Cambios en la balanza de pagos
En los ¨²ltimos a?os se ha producido un importante cambio de tendencia en la evoluci¨®n de la balanza por cuenta corriente espa?oa que en 1988 present¨®, por primera vez desde 1984, un saldo negativo. Las previsiones acerca de un valor de dicho d¨¦ficit en torno a un 3% del PIB (aproximadamente 1.200.000 millones de pesetas) para 1989 hacen que la evoluci¨®n de esta variable sea motivo de reflexi¨®n.La valoraci¨®n del d¨¦ficit exterior es tal vez m¨¢s delicada de lo que pueda parecer, como lo mostr¨® la reciente reacci¨®n negativa de Wall Street al anuncio de un dato mensual favorable del d¨¦ficit estadounidense. Aunque acostumbramos a valorar negativamente los d¨¦ficit comerciales y positivamente los excedentes, quiz¨¢ como una reliquia mercantilista, la evaluaci¨®n de la situaci¨®n exterior de un pa¨ªs es bastante m¨¢s compleja.
El d¨¦ficit comercial puede resultar de un crecimiento elevado que moviliza un volumen sustancial de importaciones de materias primas y bienes de equipo; puede ser el resultado de un excesivo consumo de bienes importados, o de una insuficiencia del ahorro nacional con respecto a las necesidades de inversi¨®n. Es esencial , por tanto, determinar el origen de nuestro d¨¦ficit exterior para ponderar las posibilidades de obtener una balanza de pagos equilibrada en el futuro o si, por el contrario, la situaci¨®n apunta a un d¨¦ficit cr¨®nico.
Algunas partidas de nuestra balanza de pagos han sido tradicionalmente excedentarias, compensando los d¨¦ficit estructurales de las restantes partidas, y una situaci¨®n de este tipo es perfectamente aceptable, ya que para obtener una balanza de pagos globalmente equilibrada no es necesario que cada uno de sus componentes lo est¨¦. As¨ª, la existencia de un d¨¦ficit comercial debido a las importaciones energ¨¦ticas y de bienes intermedios y de equipo no es preocupante si se produce a la vez un excedente en los ingresos por servicios.
Por esta raz¨®n, el d¨¦ficit por cuenta corriente debe examinarse detalladamente, considerando las modificaciones tendenciales en las distintas partidas que componen la balanza de pagos. En primer lugar, en la balanza comercial, el fen¨®meno m¨¢s importante que se ha venido produciendo es el progresivo incremento del porcentaje de los bienes de consumo en las importaciones no energ¨¦ticas. ?stos han pasado -de un 14% de dichas importaciones en 1985- a representar un 23% de las mismas en los tres primeros trimestres de 1989. Ello refleja claramente c¨®mo la reactivaci¨®n econ¨®mica en nuestro pa¨ªs ha impulsado m¨¢s el crecimiento de las importaciones de consumo que las de inversi¨®n. La tesis del d¨¦ficit creado por un proceso de inversi¨®n excesivo no es pues compatible con el examen de estos datos. Como la tasa de crecimiento de las exportaciones no ha sido suficiente para compensar este fen¨®meno, el d¨¦ficit comercial se ha incrementado pasando de menos de 900.000 millones de pesetas en 1986, a casi dos billones de pesetas en 1988, y a superar esa cifra en los tres primeros trimestres de 1989.
El segundo componente de la balanza por cuenta corriente, la balanza de servicios, era tradicionalmente excedentaria en nuestro pa¨ªs, compensando sobradamente el d¨¦ficit comercial. Como parte de ella, nuestro saldo neto por turismo superaba al doble de la factura por importaciones energ¨¦ticas con anterioridad al shock en los precios del petr¨®leo de 1973. Cay¨® hasta cubrir tan s¨®lo el 50% del coste de la energ¨ªa importada; mejor¨® sustancialmente en los a?os siguientes, pero ha descendido desde representar una cobertura del 2,1 % de la factura energ¨¦tica en 1988, al 1,7% en los tres primeros trimestres de 1989.
El deterioro en la balanza de servicios es reciente, puesto que en tasas interanuales la situaci¨®n se ha invertido desde un crecimiento del saldo excedentario (en pesetas) de un 24% en 1986, a una reducci¨®n en dicho saldo positivo de un 4% en 1987, un 13% en 1988 y un 5% en los tres primeros trimestres de 1989.
