El sector de la construcci¨®n y el Plan General de Carreteras
Hace a?os, el sector de la construcci¨®n, hundido en una profunda depresi¨®n, criticaba la pasividad administrativa ante la insuficiencia de las infraestructuras espa?olas. Durante muchos a?os, desde las asociaciones empresariales de la construcci¨®n, se ha venido critican do la d¨¦bil reacci¨®n de las administraciones p¨²blicas frente a la alarmante situaci¨®n en que se encontraban las infraestructuras y equipamientos sociales de nuestro pa¨ªs. Por parte del sector, sumido entonces en una intensa postraci¨®n, estaba claro que se trataba de una cr¨ªtica interesada, pero este hecho no restaba credibilidad alguna a los argumentos utilizados, ya que nuestras carencias en aquellas materias, sufridas por propios y extra?os, eran de evidencia patente para todos los ciudadanos. La incomodidad de nuestra red d¨¦ comunicaciones, por ejemplo, cuya insuficiencia y baja calidad eran manifiestas, bastaba como bot¨®n de muestra.Es justo reconocer que en estos ¨²ltimos a?os la Administraci¨®n ha iniciado con ¨ªmpetu el proceso de modernizaci¨®n de las infraestructuras. Desde 1985, las administraciones vienen dando un gran impulso a sus inversiones, y el sector de la construcci¨®n ha logrado recuperar el pulso que tuvo en el pasado. Aunque es cierto que, dentro del animado clima econ¨®mico, la iniciativa privada ha colaborado tambi¨¦n, el auge reciente de la actividad constructora se debe esencialmente al fuerte aumento de las inversiones p¨²blicas. El reconocimiento de este hecho por parte del sector es de justicia que se haga con el mismo ¨¦nfasis al menos con que se criticaba entonces la pasividad gubernamental.
Como no pod¨ªa ser de otro modo, dentro del aludido esfuerzo inversor que comienza a sentirse en el a?o 1986 destaca espectacularmente el que desde entonces se viene realizando en el ¨¢mbito de las carreteras, y del que el Plan General de Carreteras 1984-1991, emprendido por la Administraci¨®n central sobre la Red de Inter¨¦s General del Estado, es, por el momento, su m¨¢ximo exponente.
El Plan General de Carreteras vigente, que deber¨¢ culminar antes de que finalice 1991, fundamentalmente comprende la ejecuci¨®n de unos 3.300 kil¨®metros de autov¨ªas, mediante el desdoblamiento de la calzada, el acondicionamiento de unos 7.500 kil¨®metros de carreteras con plataforma de m¨¢s de nueve metros de ancho y la mejora de: traves¨ªas, actuaciones en medio urbano y accesos a puertos y aeropuertos. El importe total del plan, seg¨²n las ¨²ltimas estimaciones, alcanzar¨¢ aproximadamente el bill¨®n y medio de pesetas, lo que supone, por tanto, la mayor inversi¨®n realizada por la Administraci¨®n del Estado en sus carreteras.
El Plan General de Carreteras 1984-1991 es un paso importante hacia la equiparaci¨®n de: nuestras infraestructuras con las restantes de Europa. Aunque resulta evidente que este Plan General de Carreteras no resuelve por s¨ª solo todos los problemas acuciantes que pesan sobre nuestra red principal de carreteras, hay que reconocer que, en t¨¦rminos relativos, representa un salto descomunal hacia delante y supone un paso de gigante hacia el grado de la calidad que, tanto cuantitativa como cualitativamente, debe alcanzar nuestra red de comunicaciones terrestres para que se pueda equiparar con las dispuestas por los pa¨ªses desarrollados de nuestro entorno. Ser¨¢ precisa la realizaci¨®n de otros nuevos planes y programas, como los ya anunciados por el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo y otros muchos complementarios, para que nos aproximemos pronto a los niveles europeos de referencia.
Resulta innegable que, en t¨¦rminos generales, la calidad del servicio prestado por la autopista es superior al que pueda prestar la autov¨ªa, pero ello no conduce en modo alguno a la descalificaci¨®n del empleo de la autov¨ªa como v¨ªa r¨¢pida en la red contemplada por el plan. La obligada limitaci¨®n de los recursos financieros que se puedan dedicar a estas infraestructuras y la mayor econom¨ªa de la autov¨ªa aconsejan su uso para lograr unos primeros objetivos de calidad en poco tiempo. Adem¨¢s, la autov¨ªa atiende al tr¨¢fico local, que es preponderante en esas v¨ªas, de forma mucho m¨¢s satisfactoria que la autopista.
Por otra parte, se puede constatar el incremento gradual de calidad que se ha ido imponiendo en los proyectos de las obras del plan en cuanto a requerimientos de trazado y otras caracter¨ªsticas de las autov¨ªas, de tal modo que las m¨¢s recientes se asemejan mucho, en todo lo que se puede, a las autopistas. La introducci¨®n de estas mejoras de criterio, en cierto modo influidas por el ingreso de Espa?a en la Comunidad Europea y por la proximidad de la apertura al Mercado Com¨²n, ha sido factor decisivo en el incremento de los presupuestos del plan.
