Belleza y comercio
HOY SE inaugura al p¨²blico en Madrid una nueva edici¨®n -la novena- de la Feria Internacional de Arte Contempor¨¢neo (Arco). Para nadie resulta un secreto que el arte -asimiladas definitivamente las vanguardias hist¨®ricas del presente siglo- tiene una doble valoraci¨®n: por el grado de belleza que percibe quien lo contempla y, ¨¦sta m¨¢s objetiva, por el valor monetario de sus productos. Si la belleza resulta ser personal e instransferible, el comercio, no. Es precisamente en este terreno de la objetivici¨®n art¨ªstica en donde el Estado puede ayudar.Como se recuerda en un suplemento que hoy publica EL PA?S, ya en 1989, y a instancia de la direcci¨®n de la feria, se elabor¨® un amplio informe jur¨ªdico en torno al r¨¦gimen fiscal del arte contempor¨¢neo en Espa?a, y en los principales pa¨ªses occidentales, que ten¨ªa por objeto mostrar las alternativas fiscales incentivadoras para fomentar el coleccionismo, en lo referente a tenencia, transmisi¨®n y adquisiciones de obras de arte. Recientemente, el ministro de Cultura se?al¨® la conveniencia de que se elabore sin m¨¢s tardanza una ley sobre el mecenazgo, pieza clave para la difusi¨®n cultural. Quiere ello decir que, frente a las iniciativas de ¨ªndole privada, es necesaria una legislaci¨®n que impulse desde la exhibici¨®n -estimulando el patrocinio de las empresas privadas a las grandes exposiciones- hasta las transacciones. En definitiva, en el comercio del arte, y frente a una minor¨ªa de simples especuladores que buscan el enriquecimiento, est¨¢ una inmensa mayor¨ªa de ciudadanos que buscan el placer de la contemplaci¨®n y, en ocasiones, el de la posesi¨®n de la belleza. El Estado tiene el deber, probablemente uno de los m¨¢s justos e ignorados, de fomentar entre sus administrados aquello que tienda al enriquecimiento de su sensibilidad.
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