La balanza por transferencias contin¨²a en la l¨ªnea de mejora de los ¨²ltimos a?os, y presenta super¨¢vit para nuestro pa¨ªs (435.000 millones de pesetas en 1988), pero no tan alto como para impedir el crecimiento del saldo negativo de la balanza por cuenta corriente.
Este saldo negativo en la balanza por cuenta corriente ha de tener una contrapartida de signo contrario en la balanza por cuenta de capital; ¨¦sta no hace sino mostrar el modo en que se financia el d¨¦ficit por cuenta corriente. Por consiguiente, el saldo de la balanza de capital espa?ola es actualmente positivo. Ello puede reflejar una importaci¨®n de capital, una salida de divisas, o ambas simult¨¢neamente. En el primer caso, se estar¨¢ importando ahorro de otros pa¨ªses para suplir un ahorro interno insuficiente; en el segundo, se estar¨¢n devolviendo divisas que, mientras estaban en nuestro pa¨ªs, representaban una posici¨®n acreedora frente al exterior.
Aumento de reservas
En 1988, las entradas de capital procedente del exterior permitieron no s¨®lo financiar el d¨¦ficit por cuenta corriente, sino incrementar el stock de reservas de divisas en casi un bill¨®n de pesetas. Corno consecuencia de la evoluci¨®n de la balanza por cuenta corriente, la balanza por cuenta de capital ha seguido en los tres primeros trimestres de 1989 una evoluci¨®n notablemente m¨¢s adversa que la de igual per¨ªodo del a?o anterior, ya que el saldo neto de inversiones y cr¨¦ditos ha doblado al de 1988 (1.730.000 millones de pesetas frente a 9 10.000 millones de pesetas).
Dentro de esta partida, y durante los tres primeros trimestres de 1989, los cr¨¦ditos concedidos a nuestro pa¨ªs se muestran estables en torno a los 230.000 millones de pesetas; las inversiones privadas han aumentado de 608.000 a 1.095.000 millones de pesetas y las p¨²blicas de 37.000 millones de pesetas a 314.000 millones de pesetas. De ellas, las inversiones directas se incrementan en un 45% con respecto a igual per¨ªodo del a?o anterior. Las inversiones en cartera crecen de forma espectacular, recuper¨¢ndose de la salida masiva que se produjo a ra¨ªz del crash de 1987. Simult¨¢neamente, la inversi¨®n directa de Espa?a en el exterior disminuye un 15%.
Como, por otra parte, este flujo de entrada de capitales a largo plazo no es suficiente para compensar el elevado d¨¦ficit por cuenta corriente, es necesario realizar una importaci¨®n de capital a corto plazo, si bien m¨¢s modesta (unos 100.000 millones de pesetas en los tres primeros trimestres de 1989).
Todo ello configura un marco de cambios fundamentales en nuestras relaciones con el exterior; es importante puntualizar que dichas modificaciones se producen tanto en la estructura de la balanza por cuenta, corriente como en su imagen especular, la balanza por cuenta de capital.
Tomados de forma aislada, cada uno de estos elementos no conlleva serias dificultades; su conjunci¨®n, sin embargo, plantea un serio problema incluso a medio plazo. La moderaci¨®n con que se ha tratado el problema del d¨¦ficit es preocupante.
Se ha afirmado, por una parte, que la inversi¨®n exterior directa aportaba una soluci¨®n al desequilibrio exterior, olvidando que la remuneraci¨®n de los capitales exteriores ser¨¢ un gravamen que pesar¨¢ en el futuro sobre nuestra econom¨ªa. Se ha afirmado tambi¨¦n que el ajuste econ¨®mico actual, al producir una disminuci¨®n de la demanda interna, impulsar¨ªa las exportaciones, dando por supuesto que la voluntad de exportar por parte de los empresarios es suficiente para que ¨¦sta se produzca. Estas falacias complican el debate.
Creemos que la situaci¨®n actual es preocupante y muestra que la pol¨ªtica econ¨®mica no deber¨ªa concebirse ¨²nicamente en funci¨®n del objetivo antiinflacionista, sino tambi¨¦n por sus efectos sobre el d¨¦ficit exterior.
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