Nostalgias
Hay quien es capaz de edificar una nostalgia a cuenta de algo que acaba de pasar. Ya han empezado a darse los primeros s¨ªntomas de nostalgia de aquel mundo de comienzos de 1989, exactamente dividido en dos grandes latifundios estrat¨¦gicos, con las fronteras, las verdades, las pir¨¢mides de Egipto y los sexos perfectamente censados, y pobre del que se saliera del latifundio y de sus aritm¨¦ticas. Cuando empez¨® la licuefacci¨®n del tel¨®n de acero, muy pocos se dieron cuenta de que no s¨®lo estaba agot¨¢ndose la l¨®gica interna de los llamados pa¨ªses de socialismo real, sino tambi¨¦n la del mundo capitalista. ?Qu¨¦ hacer con los valores cristianos anticomunistas tan largamente acumulados? ?Y con la industria de armamento? ?Y con todas las coartadas de patrullaje y colonizaci¨®n universal?Algunos economistas ya han salido del bunker de la perplejidad poshist¨®rica para hacer sus c¨¢lculos y llegar a la dram¨¢tica conclusi¨®n de que no es posible un Plan Marshall de la envergadura requerida, entre otras cosas porque Estados Unidos no est¨¢ en su mejor momento econ¨®mico y s¨ª al borde de uno de los peores. Nos hallamos ante las puertas de un nuevo orden internacional que va a replantear las contradicciones de una econom¨ªa de mercado pr¨¢cticamente universalizada y las relaciones de dependencia entre pa¨ªses subdesarrolladores y pa¨ªses subdesarrollados. Con las relaciones de acumulaci¨®n y depauperizaci¨®n que rigen el mundo actual, ni Estados Unidos ni el bloque de potencias econ¨®micas m¨¢s determinantes est¨¢n en condiciones de generar un asistencialismo universal sin poner en peligro su propia capacidad de acumulaci¨®n, su propio status de desarrollo. Se encuentran, pues, ante una demanda de asistencia que no pueden abastecer y algunos ya a?oran aquellos tiempos en que el tel¨®n de acero reduc¨ªa las garitas de vigilancia universal a dos. Ahora los dos bloques navegan casi a la deriva sobre un oc¨¦ano de aplazados y justos pillajes.
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