Un presidente suelto por Manhattan
Un grupo de j¨®venes agentes del servicio secreto se encarg¨® de la seguridad personal de Vaclav Havel, el nuevo presidente de Checoslovaquia, durante su ¨²ltima visita a Nueva York. Se trataba de muchachos amables, inteligentes, muy profesionales, educados y duros pero discretos. S¨®lo ten¨ªan una pega: no conoc¨ªan Manhattan.Havel, impecablemente vestido, entr¨® en su habitaci¨®n. Cuando apareci¨® de nuevo, dispuesto a disfrutar de su noche libre en la ciudad vestido al estilo de los novios (le Jane Fonda de los aflos sesenta -vaqueros, jersel, camisa decuadros y pelo desalifiado-, no se observ¨® ninguna reacci¨®n en los rostros de estos agentes.
En 1968, Havel, por aquel entonces escritor teatral, se enarnor¨® de la ciudad. Ahora quer¨ªa revivir aquellos recuerdos.
%D¨®nde vamos primero?", pregunt¨® J., el jefe de la brigada del servicio secreto, cuando Havel, Olga -su mujer- y dos amigos de la pareja se reunieron ante el United Nations Plaza, el hotel donde Havel y su esposa estaban alojados.
"A la 45, entre Broadway y la Octava", dije."?Qu¨¦ es la 45?", pregunt¨® J. "La 45..., la calle.. . ya sabes..., Broadway", respond¨ª. J. ime mir¨® con aire inquisitivo y pausadamente me pregunt¨®: "?"D¨®nde est¨¢ Broadway?".
"?Que d¨®nde est¨¢ Broad-
Way?".
"S¨ª, ?d¨®nde est¨¢?".
Me dio un vuelco el coraz¨®n y me entr¨® una especie de paranoia. Pens¨¦ que me estaban poniendo a prueba. Me di cuenta de que no era capaz de explicar lo sencillo que era moverse por Nueva York y mir¨¦ aterrorizado a los chicos de seguridad.
"Bueno, olvidadIo, iremos al centro entonces", dije intentando ocultar mi nerviosismo.
"No me parece recomendable que vayamos al centro", dijo J. con firmenza.
%Por qu¨¦?".
"El presidente podr¨ªa de repente verse envuelto en un tiroteo".
Havel, que hab¨ªa estado escuchando pacientemente, susurr¨®: %Un tiroteo? Bush no me ha comentado que este pa¨ªs estuviese en guerra. ?Cu¨¢ndo empez¨®?".
"Ni idea. No he visto el telediario".
"?Puede Checoslovaquia ayudar en algo?".
"Eso ser¨ªa estupendo, un gran gesto de amistad, pero ?c¨®mo?".
"Bien sencillo, nos limitaremos a dar una vuelta a esta manzana para demostrar que Checoslovaquia no tiene ninguna intenci¨®n de inmiscuirse en este asunto".
"?Fant¨¢stico!", me dirig¨ª a J. y le dije: "El presidente Havel quiere pasear, as¨ª que iremos por esa calle y daremos la vuelta a la manzana"."Lo siento pero esta calle es de direcci¨®n ¨²nica. Si van en sentido contrario al del tr¨¢fico, mi coche no podr¨¢ seguirles. Si quieren pasear tendr¨¢n que ir en esa otra direcci¨®n y dar la vuelta a la manzana por all¨ª".
Havel pregunt¨® en voz baja: "?Qu¨¦ pasar¨ªa si desobedeci¨¦semos esa orden?".
"No s¨¦, Vaclav, nunca lo he intentado. ?Qu¨¦ pasar¨ªa en Praga s¨ª lo hicieras?".
%Antes o despu¨¦s?".
%Qu¨¦ diferencia hay?".
"Bueno, antes me habr¨ªan condenado a una semana de prisi¨®n con la comida racionada,ahora... sinceramente no lo s¨¦, nunca se me ha ocurrido darme una orden semejante".
"?Se?or presidente!", grit¨® alguien de entre la multitud que se hab¨ªa ido congregando en tomo a nosotros, %cree que la unificaci¨®n alemana llegar¨¢ a ser una realidad?.
Havel respondi¨®: "En este momento, se?or, tenemos un problema m¨¢s urgente por resolver".
Proponiendo discretamente una soluci¨®n, J. abri¨® la puerta de nuestro coche blindado. Le dijimos al conductor que primero nos llevara a Times Square, y despu¨¦s, a Sheridan Square. Finalmente recorrimos la calle Bleecker hasta el Bowery y acabamos sentados en los bancos rotos de un local casi vac¨ªo llamado CBGB's. Los chicos del servicio secreto inspeccionaron el aseo de caballeros -por si acaso- y subieron el volumen de sus auriculares para tapar el estruendo del rock.
Havel bebi¨® un poco de su cerveza y dijo suspirando: "Esta ciudad es maravillosa ... ; hac¨ªa siglos que no me sentaba en un bar vac¨ªo". Poco despu¨¦s pregunt¨®: "?Qu¨¦ hora es?".
"La una y media de la madrugada".
"A una pregunta tonta, una ,respuesta tonta", dijo el presidente; "sab¨ªa que no deb¨ªa preguntarlo".
Havel se fue al d¨ªa siguiente. Poco despu¨¦s visit¨® Mosc¨², en donde agentes del servicio secreto sovi¨¦tico se encargaron de su segur-?dad.
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