Nivel de calidad
Los nuevos tramos abiertos al tr¨¢fico suponen todav¨ªa una peque?a proporci¨®n sobre los que est¨¢n en ejecuci¨®n y los que se habr¨¢n de realizar. La ingente labor en marcha mantiene nuestra red de carreteras por el momento en una situaci¨®n de suma incomodidad y todav¨ªa resulta muy dificil que el usuario pueda valorar la calidad con que se realizan las obras. Sin embargo, en las obras se viene asegurando una calidad muy satisfactoria. Por una parte, como dec¨ªamos, se ha mejorado sustancialmente el nivel de los requerimientos -calidad en cuanto a los tipos de obra a realizar-, y por otra, el grado de cumplimiento de esos requisitos calidad en cuanto a c¨®mo se realizan esas obras-, aunque, ello no implique la posible aparici¨®n de alg¨²n fallo excepcional que confirme la regla, pero que en ning¨²n modo puede llevar a la descalificaci¨®n. Tanto los est¨¢ndares de calidad como el control de la misma son equivalentes a los que impone la tecnolog¨ªa moderna en los pa¨ªses m¨¢s avanzados, dado que la tecnolog¨ªa espa?ola en este campo est¨¢ a su misma altura. Por otro lado, en las obras de mayor envergadura se est¨¢n imponiendo los sistemas modernos de autocontrol, que, sin duda, dar¨¢n buenos frutos y una experiencia trasladable a otros campos de la construcci¨®n.
La convocatoria del Plan General de Carreteras, unido a las de los dem¨¢s programas de inversi¨®n p¨²blica en carreteras promovidos por parte de las comunidades aut¨®nomas, supuso para las empresas constructoras la apertura de un brillante horizonte, que ofrec¨ªa la posibilidad de alcanzar un razonable nivel de actividad y asegurar trabajo a los costosos equipos disponibles. Hoy las empresas trabajan con intensidad, pero todav¨ªa no han conseguido alcanzar los niveles de producci¨®n que les permite su capacidad, y los equipos presentan ¨ªndices de ocupaci¨®n no muy elevados. Tan s¨®lo la s¨²bita y sorprendente aparici¨®n de escasez de mano de obra a casi todos los niveles, acaecida hace pocos meses, puede suponer un freno a la necesaria continuaci¨®n del crecimiento de la actividad.
Por el momento se vienen cumpliendo los plazos del plan, pero la lentitud en la aportaci¨®n de recursos econ¨®micos encierra un peligro latente. Hasta hace muy poco tiempo hemos mantenido la opini¨®n de que, en l¨ªneas generales, el plan se ven¨ªa desarrollando seg¨²n lo previsto. Esta opini¨®n se sustentaba en el conveniente ritmo y volumen de las licitaciones de las obras y en el adecuado grado de ejecuci¨®n de ¨¦stas, especialmente las que no estaban afectadas por servicios urbanos preexistentes. Salvo excepciones justificadas, las obras se est¨¢n realizando en los plazos ofertados, y en algunos casos, con reducci¨®n de los mismos. Esto no hubiera sido posible sin la buena coordinaci¨®n que ha existido entre los servicios de la Direcci¨®n General de Carreteras y las empresas constructoras.
Sin embargo, desde los ¨²ltimos meses del a?o pasado venimos acusando un cierto retraso en las licitaciones y adjudicaciones de las obras (en los nueve primeros meses de 1989 el valor de la obra licitada por la Direcci¨®n General de Carreteras fue un 44% inferior a la de 1988), que seguramente son debidos a recortes del cr¨¦dito y a las insuficientes consignaciones presupuestarias. Todav¨ªa se considera posible terminar el grueso del plan antes de que acabe el a?o 1991, como est¨¢ previsto, pero ello exigir¨ªa una mayor sensibilidad por parte de las autoridades econ¨®micas.
Un primer paso
El Plan General de Carreteras 1984-1991 es s¨®lo un primer paso, al que deben seguir otros sin soluci¨®n de continuidad. Las acciones contempladas en este plan y los vigentes de las comunidades aut¨®nomas s¨®lo resuelven parcialmente las grandes carencias de nuestras redes de comunicaciones por carretera. Los ciudadanos de este pa¨ªs, los muchos extranjeros que nos visitan y los constructores de carreteras conf¨ªan en que, como ya se ha anunciado a los m¨¢ximos niveles gubernamentales, a estos planes sigan otros m¨¢s ambiciosos si cabe para que lo m¨¢s pronto posible nuestras comunicaciones est¨¦n al nivel de las del resto de Europa y no sean una barrera al intercambio de personas, bienes y servicios y un freno al desarrollo econ¨®mico espa?ol. Las empresas constructoras tienen capacidad suficiente para ello y est¨¢n convenientemente preparadas.
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