Izquierdas europeas
El punto de partida de cualquier reflexi¨®n sobre las izquierdas europeas es subrayar la necesidad de su progresiva coordinaci¨®n. Hace ya a?os, por no decir decenios, que se desarrollan unas relaciones econ¨®micas europeas en general, y en concreto, en una Comunidad Europea formada por 12 Estados. Sobre esta realidad se coordinan diversas fuerzas econ¨®micas, sociales y pol¨ªticas, como lo demuestran las diversas organizaciones financieras, empresariales y sociales (la Confederaci¨®n Europea de Sindicatos, por ejemplo).Hablar de coordinaci¨®n de las izquierdas europeas requiere previamente aclarar el contenido y los l¨ªmites de aquella denominaci¨®n. Las izquierdas son plurales por origen, por contenido, y dicha pluralidad y diversidad cada d¨ªa responde menos a arcaicas clasificaciones por denominaciones o, etiquetas (el Partido Socialdem¨®crata Alem¨¢n est¨¢ mucho m¨¢s pr¨®ximo al Partido Comunista Italiano que al Partido Socialista Italiano, por ejemplo). Adem¨¢s, sus actuaciones -y, por tanto, sus posibles relaciones- est¨¢n condicionadas por las tem¨¢ticas estatales o dom¨¦sticas, o sea, por su posicionamiento respecto a las pol¨ªticas gubernamentales en cada pa¨ªs. En este contexto se puede entender el complejo debate, que se produce desde hace muchos a?os, sobre el futuro de las izquierdas, y muy precisamente el que culminar¨¢ del 7 al 10 de marzo en Bolonia, en el congreso del Partido Comunista Italiano. El debate del PCI contin¨²a siendo una referencia importante.La dimensi¨®n dom¨¦stica o de Estado explica una buena parte de la cuesti¨®n. El secretario general del PCI plantea la necesidad de avanzar hacia una nueva formaci¨®n pol¨ªtica de izquierdas para conseguir una alternativa de izquierdas en aquel pa¨ªs. Desde hace a?os, el PCI est¨¢ en la oposici¨®n, a pesar de su enorme peso social, program¨¢tico y electoral. No es ajena a esta realidad la persistente voluntad de Estados Unidos, que ya, en los tiempos del asesinato de Aldo Moro parece ser que intervino para impedir la presencia de los comunistas en el Gobierno. Mientras tanto, los socialistas (el PSI) contin¨²an formando parte sustancial del pentapartito del Gobierno con los sectores m¨¢s conservadores de la Democracia Cristiana, con una apreciable carga de corruptelas o sottogoverno, bloqueando cualquier posibilidad de cambio pol¨ªtico y, sobre todo, cualquier eventualidad alternativa de izquierdas. Este dato fundamental repercute a todos los niveles, como se ha visto hace muy poco en el Ayuntamiento de Palermo, donde los socialistas han posibilitado el fracaso de un gobierno de progreso para volverse a poner en brazos de la DCI. De all¨ª el constante y dur¨ªsimo enfrentamiento entre el PCI y el PSI, entre Occhetto y Craxi. ?ste debe ser de los pol¨ªticos europeos m¨¢s contrarios a cualquier evoluci¨®n progresista de aquella situaci¨®n. Occhetto les invita a que escojan (scieglete) en qu¨¦ bando est¨¢n y les plantea la necesidad de construir una alternativa de izquierdas. Nadie, ni en Italia ni aqu¨ª, puede olvidar la tem¨¢tica estatal, con las consiguientes responsabilidades de gobierno, que datan de hace tiempo, cuando se planteen las bases de una coordinaci¨®n de izquierdas. De lo contrario, uno puede refugiarse en lo gen¨¦rico y construir un discurso de coordinaci¨®n de izquierdas incoherente con las praxis pol¨ªticas asumidas. Precisamente una nueva formaci¨®n pol¨ªtica de izquierdas en Italia -y aqu¨ª igual- deber¨ªa servir para desarrollar por las fuerzas de izquierdas una pol¨ªtica de transformaci¨®n.El PCI, junto con daneses, griegos y junto con Izquierda Unida e Iniciativa per Catalunya, desde el grupo parlamentario del Parlamento Europeo (Por la Izquierda Unitaria Europea), apuesta por una coordinaci¨®n de las izquierdas m¨¢s all¨¢ de las divisiones entre familias cl¨¢sicas, y por ello trabaja con los socialistas, las izquierdas alternativas y con otros partidos comunistas europeos.Ahora se trata de dar nuevos pasos hacia adelante, tanto en los panoramas dom¨¦sticos estatales como a nivel europeo, y sobre la base de una coincidencia de principios y de programas.
