La URSS, entre la historia y el presente
?Es incompatible la evidencia de que entre los a?os treinta y los cincuenta la Uni¨®n Sovi¨¦tica experiment¨® un fuerte crecimiento econ¨®mico con el planteamiento de que "una parte fundamental de los problemas actuales est¨¢n determinados por el modelo de acumulaci¨®n imperante desde aquel per¨ªodo"?A mi juicio, no s¨®lamente son dos cuestiones claramente compatibles, sino que de su adecuada interpretaci¨®n depende en buena medida la comprensi¨®n de la situaci¨®n de crisis actual, auqnue a veces tenemos ocasi¨®n de leer lo contrario.
Aunque las cifras correspondientes a dicho per¨ªodo siguen siendo objeto de reiterados debates entre distintos investigadores, no obstante, en t¨¦rminos generales, no se pone en duda que entre los a?os 1928 y 1955, a excepci¨®n de los a?os de la II Guerra Mundial, el crecimiento registrado por la econom¨ªa sovi¨¦tica fue muy alto.
Durante la aplicaci¨®n de los dos primeros planes quinquenales, en apenas un decenio, la Uni¨®n Sovi¨¦tica construy¨® una fuerte estructura industrial y, entre otros logros, elimin¨® notables lacras de marginalidad social. Los datos son elocuentes a la hora de formular estas aseveraciones.
En la URSS se configur¨® un sistema econ¨®mico basado en un modo de gesti¨®n estatal y en un modelo de acumulaci¨®n que hizo viable ese importante desarrollo econ¨®mico.
Reindustrializaci¨®n
Despu¨¦s, tras el desastre de la guerra mundial, durante los planes cuarto y quinto, el sistema econ¨®mico volvi¨® a mostrar su funcionalidad para lograr una r¨¢pida reindustrializaci¨®n y un crecimiento similar al de los a?os treinta.
Sin embargo, cualquiera que profundice en las caracter¨ªsticas de aquel modelo de acumulaci¨®n y aquel modo de gesti¨®n, encontrar¨¢ que, a la par que los hitos mencionados, en el funcionamiento de la econom¨ªa sovi¨¦tica se reproduc¨ªan tres desequilibrios b¨¢sicos: a) el atraso de la agricultura, b) el atraso de la producci¨®n de bienes de consumo y c) la ineficiencia de la estructura industrial, reflejada en unas bajas tasas de crecimiento de la productividad de trabajo y de los fondos productivos utilizados. (Las quejas de las autoridades sobre el retraso de la productividad se dejaban sentir ya durante la segunda mitad de los a?os treinta.)
Se crec¨ªa r¨¢pidamente porque la estrategia de industrializaci¨®n impulsada por el Estado era capaz de incorporar grandes dotaciones de recursos de trabajo, materias primas y medios de financiaci¨®n; pero se crec¨ªa unilateralmente a partir de una alta tasa de acumulaci¨®n que permit¨ªa fuertes inversiones destinadas a un n¨²mero reducido de l¨ªneas de producci¨®n, fundamentalmente en las ramas industriales de metalurgia, energ¨ªa y mec¨¢nica.
Como hab¨ªa presagiado G. Feldman en el a?o 1929, aquella estrategia deriv¨® hacia un c¨ªrculo vicioso: "Se acumulaba para crecer y se crec¨ªa para acumular"; hasta que esa din¨¢mica empez¨® a resquebrajarse en el transcurso de los a?os sesenta.
?Por qu¨¦ fue desaceler¨¢ndose la din¨¢mica econ¨®mica? Aunque el tema requiere un detalle que escapa a los imperativos de espacio de este art¨ªculo, de manera lac¨®nica puede apuntarse lo siguiente:
Primero. Los tres desequilibrios b¨¢sicos antes citados fueron agudiz¨¢ndose con el paso del tiempo, repercutiendo en una merma del potencial de crecimiento. En los a?os cincuenta el estado de la agricultura era deplorable.
El retraso en la producci¨®n de bienes de consumo afectaba a la productividad del trabajo, fomentaba las tensiones inflacionistas e imped¨ªa que la demanda jugase un papel activo en la din¨¢mica econ¨®mica.
La ineficiencia productiva era cada vez m¨¢s ostensible y provocaba la necesidad de incorporar mayores dotaciones de trabajo, minerales, energ¨ªa y equipos que compensasen los d¨¦biles rendimientos de los recursos utilizados.
Segundo. A la altura de los a?os sesenta se fue acabando la abundancia relativa de esos recursos. La estructura demogr¨¢fica hac¨ªa que la tasa de incremento de empleo fuese retrocediendo.
La despreocupada utilizaci¨®n de recursos minerales y energ¨¦ticos ocasionaba el agotamiento de los suministros m¨¢s accesibles y -aunque las reservas sovi¨¦ticas son extraordinarias- obligaba a explotar nuevos yacimientos con mayores costes, que requer¨ªan grandes inversiones.
Esto ocurr¨ªa precisamente cuando el incremento de las inversiones encontraba mayores problemas porque, ante un crecimiento que se desaceleraba, la ¨²nica manera de conseguirlo era a costa de presionar sobre el precario, nivel de vida de la poblaci¨®n.
