De Klerk, el reformista silencioso
Frederik Willem de Klerk ha culminado su carrera de reformista silencioso con el estr¨¦pito de la puesta en libertad de Nelson Mandela, la gran esperanza pol¨ªtica africana. Hace ahora justo un a?o que De Klerk ascendi¨® a la presidencia del Partido Nacional y en estos doce meses, el pol¨ªtico de aparato, desconocido, sin personalidad se ha convertido en una figura relevante de la pol¨ªtica internacional.La credibilidad de De Klerk era muy escasa hasta la v¨ªspera misma de su discurso del pasado d¨ªa 2 en el Parlamento; el presidente ven¨ªa hablando desde hac¨ªa meses de reforma, pero para los encallecidos o¨ªdos de los surafricanos que llevaban a?os oyendo la misma retah¨ªla de promesas, De Klerk no resultaba m¨¢s cre¨ªble que su predecesor, el autoritario y detestado Pieter W. Botha. Si algo caracterizaba al presidente era su imagen carente de relieve y de carisma.
En este febrero hist¨®rico para Sur¨¢frica, Frederik VV. de Klerk ha resuelto definitivamente la duda y se ha mostrado m¨¢s como hermano de su hermano Willem que como hijo de su padre, Jan. La vertiente liberal que representa aqu¨¦l se ha impuesto a la anticuada visi¨®n del mundo que manten¨ªa ¨¦ste. El presidente surafricano, nacido en 1936, es el ¨²ltimo eslab¨®n de una rancia familia afrikaaner siempre pr¨®xima al poder. Su bisabuelo fue senador y su abuelo intent¨® varias veces, aunque sin suerte, conseguir un esca?o parlamentario. Su padre fue ministro con Hendrik Wervoerd y con J. G. Srijdom, quien cas¨® con una t¨ªa de De Klerk, y fue el encargado de poner en pr¨¢ctica las leyes sobre Matrimonios Mixtos y sobre Inmoralidad que prohib¨ªan el cruce de las barreras raciales, por cuya existencia vel¨® hasta que se retir¨® de la presidencia del Senado y de la vida pol¨ªtica en 1976.
Frederik W. de Klerk que se define como "cristiano, surafricano, afrikaaner y abogado, por este orden" dej¨® el foro judicial por el pol¨ªtico en 1972, cuando gan¨® al primer intento un puesto en el Parlamento. Seis a?os despu¨¦s entr¨® en el Gabinete, donde se encarg¨® de una larga lista de carteras de segundo orden y se mantuvo en la sombra hasta que, en 1982, una escisi¨®n por la derecha del partido le brind¨® la oportunidad de acceder al liderazgo nacionalista en Transvaal, abandonado por Andries Treurnicht para fundar el Partido Conservador, ahora el principal rival del Nacional, al que acusa de entregar Sur¨¢frica al poder negro. De la conservadora provincia de Transvaal, el hoy presidente accedi¨® a la cabeza del partido por un pelo en una disputada elecci¨®n interna.
Inmoralidad
La sociedad surafricana es profundamente confesional y De Klerk es el pirmer presidente que no pertenece a la mayoritaria Iglesia Holandesa Reformada, sino a una rama escindida de ella que hoy es la tercera de las iglesias reformadas, nacida en una atm¨®sfera de fundamentalismo calvinista y evolucionada con el tiempo hasta convertirse en la menos conservadora. Cuando sus miembros hacen una juicio moral lo siguen hasta el final, y De Klerk dice estar convencido de la inmoralidad del apartheid.
"Me comprometo a traer un orden constitucional completamente nuevo, en el que haya justicia e igualdad para todos, en el que haya plenitud de derechos y quede eliminada la discriminaci¨®n", repite una y otra vez. "Es un orden constitucional en el que los l¨ªderes electos de toda la gente se convierten en part¨ªcipes del Gobierno".
La dominaci¨®n no ha de ser blanca, pero tampoco ha de serlo negra y por ello De Klerk habla de "derechos de grupos", que los m¨¢s cr¨ªticos califican de apartheid amable, al ofrecer a la minor¨ªa blanca garant¨ªas de que va a conservar su estatus. El sufragio universal a la occidental no est¨¢ claramente definido ni defendido por De Klerk, si bien en la pasada semana el ministro de Desarrollo Constitucional, Gerrit Viljoen, hombre de su m¨¢xima confianza, ha insinuado sutilmente que ese podr¨ªa ser el resultado final del proceso negociador que ha de abrirse ahora.
De Klerk carece de experiencia negociadora con los negros, con la notable excepci¨®n de Mandela. El pragmatismo y extrema moderaci¨®n de que gusta presumir van a ser puestos bien a prueba en la ardua b¨²squeda de una v¨ªa entre los radicalismos de la minor¨ªa blanca que teme por su futuro y de la mayor¨ªa negra que lo quiere todo aqu¨ª y ahora.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.