Los d¨ªas y las gentes
Las elecciones presidenciales que se celebrar¨¢n en Per¨² el pr¨®ximo 8 de abril pueden producir un giro radical en este pa¨ªs suramericano. El escritor Mario Vargas Llosa, candidato del Frente Democr¨¢tico (Fredemo), figura como favorito, seg¨²n las encuestas, para sustituir en la jefatura del Estado al aprista Alan Garc¨ªa. El escritor peruano Alfredo Bryce Echenique ha pulsado recientemente la realidad actual de su pa¨ªs, y sus observaciones, recogidas sobre el terreno, intregran un relato cuyo primer cap¨ªtulo se publica a continuaci¨®n.
Se ha hablado tanto, en cierta Prensa peruana, de la descomposici¨®n del Estado nacional y de la calcutizaci¨®n de Lima, que uno que es peruano se siente siempre en el deber de aterrorizar lo suficiente a la persona extranjera que lo acompa?a en su viaje a Per¨². Lo ¨²nico malo de este tratamiento preventivo es que, ante un determinado temor, todo lo le¨ªdo y escuchado vuelve a la memoria casi de golpe, confundido y mal jerarquizado, y sobre todo recubierto por una gruesa capa de falsos lugares comunes sobre Hispanoam¨¦rica, o en este caso, Per¨², que anida en la memoria colectiva de los europeos.Mi esposa y yo emprendimos un viaje como de aqu¨ª a Lima, o sea, de Madrid a Lima, pasando por M¨¦xico. Bueno, pod¨ªamos leer algo sobre Per¨² ah¨ª en el aeropuerto de M¨¦xico, mientras AeroPer¨² cumpl¨ªa con atrasarse. Conocida era la historia: cuando un avi¨®n de AeroPer¨² llega puntual, es el del d¨ªa anterior. Abro la revista lime?a oiga y leo las autorizadas palabras del historiador C¨¦sar Pacheco V¨¦lez: "... Un pa¨ªs subdesarrollado que proporcionalmente produce menos que hace 20 a?os, que tiene que importar alimentos esenciales que antes produc¨ªa y soportar los efectos de una deuda externa impaga desde hace m¨¢s de tres a?os. Un pa¨ªs con uno de los ¨ªndices de incremento poblacional m¨¢s elevado en la regi¨®n latinoamericana y, por tanto, en el mundo; es decir, con una explosi¨®n demogr¨¢fica que, dada la escasez de recursos, s¨®lo puede repartir pobreza a un ritmo acelerado. Un pa¨ªs azotado por la violencia terrorista desde hace casi una d¨¦cada, a la cu¨¢l se a?ade un foco guerrillero y, desde antes, la contraviolencia y el abuso del poder. Con la plaga del narcotr¨¢fico ( ... ) y una nueva forma despiadada de delincuencia que destruye al pa¨ªs desde sus bases...". Volteo donde mi esposa y le digo: "Mira lo que dice: 'El Per¨² es hoy un pa¨ªs que no se reconoce a s¨ª mismo, que no se ha reconciliado con su propio destino, la gente vive, todav¨ªa, un trauma de decisi¨®n, de disyunci¨®n. Esta crisis de identidad significa una crisis moral, de visi¨®n, de concesi¨®n y de conducta. Si hay alg¨²n aparente consenso en el pa¨ªs es que vivimos una de las m¨¢s agudas crisis de nuestra historia republicana... ".
Dominantes y dirigentes
Y llego al p¨¢rrafo sobre la clase dirigente, que mi esposa no debe perderse, si quiere conocer a los malos de siempre, a los verdaderos culpables hist¨®ricos: "Como manifest¨® [el gran historiador] Basadre, ha sido una clase dominante, pero no dirigente. No ha asumido todav¨ªa su responsabilidad y ha pensado solamente en su parcela, con una perspectiva muy encajonada. Les falta abnegaci¨®n, sentido de sacrificio, sentido del trabajo por los dem¨¢s".
Bueno, y ni qu¨¦ digamos del pobre Per¨² y su actual presidente, tan carism¨¢tico que la gente realmente ya no sabe qu¨¦ hacer con sus televisores, por temor a encontr¨¢rselo. Afirma Pacheco V¨¦lez que "una crisis como la que vive el Per¨² ni se administra ni se supera con fragmentos de legitimidad carism¨¢tica, sino por el consenso racional, la participaci¨®n amplia y el reconocimiento de las jerarqu¨ªas y las instancias aut¨®nomas y la autolimitaci¨®n del poder".
El vuelo sali¨® puntual, nos trataron muy puntualmente, y a Lima lleg¨® tan puntual que no hab¨ªa, absolutamente nadie para recibirnos. Horror: nos tocaba enfrentarnos con las aduanas de la arbitrariedad y la corrupci¨®n, y el que cargaba los equipajes seguro que nos iba a estafar con la propina, primero, y luego, saliendo disparado con nuestras maletas no bien cruz¨¢ramos el umbral del aeropuerto.
Pero el hecho de que mi esposa fuera extranjera me oblig¨® a recuperar estatura y dignidad y a dirigirle la palabra a un ladr¨®n cargamaletas. Le pregunt¨¦ cu¨¢nto me iba a cobrar, y me respondi¨® que ¨¦l no me pod¨ªa cobrar, que ya despu¨¦s ver¨ªamos, lo que fuera mi voluntad, porque ¨¦l no ten¨ªa por qu¨¦ cobrarme ni hacer quedar mal al aeropuerto de Lima. Despu¨¦s, el cholito ladr¨®n sigui¨® haciendo quedar bien al aeropuerto de Lima, y nos llev¨® donde una se?ora bastante desocupada de la aduana. La se?ora no nos dej¨® abrir nada. S¨®lo quer¨ªa ver nuestros pasaportes y saber cu¨¢ntos d¨ªas nos ¨ªbamos a quedar en Per¨².
