Sonidos ib¨¦ricos
La Sinf¨®nica de RTVE, dirigida por Arpad Joo, program¨® en el Monumental obras de cuatro autores espa?oles de hoy, recibidas con largos aplausos. Los Ojos verdes, del madrile?o Jorge Fern¨¢ndez Guerra (1952), se inspira m¨¢s que en la leyenda becqueriana, en su t¨ªtulo; es p¨¢gina muy bella y sustancialmente po¨¦tica, escuchada interiormente por su autor antes de ser escrita.El alcoyano Amando Blanquer (1935) hizo de su Concierto para cuatro trompas un divertimento en el que juega con los estilos y la diversidad de materiales a trav¨¦s de tina realizaci¨®n artesanal muy firme. Luis Morat¨®, Jos¨¦ Vicente Puertos, Enrique Asensi y Miguel Guerra ganaron en la cu¨¢druple parte solista muchos aplausos.
Orquesta Nacional
Director: V¨ªctor Pablo P¨¦rez. Pianista: D. Golub. Obras de Marco, Grieg y Rachinaninoff.Orquesta Sinf¨®nica de RTVE Director: Arpad Joo. Pianista: J. Soriano. Obras de Ferm¨ªndez Guerra, Blanquer, Bernaola y Yag¨¹e. Mar¨ªa Joao Pires Bach, Mozart y Schubert. Auditorio Nacional, 9 y 10 marzo.
Nost¨¢lgico, del bilba¨ªno Carmelo Bernaola (1929), nos habla, desde el d¨ªa de su estreno por Joaqu¨ªn Soriano, el mismo solista que ahora ha vuelto a tocarlo, de un aut¨¦ntico magisterio en el que el compositor domina los conceptos y la forma de servirlos. La obra, al menos en la versi¨®n de Soriano, adopta cierto aire de amplia cadencia concertante.
En cuanto al burgal¨¦s Alejandro Yag¨¹e (1947), se trata de un fuerte talento musical que se expresa desde un consumado oficio. Yag¨¹e deber¨ªa figurar con mayor frecuencia en los programas de nuestras orquestas. Si en la Tercera sinfon¨ªa, escuchada en el ¨²ltimo festival ?de Alicante, Yag¨¹e carga la mano en la perfecci¨®n estructural, en la Segunda, subtitulada Gadea y escrita con ocasi¨®n del 1. 100 aniversario de la capital burgalesa, todo parece obedecer a un largo y sint¨¦tico repertorio de vivencias vibradas por el voltear de las campanas.
Otra sinfon¨ªa, la Cuarta, de Tom¨¢s Marco, mostr¨® muy a las claras como la recient¨ªsima Quinta constituye su culminaci¨®n. En una y otra, aparece lo mejor de Marco: su propia y original personalidad con vetas de iron¨ªa, sesgo intelectual y cierte, aura romanticista dentro de un lenguaje actual que se parapeta tras el lujo insistente y brillante de los acordes perfectos.
Por tercera vez en la semana nos encant¨® Mar¨ªa Jo¨¢o Pires en su recital de? s¨¢bado para el ciclo Piano 2000. Encantamiento no es t¨¦rmino vano pues la pianista portuguesa nos vence incluso desde versiones con las que, al menos en parte, no estamos de acuerdo, como la de la Partita en si bemol, de Bach, entendida al margen de las investigaciones llevadas a cabo por los eruditos, incluso de aquellas que nadie tienen que ver con lo museal.
Pero Mar¨ªa Jo¨¢o despliega su ideal, cualquiera que sea, con tan coherente belleza y musicalidad que la resistencia a su magia se torna imposible.
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