Bush, contra reloj
La situaci¨®n empieza a parecerse a la de Vietnam momentos antes de la intervenci¨®n de EE UU
Con su decisi¨®n de descargar el poder¨ªo militar norteamericano para derrocar al hasta el mi¨¦rcoles hombre fuerte de Panam¨¢, Manuel ANtonio Noriega, George Bush ha apostado fuerte a una carta que le puede costar muy cara si la normalidad no vuelvE pronto al peque?o pa¨ªs centroamericano.
A medida que pasan las horas y las escaramuzas contin¨²an con el consiguiente aumento del n¨²mero de bajas norteamericanas, la situaci¨®n comienza a parecerse m¨¢s a la existente en Vietnam en los primeros momentos de la intervenci¨®n estadounidense que a la que se produjo en la peque?a isla caribe?a de Granada durante la invasi¨®n ordenada por Ronald Reagan en 1983.Analistas cualificados en Washington consideran que Bush puede empezar a perder el apoyo un¨¢nime mostrado hasta ahora por su opini¨®n p¨²blica si las hostilidades se prolongan m¨¢s all¨¢ de la Navidad, algo que el Pent¨¢gono considera muy posible. El pueblo norteamericano empezar¨ªa a cuestionar la oportunidad de la operaci¨®n militar si en las fiestas navide?as contin¨²an llegando heridos a los hospitales de sur de EE UU y si comprueba que lo que fue montado como una operaci¨®n quir¨²rgica para extirpar el tumor Noriega se convierte en una guerra de guerrillas en las junglas paname?as de duraci¨®n y consecuencias imprevisibles.
La Casa Blanca dio cuatro razones para justificar la operaci¨®n militar norteamericana: restablecer el proceso democr¨¢tico en Panam¨¢, defender la integridad del Canal de acuerdo con los tratados Torrijos-Carter de 1978, proteger las vidas de los 35.000 s¨²bditos norteamericanos en aquel pa¨ªs y capturar a Noriega.
Las dos primeras son risibles. La historia de Panam¨¢, un pa¨ªs creado artificialmente por EE UU en 1903 para poder construir un Canal que conectara sus dos costas y ahorrara a sus barcos el largo periplo a trav¨¦s del Cabo de Hornos, no constituye precisamente un modelo de tradici¨®n democr¨¢tica. Y la proclamaci¨®n de Guillermo Endara como presidente de Panam¨¢ en una base militar norteamericana protegido por las bayonetas de EE UU seis meses despu¨¦s de las elecciones paname?as no pasar¨¢ a la historia como un ejemplo de dignidad nacional.
En cuanto a la protecci¨®n del Canal, no existe un solo indicio que pruebe que Noriega o sus tropas tuviesen la m¨¢s m¨ªnima intenci¨®n de atacar las instalaciones de la v¨ªa mar¨ªtima. S¨ª existen pruebas abundantes de que Noriega pensaba atacar objetivos civiles norteamericanos por causas no explicadas todav¨ªa.
Quedan las otras dos, que son las cre?bles, la protecci¨®n de las vidas americanas desde la declaraci¨®n del estado de guerra con Estados Unidos el pasado viernes y el consiguiente asesinato de un marine desarmado y la captura de Noriega, convertido desde hace meses en la verdadera bestia negra de la Administraci¨®n de George Bush y reclamado por dos juzgados federales de Florida desde febrero de 1988 por delitos relacionados con el tr¨¢fico de drogas.
Prudencia y audacia
Sin embargo, ?por qu¨¦ prudencia hace dos meses, cuando Washington se neg¨® incluso a apoyar un intento de golpe de Estado contra Noriega y audacia ahora?
Una explicaci¨®n ofrecida por los observadores es que Bush ha querido sacudirse de una vez por todas el sanbenito de wimp o d¨¦bil que le fue colgado por sus cr¨ªticos durante la campa?a electoral y que le fue recordado por su indecisi¨®n en el fallido golpe de Estado paname?o de octubre y en otros ejemplos de falta de acci¨®n ofrecidos por el titular de la Casa Blanca en los ¨²ltimos meses como durante la contaminaci¨®n de las costas de Alaska por la mancha de petr¨®leo vertida por el Exxon Vald¨¦s y en la cat¨¢strofe provocada por el hurac¨¢n Hugo.
Bush ha querido demostrar que cada vez se siente m¨¢s seguro en la presidencia y que ha perdido el complejo de segund¨®n eterno de Reagan que pare c¨ªa atenazarle durante los primeros meses de su presidencia Ejemplos de esa seguridad: su propuesta de reducir las fuerzas convencionales en Europa el pasado mayo, la cumbre de Malta para discutir el nuevo orden europeo con Mijail Gorbachov y su pol¨ªtica secreta con China con el env¨ªo de su asesor de seguridad nacional, Brent Scowcroft, a Pek¨ªn en misiones ni siquiera reveladas a sus m¨¢s cercanos colaboradores.
Pero, adem¨¢s, como recordaba ayer el New York Times, existe otra raz¨®n. Con su actuaci¨®n en Panam¨¢, Bush se ha incorporado a la tradici¨®n intervencionista que ha marcado las presidencias de casi todos los titulares de la Casa Blanca desde finales del siglo XIX.
Una prolongaci¨®n de las hostilidades erosionar¨ªa la credibilidad de Bush no s¨®lo en su propio pa¨ªs sino fuera de sus fronteras, especialmente en Am¨¦rica Latina donde la intervenci¨®n puede borrar de golpe el buen nombre que Bush se hab¨ªa construido a trav¨¦s de sus relaciones personales con l¨ªderes tan cualificados como Oscar Arias de Costa Rica, Carlos Andr¨¦s P¨¦rez de Venezuela y Carlos Salinas de Gortari de M¨¦xico. En el caso de Panam¨¢, el reloj trabaja contra Bush que quiz¨¢ piense que, despu¨¦s de todo, la afirmaci¨®n hecha por su antecesor Richard Nixon el pasado mi¨¦rcoles en una comisi¨®n del Senado de que "Noriega hubiera acabado pudri¨¦ndose s¨®lo" no es descabellada.
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