Amabilidad y sabidur¨ªa
Entramos en contacto con dos muchachos de Hirca Tours, Ma?uco y Lucho, y la alfombra roja que la realidad peruana nos estaba colocando desde nuestra llegada a Lima empez¨® a extenderse por cada lugar que visit¨¢bamos. Nunca nos robaban nada y cada vez nos obsequiaban m¨¢s.
" Son los restos de los fastos", le dec¨ªa yo a mi esposa. Y, mientras tanto, ella misma pod¨ªa Ir comprobando algo que siempre cuenta la gente que visita pa¨ªses como Chile o Per¨²: la amabilidad de la gente y la sabidur¨ªa de los mozos en los restaurantes.
Comer en el Cusco, en Arequipa, en Chincha, lea o Paracas era pasar de la maravillosa cocina criolla lime?a a las criollas cocinas regionales en uno de los pa¨ªses que, seg¨²n escribi¨® un gran especialista franc¨¦s en Le Monde, posee, con China y Francia, una de las tres mejores cocinas del mundo.
Vi a mi amigo franc¨¦s Michel Delmotte llorar de emoci¨®n en Arequipa ante un plato de sopa. 0 sea, pues, que visit¨¢bamos ciudades y regiones y ¨¦ramos recibidos por los amigos de colegio y universidad en Lima, entre casonas maravillosas. Todos se quejaban: la inseguridad, los incesantes apagones, la carest¨ªa, la escasez. Y todos odiaban a Alan Garc¨ªa.
El presidente, que en alg¨²n momento lleg¨® a alcanzar un 90% de apoyo a su gesti¨®n, meti¨® la pata para siempre en este Gobierno cuando un d¨ªa, llevado por una verdadera rabieta y sin consultar ni con su partido, decidi¨® estatizar la banca. Lo hizo tan mal que no supo siquiera elegir buenos abogados para su torpe causa. Y la prepotencia con que ven¨ªa actuando se agudiz¨® hasta hacer que muchos, con raz¨®n, temieran por la salud de la tan d¨¦bil democracia peruana Hoy el APRA est¨¢ de capa ca¨ªda Es el partido que esper¨® 60 a?os para gobernar y que ha puesto a Per¨², por obra y gracia de su presidente, en una situaci¨®n dificil¨ªsima. Todo esto ha hecho que aflore y se extienda el antiaprismo visceral en amplios sectores de la sociedad peruana. "Aprista" es un insulto bastante fuerte en estos d¨ªas en Lima.
Hoy es d¨ªa de que mi esposa conozca la otra cara de la moneda. Muy temprano vienen a buscarnos dos soci¨®logos en un land rover e iniciamos el duro periplo de las barriadas, desde aquellas que nacieron en la d¨¦cada de los cuarenta y no tienen soluci¨®n alguna, como El Agustino, hasta las que acaban de instalarse por el litoral sur de Lima.
El 80% de la poblaci¨®n de Lima vive en barriadas o en tugurios. Y me impresiona brutalmente esta ciudad que en cinco lustros ha pasado de uno a casi ocho millones de habitantes. Son tantos los ni?os y j¨®venes que nadie en la camioneta lo pone en duda: pertenecen al pa¨ªs de desconcertadas gentes que es Per¨²..
Las barriadas viven la campa?a electoral como unas Navidades. Llegan los candidatos. Pues que lleguen con algo si quieren que se les aplauda. Lo importante no es ya lo que prometen, sino lo que traen; aunque sea unos cuantos bidones de agua o un poco de alimentos.
Los problemas y los efectos
Fue un viaje que sigui¨® tan lleno de buena vida como de p¨¦rdidas irremediables, tan lleno de contrastes como la decadencia de un pa¨ªs, su deterioro moral y f¨ªsico, y la gente, su maravillosa gente. Fue mi viaje m¨¢gico a Per¨².
Leo la revista Caretas, en el viaje de regreso, y subrayo las opiniones de destacados miembros del Instituto de Estudios Peruanos (IEP). Como la de Julio Cotler: "Cuando vemos ambulantes enfrent¨¢ndose a la polic¨ªa y grit¨¢ndoles que son peruanos, o cuando vemos campesinos bloquear una carretera, o cuando los m¨¦dicos marchan hacia el Congreso, ( ... ) todos ellos est¨¢n diciendo una sola cosa: 'Somos ciudadanos, queremos ser ciudadanos de un solo pa¨ªs...". Y dice Efra¨ªn Gonz¨¢lez Olarte: "Es un pa¨ªs con una de las distribuciones de ingreso m¨¢s desiguales de Am¨¦rica Latina. ?C¨®mo se podr¨ªan identificar como peruanos un campesino que vive en una choza en la sierra con un empresario de las Casuarinas?".
Por ¨²ltimo, Efra¨ªn Gonz¨¢lez de Olarte afirma: "Se dice que los principales problemas de Per¨² son la hiperinflaci¨®n, la violencia y el narcotr¨¢fico, pero ¨¦sos son los efectos, no los problemas".
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