Un fauno napolitano
El cuento de Francisco Nieva tiene mucho de g¨®tico, hasta en la visi¨®n de Italia por un joven ingl¨¦s -Luis Merlo-, y del catolicismo y el diabolismo, la monstruosidad de los personajes y el disparate puro de N¨¢poles (que no ha desaparecido de? todo en la actualidad). Convertido, naturalmente, su tremendismo en pura broma, en burla; ese caracter¨ªstico humor de Nieva que es la base de su estilo de lenguaje, tan buscado como bien hallado. Aun quit¨¢ndole lo de g¨®tico, queda en cuento: como infantil, pero para adultos. Lo mejor, lo que m¨¢s conmueve, es la escena de amor homosexual entre el conde y el puritano ingl¨¦s -despuritanizado- en el fondo de la cueva-pante¨®n donde parecen encerrados para siempre por la hostilidad del mundo ordenado y sus representantes. El desnudo de Merlo, en el que mantiene el pudor y la modestia del personaje, se a?ade a la fuerza de la escena de amor. Quiz¨¢ ah¨ª podr¨ªa encontrarse una raz¨®n de ser de la. obra, si es que tiene alguna. Estamos en esta ¨¦poca de Nieva del arte por el arte, que no tiene por qu¨¦ discutirse, porque cada uno utiliza su libertad como puede o como quiere, pero que para otros, como yo mismo, le quita al teatro uno de sus mordentes, quiza una de sus razones de ser y existir a¨²n. Al menos en este caso.
El baile de los ardientes
De Francisco Nieva. Int¨¦rpretes: Carmen Bernardos, Manuel de Blas, Luis Merlo, Ana Mar¨ªa Ventura, Luis Escobar, Francisco Maestre, Aitor Tejada, Isabel Ay¨²car, Pilar Rebollar, Consuelo Sanz, Jos¨¦ Luis Mart¨ªnez, Jos¨¦ Pedreira. M¨²sica de Nieva y David d'Alby. Escenografia, vestuario y direcci¨®n de Nieva.Teatro Alb¨¦niz, 20 de marzo.
Cuento de terror
El cuento es, en fin, el del viajero que llega de un mundo a otro fuera de su raz¨®n: el ingl¨¦s que marcha a N¨¢poles para casarse con una de las feas hijas de un conde que tiene en medio de la frente un cuerno. Esta desagradable aventura le sucede porque necesita restaurar la fortuna familiar. Pero el conde napolitano resulta ser, adem¨¢s de todo, pobre y endeudado. El conocimiento previo en las escenas de antecedentes de todo esto evita las sorpresas esc¨¦nicas, cuando todo sucede ante nuestra vista. Pero quedan muchas de las que Nieva es maestro: el bastardillo bajo la falda de la gobernanta y amante del conde -Carmen Bernardos, incansable y divertidamente maligna-, los misteriosos criados o el entierro del pobre: la mayor quiz¨¢, es que es el propio conde quien quiere casarse con el joven ingl¨¦s y que ¨¦ste, tentado al principio por la huida, termine tambi¨¦n enamorado del conde, que resulta ser hijo de un fauno y una dama.. Surgen de la cueva, re¨²nen a su extra?a y malvada aun que simp¨¢tica familia, y color¨ªn colorao, este cuento se ha acabao, que dec¨ªan las muchachas de las casas cuando contaban a los ni?os cosas de terror.Dice el programa que "incidentes c¨®micos y sorpresas visuales... semejan a los de una pel¨ªcula fant¨¢stica". Puede ser. La m¨²sica, del propio Nieva con David d'Alby, tiene esa intenci¨®n, siempre subrayada, como toda la obra, por lo gracioso. Quiz¨¢ no tan gracioso ni tan sorprendente como para mantener la atenci¨®n durante todo el tiempo que se requiere del espectador, que tal vez fuese menos tiempo si la dicci¨®n de los papeles no fuese tan lenta. Aun as¨ª, esta obra, que tiene sus or¨ªgenes en algo escrito hace 15 a?os, sigue representando un teatro nuevo, y manteniendo a su autor como alguien singular, capaz de romper realmente los esquemas trazados desde principios de siglo por Benavente y continuado por sus disimulados seguidores de hoy. La audacia, el ritmo, la fantas¨ªa, siguen siendo una apertura valios¨ªsima. Y el hecho de que las ovaciones se acentuaran cuando apareci¨® Nieva en el escenario con sus actores demuestra que eso es lo que p¨²blico quiere y espera de ¨¦l.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.