El reh¨¦n
No se esperaba Luis Solana el papel que ahora se le atribuye en el zoco pol¨ªtico. Ha sido casi todo lo que se puede ser en pol¨ªtica, menos ministro: preso, conspirador, amigo del chico, presidente de la Telef¨®nica, director general del "Ente" (hay palabras que est¨¢n condenadas a quererlo decir casi todo) y ahora reh¨¦n. Iba a ser gloriosamente ratificado en el cargo cuando se interpuso en el camino de ida y vuelta a su propio despacho el caso Juan Guerra y el varapalo recibido por el Gobierno. Como un boxeador tocado, el Gobierno se abraza a la oposici¨®n, por ver si se le va el mareo, y en el momento del abrazo desliza en la oreja enemiga: "Lo del Ente es negociable".Palabras oportunas en un momento oportuno. El Partido Popular paraliza sus pu?os, le pone un tap¨®n en la boca a Ramallo y los m¨²sculos de Jos¨¦ Mar¨ªa Aznar se algodonizan. ?Alguien imagina el fruto pol¨ªtico que el PP puede sacarle al desplazamiento de Solana y al consenso en torno del sustituto? Quiz¨¢ tengan raz¨®n los d¨ªas laborables, escribi¨® aquel poeta tan p¨®stumo que se llam¨® Jaime Gil de Biedma, y hoy, lunes, tal vez en el instante en que se produce el afortunado encuentro entre esta columna y sus lectores, en habitaciones secretas, se practica el viejo arte del trueque, que en este caso implica un sacrificio humano.
Porque si el Gobierno consigue tiempo y desmemoria en el caso Guerra, Luis Solana ser¨¢ el chivo expiatorio. Si no lo consigue deja a Solana en la inc¨®moda posici¨®n de repudiado repescado por despecho y lo marca para su restante vida pol¨ªtica como un bulto de quita y pon en los chalaneos pol¨ªticos. O me das esto o te pongo a Solana en el lote. Secuestrado por su propio Gobierno, Luis Solana tiene ante s¨ª tres malas salidas: o le renombran por pu?etas, o le cesan por el alivio, o se escapa por una ventana, en la seguridad de que le va a sentar fatal al jefe.
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