Otras Ruman¨ªas
He le¨ªdo, como hago todos los s¨¢bados, la interesante columna de Rosa Montero del 13 de enero titulada Enga?o, en la que la citada periodista habla del enga?o del que periodistas, pol¨ªticos y personas de a pie han sido v¨ªctimas con respecto a los horrores que ocurr¨ªan en Rumania y de los que parece que nos hemos enterado s¨®lo el pasado mes de diciembre. Concluye Rosa Montero pregunt¨¢ndose: "?Cu¨¢ntos monstruos de nuestra pereza racional habremos amamantado adem¨¢s de Ceaucescu?".Yo mismo me permito contestar con algunos ejemplos: en Sud¨¢n y Mauritania se practica todav¨ªa la esclavitud a gran escala por parte de los ¨¢rabes contra la poblaci¨®n negra. Estos hechos han sido denunciados repetidamente por prestigiosas organizaciones de defensa de los derechos humanos, pero parece que no se levantan voces de la comunidad internacional exigiendo el fin de esta pr¨¢ctica vejatoria. En Sud¨¢n, las milicias ¨¢rabes -armadas por el Gobierno- mataron el pasado 28 de diciembre a 2.000 personas en un lugar llamado Gebelein, 350 kil¨®metros al sur de Jartum.
En Nigeria, en noviembre, el mismo Gobierno revel¨® que m¨¢s de 2.000 prisioneros hab¨ªan muerto debido a las condiciones infrahumanas en que se encuentran en las c¨¢rceles del pa¨ªs. Nuestro Gobierno -que mantiene relaciones diplom¨¢ticas con este pa¨ªs- ?ha enviado alguna nota de protesta? Me pregunto si es que -acaso por un racismo mal disimulado- encontramos normal que los africanos padezcan la opresi¨®n de reg¨ªmenes que no se merecen. Lo m¨¢s grave del caso es que miles de africanos llegan a Espa?a para pedir refugio pol¨ªtico, y el Ministerio del Interior no se lo concede a casi ninguno de ellos, repitiendo que "los africanos no tienen motivos para pedir el asilo pol¨ªtico".
En el mundo hay muchas otras Ruman¨ªas, y sus habitantes nos piden que les prestemos un m¨ªnimo de atenci¨®n. ?Qui¨¦n sabe si un d¨ªa nos sorprenderemos ante tragedias como las de Sud¨¢n, Mauritania o Nigeria? ?Volveremos a repetir nuestras excusas amparados en una pretendida ignorancia?- Jos¨¦ Carlos Rodr¨ªguez Soto.
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