La reforma de Jruschov quiso hacer frente a tales desequilibrios b¨¢sicos y a la necesidad de dosificar los recursos a partir de una mejor utilizaci¨®n de los mismos.
Fracaso
Sin que ello signifique un juicio valorativo acerca de su formulaci¨®n y su aplicaci¨®n, los datos hist¨®ricos muestran que aquel intento reformista fracas¨®.
Ya en los a?os setenta, mientras se profundizaban los desequilibrios y se hac¨ªa evidente la imposibilidad de seguir con un crecimiento extensivo que languidec¨ªa, la crisis econ¨®mica internacional cogi¨® con el paso cambiado a la econom¨ªa sovi¨¦tica, cuando ¨¦sta hab¨ªa iniciado una apertura comercial y financiera que repercutir¨ªa desfavorablemente sobre su situaci¨®n interna.
Mientras tanto, la consolidaci¨®n de castas mafiosas en las redes de distribuci¨®n agudizaba a¨²n m¨¢s los problemas en los suministros, tanto de bienes de consumo como de medios de producci¨®n.
Los inicios de la d¨¦cada de los ochenta iban a significar la exacerbaci¨®n de todas las dificultades, conduciendo a una situaci¨®n de par¨¢lisis econ¨®mica.
Seg¨²n esta l¨ªnea de an¨¢lisis, no es incompatible evocar los hitos de la industrializaci¨®n sovi¨¦tica con reconocer que el sistema econ¨®mico que la hizo posible albergaba desde sus or¨ªgenes profundos desequilibrios que se han ido manifestando.
Ese car¨¢cter contradictorio marca la historia de la econom¨ªa sovi¨¦tica y ofrece un contexto adecuado para inscribir los aspectos fundamentales de la situaci¨®n actual.
No creo que sea correcto se?alar que el per¨ªodo de los a?os sesenta es el origen de los problemas actuales, y desde luego, no creo que se pueda hablar de que en aquellos a?os se restableci¨® el beneficio capitalista y se acab¨® con la planificaci¨®n.
Si bien es cierto que las autoridades hablaban de introducir el beneficio, en realidad, cualquier conocedor de la planificaci¨®n sovi¨¦tica sabe que se trataba de un beneficio sui g¨¦neris, pues eran las propias autoridades del plan las que fijaban a cada empresa el c¨¢lculo de los costes, la amortizaci¨®n, la cuota de beneficio y el precio del producto, y todo ello, en el marco de la estricta determinaci¨®n del resto de variables fundamentales de la situaci¨®n econ¨®mica.
As¨ª las cosas, ese beneficio planeado ser¨ªa positivo, negativo o inocuo, pero nada ten¨ªa que ver con el beneficio seg¨²n la l¨®gica capitalista.
Si se puede considerar que existi¨® un intento de recambio parcial en el sistema de planificaci¨®n fue con la reforma Kossiguin, a finales de 1965, pero dos a?os m¨¢s tarde ya era evidente la involuci¨®n; desde 1968, el funcionamiento del plan no se diferenciaba sustancialmente del que exist¨ªa en los decenios anteriores.
En consecuencia, independientemente de la valoraci¨®n hist¨®rica que se pueda tener de ese per¨ªodo, no creo que pueda imput¨¢rsele que acabara con la planificaci¨®n econ¨®mica, ni que fuese el responsable de la inflaci¨®n posterior, ni del freno al progreso tecnol¨®gico.
A prop¨®sito de la tecnolog¨ªa existe un consenso entre los especialistas a la hora de se?alar que su rezago en la econom¨ªa sovi¨¦tica tambi¨¦n tiene ra¨ªces hist¨®ricas, derivadas de las adversas condiciones de aislamiento en que se produjo la industrializaci¨®n de los a?os treinta.
La reindustrializaci¨®n de los a?os cuarenta y cincuenta repiti¨® el esquema tecnol¨®gico anterior y sentenci¨® un atraso a¨²n m¨¢s agudo, pues las potencias capitalistas estaban basando su desarrollo en nuevas generaciones de maquinaria y equipos de transporte, en la producci¨®n petroqu¨ªmica, en la alta metalurgia, en material electr¨®nico y en otras l¨ªneas casi desconocidas para la estructura industrial sovi¨¦tica.
No creo, pues, que aquellos a?os fuesen un buen ejemplo sobre la incorporaci¨®n de avances tecnol¨®gicos por parte de la econom¨ªa sovi¨¦tica.
Controversias
Para terminar: la perestroika est¨¢ suscitando notables controversias alrededor de sus formulaciones te¨®ricas y de sus medidas pr¨¢cticas, pero no parece que, al cabo de casi cinco a?os de experiencia reformista, puedan existir dudas respecto a uno de sus objetivos fundamentales: la superaci¨®n hist¨®rica del sistema econ¨®mico imperante en los ¨²ltimos 60 a?os.
Por ello es l¨®gico que en el debate tambi¨¦n aparezcan defensores de aquel per¨ªodo estalinista que se esfuerzan en denostar los intentos de reforma posteriores como responsables de la grave crisis actual.
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