® la interferencia del Gobierno en asuntos religiosos y conden¨® el programa de "sistematizaci¨®n" del presidente Ceaucescu en el que miles de aldeas deben desaparecer.Aunque su tel¨¦fono casi nunca funciona, el pastor evang¨¦lico ha recibido llamadas amenaz¨¢ndole de muerte. El mes pasado cuatro hombres enmascarados destruyeron la puerta de su apartamento y le atacaron con cuchillos, pero salv¨® la vida gracias a la ayuda de dos amigos suyos que se encontraban en el piso. Eso no es todo. Colaborar con Tokes es peligroso. Seg¨²n informaciones facilitadas por el Keston College de Kent (Reino Unido), instituci¨®n de gran prestigio especializada en comunidades religiosas de Europa del Este, un miembro de la congregaci¨®n h¨²ngara de Tokes ha sido encontrado muerto hace poco tiempo en un bosque.
En Timisoara, donde reside Tokes, existe una minor¨ªa h¨²ngara de cierta importancia y los habitantes de las afueras son mayoritariamente hungarohablantes. Igualmente, los manifestantes del pasado fin de semana eran casi todos h¨²ngaros.
La orden para su deportaci¨®n fue motivada en parte por su cr¨ªtica sobre el liderazgo en Ruman¨ªa de la Iglesia H¨²ngara Reformada, a la que Tokes acusa de colaboracionismo. El obispo Laszlo Papp de Oradea promovi¨® el proceso de deportaci¨®n y acus¨® a Tokes de violar las leyes de la Iglesia y del Estado. Una orden judicial orden¨® a Tokes que abandonara el recinto parroquial antes del pasado d¨ªa 15. Antes se le hab¨ªa ordenado su traslado a una parroquia remota del norte del pa¨ªs, pero Tokes no hizo caso.
El pastor est¨¢ sometido a una continua persecuc¨ª¨®n por parte de las autoridades. No puede comprar combustible para calentar su piso -donde reside con su mujer, que se encuentra embarazada- y la iglesia. Tampoco puede comprar alimentos, ni siquiera pan, ya que carece de cartilla de racionamiento. La polic¨ªa impide que sus amigos le lleven le?a, y los que han intentado ayudarle han sido acusados de estraperlistas.
Copyright EL PA?S / The Independent
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