Sint¨¦ticamente, y por m¨¢s propaganda que se le eche a partir del hundimiento del denominado modelo del socialismo real, los principios del socialismo contin¨²an siendo vigentes. Es decir, a grandes rasgos, el objetivo de una sociedad de libres e iguales est¨¢ por alcanzar, tanto en cada Estado como en el planeta, a la vez que hoy deber¨ªa ser inseparable la realizaci¨®n de la libertad, la igualdad y la solidaridad. Las izquierdas deber¨ªan partir del cuestionamiento de la sociedad capitalista, en la cual lo anterior es dif¨ªcilmente universalizable. A su vez, cualquier planteamiento de izquierdas debe impulsar hoy la potenciaci¨®n y ampliaci¨®n permanente de la democracia pol¨ªtica, econ¨®mica y social, permeando partidos e instituciones, fomentando la participaci¨®n directa de la sociedad.
Es a partir de estos principios cuando pueden enfocarse programas ante los retos de una alternativa al desarrollismo, de dar lugar prioritario a la ecolog¨ªa, del feminismo, del reequilibrio Norte-Sur, del desarme, de la reducci¨®n del tiempo de trabajo, etc¨¦tera.
El proceso de coordinaci¨®n de las izquierdas europeas debe acelerarse en paralelo al proceso de construcci¨®n de Europa al haberse demostrado la estrechez econ¨®mica, social y territorial del mercado ¨²nico de 1993. Ll¨¢mese casa com¨²n o de otra forma, la futura Europa debe ser mucho m¨¢s amplia, y las izquierdas que en su seno se deben coordinar son cada vez m¨¢s heterog¨¦neas.
Lo que ser¨ªa realmente novedoso es que en esta nueva fase se aceptase aquella pluralidad de izquierdas (m¨¢s all¨¢ de las formaciones divididas en los a?os veinte) y se consiguiese articular sobre nuevas formas pol¨ªticas las energ¨ªas sociales existentes, que desbordan con mucho las fronteras de los colectivos partidistas.
De ah¨ª que no pueda reducirse el problema a la pertenencia o no a tal o cual organizaci¨®n internacional. No puede partirse de apriorismos excluyentes como el que significaba una idea del comunismo como ¨²nica verdad de superioridad moral e hist¨®rica, o como el que significa una manipulaci¨®n de los socialistas, en gen¨¦rico, como ¨²nica izquierda posible.
Hasta hoy, el marco m¨¢s amplio existente es la Internacional Socialista, y parecer¨ªa ser que a partir de este hecho habr¨ªa dos formas de enfocar la coordinaci¨®n. En primer lugar, la que explicar¨ªa la necesidad de crear un marco m¨¢s amplio, plural y heterog¨¦neo, o sea, un nuevo foro de encuentro de todas las izquierdas posibles, respetando sus caracter¨ªsticas. En segundo lugar, la que implicar¨ªa una adscripci¨®n a la citada Internacional, con diversos grados de compromiso.
Siempre he cre¨ªdo que, en pol¨ªtica, ni el nombre ni la forma dan sustancia al proyecto, sino al contrario. De ah¨ª que insista en que el punto crucial es coincidencia de principios y programas, aparte de la cuesti¨®n, que no es nimia, de que cada fuerza pol¨ªtica quedar¨¢ condicionada seg¨²n sean las situaciones estatales diferentes. Por ello es ineficaz correr la cortina de humo de la izquierda europea a priori para esconder la incoherencia de acci¨®n pol¨ªtica seg¨²n el plano donde se trabaje (en Europa se defiende lo contrario de lo que se practica en casa, por ejemplo).
Muy en concreto, desde Catalu?a creemos que ser¨ªa necesario crear un foro europe¨ªsta que respondiera a aquellas necesidades. En este marco podr¨ªan debatirse todas las especificidades de las izquierdas estatales y de nacionalidad para avanzar en la coordinaci¨®n.
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