Pertini

EL ANCIANO ex presidente de la Rep¨²blica italiana Sandro Pertini pasar¨¢ a la historia como el personaje que devolvi¨® a Italia la confianza en las instituciones democr¨¢ticas, en crisis abierta cuando el viejo partisano, combatiente contra el fascismo, subi¨® en 1978, a sus 82 a?os, las escaleras del Quirinal. Su antecesor, el democristiano Antonio Leone, hab¨ªa tenido precisamente que abandonar la m¨¢xima carga del Estado antes de acabar su mandato tras haberse: visto obligado a dimitir zarandeado por los esc¨¢ndalos.Pertini, personaje inclasificable, tierno como un ni?o y duro a veces como un vengador, orgulloso y de una limpieza moral a la luz del sol, siempre sin pelos en la lengua, incluso Contra los hombres de su partido, se convirti¨® en seguida en la m¨¢s limpia referencia moral para un pa¨ªs que, atenazado por el terrorismo, humillado por la Mafia, atemorizado por las intrigas antidemocr¨¢ticas de la logia P-2 y desprestigiado por la conducta de muchos de sus pol¨ªticos, estaba perdiendo peligrosamente la fe en los partidos pol¨ªticos.

El anciano socialista, que busc¨® toda su vida el di¨¢logo con los comunistas, con quienes hab¨ªa compartido largos a?os de c¨¢rcel, supo hablar el lenguaje de la gente de la calle, hacer suyas sus ansias y sus cr¨ªticas a la inmoralidad pol¨ªtica, sin caer, sin embargo, en populismos demag¨®gicos. Tuvo la inteligencia y la sensibilidad moral y pol¨ªtica de saber hacerse amar, casi adorar, de aceptar en su persona la suplencia de las instituciones desprestigiadas, evitando a la vez la f¨¢cil tentaci¨®n de hacerse aclamar como los tribunos. Y cuando acab¨® su mandato supo retirarse de puntillas.